«Detrás de una gran mujer está ella misma»: #8M en México

Carlos Ayala

Tres mujeres jóvenes protestando en tiempos donde el gobierno tortura, encarcela y desaparece a las y los jóvenes que se manifiestan y organizan contra la injusticia. Tres mujeres encapuchadas en tiempos donde la policía identifica, persigue y amenaza a manifestantes a partir de la detección de sus rostros. Tres mujeres con los pechos descubiertos en tiempos donde los hombres pueden mostrar el pecho sin ningún problema pero si una mujer lo hace es acosada, intimidada y multada. Tres mujeres con la piel desnuda expresando sus ideas; “Mi cuerpo mis reglas”, en tiempos donde el cuerpo femenino es cosificado, poseído, vendido y violentado por hombres. Tres mujeres anónimas al pie de un fálico monumento de casi 100 metros de altura mandado a construir por el dictador Porfirio Díaz y mal llamado Ángel cuando en realidad es una mujer con alas que en su mano izquierda tiene una cadena rota que representa la independencia. Tres mujeres del lado contrario de la “Apoteosis del Padre de la Patria” como antítesis de esos arquetipos patriarcales como el patriotismo o los padres de iglesia. Tres mujeres con botas, pantalones rotos y carteles pintados con plumones frente de un letrero de mármol y bronce que dice “La nación a los héroes”.  Tres mujeres sobre el lomo de un gigantesco león macho, símbolo de la fuerza masculina, sin luchar contra él ni intentándolo domar, simplemente ahí sentadas, conspirando, escuchándose, haciendo comunidad mientras toman la rienda.

El musculoso león las mira de reojo y camina dócil con ellas encima, mientras un niño hombre (símbolo de la inteligencia racional) lo jala señalándole un rumbo perdido en el cielo. Tres mujeres entre las esculturas de Irene, Atenea, Nemesis y Eunomia erigiéndose con sus cuerpos vivos como nuevas “musas de la historia”. Tres mujeres ejerciendo su libertad en tiempos donde matan a 7 mujeres al día en nuestro país y la gente  se indigna más por estas poéticas fotos que por las miles que son violadas, secuestradas y asesinadas a diario en todo el mundo. 

Fragmento del texto publicado por Sandino Bucio Dovalí en su muro de Facebook

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