Contra la violencia estatal: hacer la historia juntas
Desde el nodo de Nueva York
Desde Nueva York la palabra y la lucha adquieren siempre un matiz internacional porque venimos de distintos territorios. Justamente por esa mezcolanza, por esa convergencia de luchas y debido a la intensidad de los meses recientes (las marchas y movilizaciones antiracistas, la violencia policial, la pandemia, las elecciones nacionales…), decidimos dar la palabra a partir de la experiencia situada de Myrna Lazcano. Su palabra engloba muchas de las resistencias que vivimos desde todos los territorios y también pone encima de la mesa las interconexiones de las violencias que nos atraviesan como mujeres, y sus aristas.
Myrna Lazcano es una compañera poblana que vive en Harlem. Hace años fue detenida por ICE (el servicio de inmigración estadounidense), deportada y separada de sus hijas hasta que luchó su regreso en caravana para volver a unirse con ellas y seguir sembrando desde la continuidad de la lucha y la palabra.
Contra la violencia estatal: hacer la historia juntas
Myrna Lazcano
La violencia que recibimos del Estado, todos esos castigos son los que también daban en la inquisición: son formas de tortura hacia nosotras. Por eso es bueno hablarlo en diferentes frentes, para que no se vaya normalizando todo de nuevo. Sabemos que el gobierno está diseñado para oprimir y para favorecer a quienes ya tienen una herencia, una categoría… las personas multimillonarias.
¿Y nosotras? Es como cuando entran a la cocina y fumigan cucarachas. Así es que nos tratan y nos intentan eliminar; así es que nos restan valor pero nosotras tenemos que demostrar que debe existir un respeto y una igualdad y, sobretodo: que las fronteras y leyes migratorias que ellos mismos han formado tienen que desaparecer.
Y no es una sola mujer que lo va a hacer, somos todas y por eso es que necesitamos unirnos de diferentes formas, como estamos haciéndolo. Todas desde sus trincheras, poniendo un granito de arena con lo que sabemos hacer.
Hablábamos con una compañera en cautiverio por el ICE y le decía: “esos se van a arrepentir. Míralos, no les importa tener un sueldo por patear mujeres y con ese dinero comprar los juguetes para su familia e irse a pasear”. Es algo muy terrible, pero me da mucha esperanza y alegría de que nos vayamos juntando y luchando.
Rompiendo círculos y encontrando los patrones de la violencia
Cuando empezamos a escuchar que se estaban enfermando del COVID ahí dentro, en la cárcel, nos dio rabia y tristeza. Sentimos que sería inalcanzable este sistema que no nos escucha, parecía ganar la desesperanza, la desmotivación.
Poquito antes del comienzo de la pandemia, cuando justo habían detenido a la madre de una amiga de mi hija, ella sentía que se repetía todo.
Me decía: “Le hacen lo mismo que te hicieron a tí. ¿Cuántas mujeres vamos a aguantar eso? Y yo le decía: “Hija, te prometo que algo va a suceder. Tienes que aprender a ser luchadora. Nos unimos mujeres y va a salir algo hija. Vas a ver.” Y hablaba también con la mamá de la compañera presa y le preguntaba: “¿Cómo se siente?”, y me decía: “Impotente. No encuentro manera de cómo hablar con mis nietas, sostenernos, seguir…”.
Y todo eso me estaba revelando el cuadro de lo que pasaron mis hijas cuando después de la cárcel y de ser deportada, yo luché para volver. Y cuando regresé vi lo que había sido para mis hijas: tanto dolor y una hija que quería salir de la casa. Me puse a buscar apoyo porque pensaba “quiero que mi hija pueda tener una chance de estudiar, de ser una mujer independiente, así quiero que sea. No quiero que tenga un hijo con 15, que tenga que ir a pedir asistencia pública cuando la deje el marido”… La historia que sabemos. Y ya luego, por dos años, luchamos, y se quedó.
Y cuando se graduó ahora siento que ella quiere luchar, apoyar a otras personas, meterse a trabajar en un hospital. Y está estudiando lenguas indígenas porque la mayor parte de las personas que sufren esto son indígenas. Y por eso, al escuchar a la abuela con su hija presa, me estaba revelando mi historia, la historia de mi hija. Y la necesidad de la lucha, de unirnos y empezar a luchar. Romper el círculo.
Todas luchamos contra el gobierno y su secuencia de violencias. Una secuencia que vemos también desde nuestra infancia, en el hogar, en las discusiones, golpes. Una violencia que pasa también hasta en las que son universitarias. Necesitamos unir las diferentes violencias porque es un patrón.Pienso: haz de cuenta que son réplicas. El mayor ejemplo es el gobierno: quienes nos gobiernan implementan violencia para tenernos divididos y no luchar por lo importante que es ir contra eso que nos daña. Es como los istmos: los epicentros están en un sitio y ya luego van tocando vibraciones en grados menos riesgosos. En el hogar la violencia es también muy económica y la economía viene toda desde el gobierno. Es muy visible.
Es una manera de oprimirnos y cuando lo estamos viviendo, no lo vemos. Yo ahora lo veo. Nos echan como a pelear para que todo el tiempo estemos peleando y nos echan la culpa y así después dicen “Esta gente solo se dedica a esto, a pelear.”
Desaprendiendo y resistiendo contra las nuevas formas de esclavitud moderna. «¡Hasta que la dignidad se haga costumbre!»
Necesitamos más lucha de desaprender la costumbre que tenemos de no ver, y yo creo en la reivindicación —que todas las personas tenemos derecho al no castigo—. Estos castigos: las redadas de ICE, sus cárceles, deportaciones que son innecesarias. Gastan mucho dinero que podrían emplear en educación. Tanta desigualdad y tanto exceso de poder que va ocasionando denigrar a la mujer y a los migrantes, y todo eso ocasiona armas para el racismo.
Las leyes, las personas que hacen leyes las hacen defendiendo el sistema que está. Y no es que esté roto, como dicen algunos: es que así está diseñado para que haya una forma de esclavitud moderna, para que no podamos alcanzar nada más. Para que nos pongan todos los obstáculos.
A veces siento impotencia de no hablar inglés, de no saber de leyes… pero también me doy cuenta que no solamente mandando o hablando inglés o hablando con jefes o representantes se logra algo sino también diciendo: «Aquí está esta persona, esta mujer. Y cuando se juntan las piezas marchando en la misma dirección, las mismas ideas abolicionistas, ideas libertarias, podemos hacer cosas grandes, vamos haciendo que las cosas pasen y eso nos da satisfacción. Nos da alegría. Toda la autoestima se nos sube. Si se pudo con una, sigamos con otra compa…se puede con todas, con todas las que vengan. Si nos conectamos y nos ponemos a disposición de liberar a todas las mujeres, lo vamos a lograr. «¡Hasta que la dignidad se haga costumbre«! Si no vivimos en dignidad nunca va a haber paz.
Luchando generamos sostén y sembramos la semilla
A unos les sobra y otros carecemos. Y ese sistema nos fuerza a migrar…Yo añoro mis gallinas, mi patio. La violencia la genera el capitalismo. Y el tiempo que pasa entre promesas y promesas. Y he visto pasar presidentes y como dicen «yo aquí sigo esperando el cambio.» Nos quieren tener distraídos y ellos siguen llenando las bolsas.
Yo he perdido esa costumbre de amargarme la vida porque cuando llegué después de mi deportación, me sentía toda desganada, deprimida. Y hay que ayudar. ¿Cómo hacer para liberar a las demás mujeres? Atacando a ese sistema. Aunque se paraliza cuando llegas a los abogados que les preguntas: ¿Cómo puedo hacer? Y te dicen: “Ay es que es la ley.”
Las leyes que llevan los mismos intereses. Y ahí es donde nos paramos. Y las empresas pagan las campañas y ahora los centros correccionales tienen una posición en la bolsa, pagan la campaña del que quieren que siga con el lema de detención y deportaciones masivas. ¡Es un dineral! ¿Cuánto pagamos de fianzas? Viven del dolor de los demás. Porque saben que las familias buscan el dinero para la fianza de sus seres, que harán todo lo posible para sacarlos y ese dinero se va a la institución carcelaria. Se han vuelto multimillonarios con nuestro dolor. ¿Cómo los vamos a derretir? Tienen el poder del dinero.
Pero si luchamos generamos un sostén y sembramos la semilla. Porque una quiere hacerlo cuando sale, porque las personas que ya lo vivimos en carne propia, queremos ahora cambiarlo todo, queremos seguir. Algunas se rinden y también es válido. Yo estuve a punto de rendirme pero pude seguir y sembrar esa semilla de libertad y de lucha en cada una de las personas que conocemos…. Porque: ¿cuántas mujeres se han quedado sin su familia por una deportación? Porque con cada mujer que tienen encarcelada: ¿cuánto trauma están dejando en tantas personas?
Nos sembraron la violencia, nos implementaron el miedo.
Pero como me dijo una compañera: Tienes que luchar. Salir de la zona de confort. Hacer que lo imposible sea posible. Eso es parte de la lucha: que las cosas imposibles sean posibles.
Si estamos solas no lo logramos. Pero si nos juntamos, logramos muchas cosas.
Pues ya, no tenemos nada que perder en la lucha. Este país ya valió madre, este mundo valió madre. Qué más da. ¡A LUCHAR!
A luchar otro poquito.
La Laboratoria
En esta columna presentaremos investigaciones situadas en los distintos territorios que nos encontramos. Somos parte de una marea feminista transfronteriza. Avances, narraciones, hipótesis, crónicas, conversaciones. Los hilos que nos tejen los pueden ver en https://www.laboratoria.red