Pequeños instantes de una gran conjunción de esfuerzos en las calles de Bolivar y Chimalpopoca, en la Colonia Obrera de la Ciudad de México. Entre tantos y tantos, por ahí andaba mimetizado un contingente de mujeres guatemaltecas, sonrientes hasta en los momentos más difíciles, queriendo apoyar, preocupadas por sus paisanas mexicanas, centroamericanas, chinas y coreanas atrapadas en los escombros de una fábrica. Y así estaban todos. Miles de voluntades que en pocas horas entrelazaron proveniencias, creencias, edades, idiomas, diversidades y nacionalidades con un solo fin: la solidaridad, nuestra fuerza inquebrantable en medio del quebranto. Gracias por el ejemplo.