Mujeres que caminan: Marichuy en el Istmo

Educa Oaxaca

Zuuya lu’ca stiidxa’ guiaba lu bi

sica ti balaaga’ nahuiini’

yaca ixii xque’la’.

A. Henestrosa (fragmento[1])

El recorrido inicia junto al Ostuta. A la vera del río las palmeras recrean su danza majestuosa sobre los trazos añiles que tiñen el cielo. En este territorio cotidiano, la naturaleza del viento, la palabra del agua, sonidos de caracolas, antigua voz de resistencia donde ellas mojan sus pies descalzos, cadencia peregrina al compás de las faldas multicolor que las resguardan.

Por la tarde, desde la franja Ikoots hasta la zona zapoteca, justo en el crucero donde convergen los caminos, ahí nos reciben las carretas pobladas de niñas y niños al frente de la caravana, las enormes ruedas de madera adornadas con palma y papel picado multicolor que al sonido de la banda hacen el recorrido por las calles habitadas de gente que mira curiosa, que toma fotos, que grita vivas, que deja por un momento el mandado y se une a la multitud que enfila el paso hasta el emblemático Palacio Municipal de la comunidad de Álvaro Obregón, célula de resistencia y de rebeldía que este dos de febrero conmemora la lucha que ha tenido que librar en defensa de su territorio contra los megaproyectos que pretenden imponer aerogeneradores en la barra Santa Teresa.

marichuyistmo2Hasta acá llegaron los pasos de estas mujeres, Concejalas pertenecientes al Concejo Indígena de Gobierno y al Congreso Nacional Indígena, que han hecho que camine la palabra desde territorios tan alejados en la geografía pero tan cercanos en la memoria: Santa María Ostula, la comunidad purépecha, la zona Chontal, la zona zapoteca. Ellas vinieron con el corazón alegre y con la tarea de compartir la voz de los pueblos que han recorrido en estos meses, traen, además de flores en la sonrisa, el mensaje para las más de doscientas personas que desde otras comunidades como San Mateo del Mar, Santa María Xadani, San Pedro Huamelula, San Miguel Tenango, Zanatepec, Santa María Chimalapas, Tehuantepec, Juchitán y de muchas otras partes de la región del Istmo Oaxaqueño que llegaron para conjugar el acto de la palabra.

Después de escuchar las voces de quienes comparten la injusticia que atribula sus territorios, cada una toma el micrófono y expresa en su lengua materna la alegría de estar reunidos, mujeres, hombres, niños y niñas; ellas recuerdan que la selva Chimalapa, la zona lagunar, la cultura zapoteca, Chontal, Zoque e Ikoots, sabiduría ancestral que por décadas ha cuidado la tierra, el mar, el territorio que han heredado de los abuelos y las abuelas, ahora sufren constantes amenazas y persecución “que por años se ha resistido y que se hace necesario decir ¡Ya basta! al despojo sistemático en todos los niveles, es preciso que sean visibilizadas las problemáticas que están generando que nuestros pueblos desaparezcan, nos parten, como ellos son los partidos, nos quieren dividir».

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Pero también dicen y recuerdan que no están solos, que el dolor es compartido: “porque la lucha que estamos dando y no vamos a dar un paso atrás hasta alcanzar una vida digna, hasta tener justicia, democracia, salud y bienestar, los pueblos con dignidad vamos a sembrar la semilla que nosotros traemos, queremos seguirnos organizando como se han organizado aquí en este pueblo de Álvaro Obregón, como se han organizado los pueblos del Istmo, queremos decirles que no retrocedan, que sigan adelante, que el tiempo de estar bajo los zapatos del mal gobierno ya se acabó, que le vamos a demostrar al mal gobierno, que así como somos capaces de defendernos, somos capaces de organizarnos”.

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Al final de la tarde, el micrófono enmudece, y con el bullicio de las aves sobre los árboles de la plaza que a esa hora es mercado, el caldito de pescado y los totopos hacen sentir la acogida de la gente de Álvaro Obregón que siempre tienen para convidar lo que con sus manos prepara, lo que nace del mar. Mientras, las voces seguirán caminando en estas mujeres-palabra que siguen su recorrido por los pueblos, la ciudad, la montaña, la selva, el bosque, la sierra y por todos aquellos rincones donde sea necesario replicar “Nunca más un México sin nosotr@s”. Noción de conciencia que configura la dignidad.

Astrid Paola Chavelas López

Febrero, tercer día de luna plena


[1] Andrés Henestrosa, “Bidxiña” (Acércate), en de la Cruz, La flor de la palabra, México, Premiá Editora, 1983 (La red roja de Jonás) pp.44-5.

 

 

Publicado originalmente en Educa Oaxaca

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Una Respuesta a “Mujeres que caminan: Marichuy en el Istmo”

  1. Soy periodista en EU y leyendo esta notas de Astrid me di cuenta que al hacer mi trabajo he olvidado el desenfado, la frescura, la poesía, en aras del “profesionalismo” que exigen los medios. Le agradezco a Astrid que me haya recordado esto. Y si, nunca un Mexico sin los pueblos originarios.

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