Hondureños mordidos por La Bestia, de regreso a México

Texto y fotos: Sergio Palencia

Guatemala. Tienen en común haber regresado a Honduras con piernas o brazos amputados, resultado de distintos accidentes al ser arrollados en México por las locomotoras en su camino de Centroamérica a Estados Unidos. Años después del trágico accidente que marcó sus vidas y sus cuerpos, 16 hombres de entre 29 y 50 años marchan para denunciar, con su propia experiencia y cuerpo, las condiciones violentas y de muerte a las que se enfrentan miles de migrantes en su búsqueda de empleo y mejores condiciones de vida. Para la mayoría de ellos esta maratón – como la llaman – significa confrontar los lugares y recuerdos de su encuentro con La Bestia, el tren en México.

El domingo 23 de marzo, la Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad (AMIREDIS) visitó ciudad de Guatemala. Formada por hondureños provenientes de la ciudad de El Progreso, en el departamento del Yoro, sus miembros reivindican los derechos de quienes se accidentaron en México en su intento por llegar a Estados Unidos.

Sus orígenes

La Asociación de Migrantes Retornados con Discapacidad se remonta al año 2006. Uno de sus impulsores es su actual presidente, José Luis Hernández, a quien se refieren sus compañeros con gran estima. En un inicio, según Wilfredo Filiu, el grupo se llamó “Lisiados por un sueño”; más adelante OMIREDIS – la “o” por organización – y, finalmente, AMIREDIS. Filiu explica que sus miembros son “todos cortados del tren”. En 2006 fueron motivados por el movimiento de mujeres con familiares migrantes desaparecidos en México. “Soy de los más recientes, tenemos 45 miembros”, cuenta Wilfredo. Entre sus planes concretos está el exigir audiencia al presidente de México, Enrique Peña Nieto.

Al igual que sus demandas al alcalde de El Progreso y el presidente de Honduras, los miembros de AMIREDIS piden protección al migrante, alto a la persecución, posibilidades para tener un empleo y sueldo. “Nos están discriminando en nuestro país, queremos vivienda para los golpeados”, expresa uno de ellos. Para otro de los migrantes discapacitados, su fin es “llegar a México para evidenciar al presidente de Honduras, Juan Orlando [Hernández], que no nos atendió”. Asegura, también, querer “ver la reacción de él pues seguro se va a enterar de nuestra maratón”.

La maratón es seguida por el resto de los integrantes de la Asociación en El Progreso; ellos, sea por falta de recursos o cansancio del viaje, no pudieron continuar. Hay miembros de la AMIREDIS en San Manuel, Cortés, así como en Comayagua y Tegucigalpa. Calculan que en Honduras hay alrededor de 300 migrantes registrados con amputaciones, si bien puede haber más.

El banano ya no da empleo

Armando Díaz, de 50 años, trabajó en la Tela Rail [road] Company durante varios años como “traedor de agua”, arreglando los pichirilos y cargando frutas. Debido a que padecía una enfermedad, dejó el trabajo, no sin antes recibir prestaciones por parte de la bananera. Pero el dinero se le fue acabando y, ante la necesidad, pensó en emigrar al Norte. Ya no había trabajo y la delincuencia aumentaba. “¿Sabía usted que en Honduras es grande la delincuencia, y San Pedro Sula es de las más violentas del mundo?”, interroga. Es así como en el año 2008 decidió emigrar a Estados Unidos, junto a otros cinco vecinos. Consigo llevaba mil 800 lempiras, el equivalente en ese entonces a 95 dólares. Saliendo desde el municipio de Lima, en El Progreso, su destino era Nueva York. Allá se reuniría con su hermano, quien trabaja como pintor en una constructora.

Para Alexis Martínez la situación fue semejante en Honduras. Siempre trabajó en el campo, en las fincas, en las bananeras. “Antes daba trabajo la Tela Rail Company, ahora hay maquila en Camalote, El Progreso”, explica. En la bananera Martínez chapeaba, regaba sal y urea debajo de las matas “para que crezcan pues”. Fue así como emprendió camino hacia Estados Unidos en el año 2000. “Solo”, es decir, sin coyote. Llevaba 2 mil lempiras, lo que para ese año fueron 135 dólares. Su plan era juntarse con sus primos, trabajadores de la construcción en Los Ángeles, California. Junto a diez personas de El Progreso se lanzaron a atravesar Guatemala y México. En la frontera estadunidense el grupo se dividió, unos se quedaron en Nuevo Laredo, Tamaulipas, viendo si conseguían un coyote que los pasara. Otros, incluyendo a Alexis, cruzaron la frontera. Fue en Laredo, Texas, donde la migra gringa los agarró. Al regresar a Honduras, Alexis Martínez trabajó como ayudante de albañil.

Jornalero y ayudante de albañil, Wilfredo Filiu Guaray también viajaba por Honduras realizando comercio en pequeña escala. Trabajaba “vendiendo artículos en Guaymita, Papuiles, Tela, Villanueva, Cortés”, recuerda. Además, fue taxista en El Progreso. “Cuando me casé, tuve muchas obligaciones”, dice. “Viendo las cosas difíciles ahí, decidí ir a Estados Unidos para mejorar mi familia”. Era el año 2010 cuando comenzó su viaje rumbo al Norte.

“En otro país uno no vale”

“Cuando vamos a Estados Unidos lo hacemos por trabajo, no por un sueño; por empleo digno, no por un sueño”, resalta Armando Díaz. En 2008, él ingresó a Guatemala por la frontera de Corinto. Hasta allí no hubo ningún problema. “En Guatemala es como en Honduras, los militares no se meten, solo piden su identidad”. Para llegar a México, cruzó el río en balsa. Luego la preocupación fue tomar el tren en Chiapas, pasando por Tenosique, Tabasco, rumbo a Veracruz. En México empezaba la persecución. “Es el país con más inmigrantes en Estados Unidos y es el que más nos perjudica a los centroamericanos”, enfatiza. Allá, los agentes de migración van con arma y garrote.

A finales del 2008, Alexis Martínez y otro vecino fueron para Estados Unidos. Su primo le dijo: “no te vayás, espérate el otro año y me voy con vos”, pero “cuando uno quiere ir para allá, ya nadie lo para”, se explica. Dos fueron las fronteras que cruzó desde Honduras hasta México, por Aguascalientes y por Tecún Umán. Como la mayoría de migrantes ilegales, él también considera que en México se inician las mayores dificultades. “Ahí el problema son los delincuentes y la policía, que nos agarra y nos quita el dinero”. Desde Chiapas, Alexis logró llegar a Coaxa [Coatzacoalcos], en Veracruz. Allí permaneció algún tiempo en la Casa del Migrante, lugar a partir del cual trabajó arreglando carreteras.

La mordida de la Bestia

Wilfredo Filiu coincide en que la persecución comienza en México. “Estar huyendo de la Migración nos obliga a estar debajo del tren”, informa. En el año 2010, en una estación de Coatzacoalcos, sufrió el accidente que le cortó su pierna. Con ironía lo recuerda, alargando las dos últimas palabras: “Hasta allí llegó mi sueño americano”. Mes y medio estuvo en el hospital, y luego la “Migra” lo devolvió a Honduras por avión.

Armando Díaz iba con un grupo de cinco compañeros, todos de El Progreso, Honduras. Ya en una estación de Veracruz, Armando vio la redada que montaba la Migración mexicana sobre los migrantes ilegales que viajaban en el tren. “Nos corrieron en la línea, en la mera estación”, recuerda. Por eso bajó del tren, para que no lo agarraran en la redada. Bordeó la garita en el desvío de la ciudad. Fue en ese momento cuando la falta de comida y bebida, de días anteriores, le perjudicó en el esfuerzo por escapar. Cansado, cayó en las vías férreas, donde el tren le cortó la pierna izquierda.

Armando Díaz no recuerda el instante mismo del accidente, pero sí está consciente de cuando lo rescataron. Fue un brequero mexicano quien lo ayudó, trabajador del ferrocarril. Al verlo, llamó por radio al equipo de la estación. Momentos después lo llevaron cargado, con la pierna sangrante, en una camilla improvisada con una banca. Posteriormente lo entregaron a la Cruz Roja. “Ver amputada la pierna no lo deseo ni a mi peor enemigo”, exclama. De los cinco vecinos de El Progreso, tres siguieron su camino. Otro lo acompañó desde que se accidentó y estuvo a su lado en el Hospital de Orizaba, Río Blanco. Armando, al igual que varios de los miembros de AMIREDIS, recuerdan la fecha exacta del accidente. En su caso fue el 15 de julio 2008, un martes. “Fue en México que se quedó mi pierna”.

En su segundo intento por llegar Estados Unidos, Alexis Martínez se accidentó. Ya había cruzado Veracruz e iba pidiendo comida en el camino. En una estación de San Luis Potosí, intentó subirse a un tren en movimiento y cayó bajo las ruedas de metal. Fue el 28 de noviembre de 2008, día viernes. Tras tres meses de estar hospitalizado, la Migración mexicana finalmente logró su cometido: lo regresaron vía aérea a San Pedro Sula. En el aeropuerto su familia lo esperaba. Ahora regresaba sin la pierna izquierda ni el brazo izquierdo, arrancados por La Bestia. “Me puse malo psicológicamente, no salí en un año entero [2009-2010]”. La primera vez la migración gringa lo capturó en Laredo, Texas. Regresó a trabajar como ayudante de albañil. La segunda vez, la migración mexicana lo regresó por avión y gravemente herido. Al regresar, “pasé un año solito, no quería nada”.

La soledad y la búsqueda

Cuatro años antes del accidente de Armando y Alexis, José Luis Hernández decidió  intentar llegar a Estados Unidos. Ya había probado una vez, pero la migración lo agarró en Ixtepec, Oaxaca. En esta segunda ocasión ya conocía el camino y quería demostrarles a sus vecinos en El Progreso, Honduras, que sí podía pasar. En esta segunda ocasión llegó hasta Torreón, Coahuila. En esa ciudad tomó el tren rumbo a Juárez. Con síntomas de insolación, el hambre y la sed del camino, se encontraba debilitado por el viaje y el largo trayecto a pie, evitando siempre a los agentes de migración. Estando sobre el tren, José Luis se quitó los zapatos para aliviar el dolor de sus pies enyugados. En ese instante se sintió cansado y cayó debajo del tren.

En mayo de 2010, el Servicio Jesuita para Migrantes (SJM) publicó en Revista Envío su testimonio: “Nunca imaginé que me iba a desmayar, pero me desmayé porque había aguantado hambre y sed. Mi cuerpo iba todo débil. Recuerdo que cuando me iba a quitar el segundo zapato, me quedé en oscuras y caí al suelo. Entonces el tren me jaló así, para las llantas. Y me amputó esta pierna, mi pierna derecha. Después, no sé cómo, metí un brazo y también el tren me agarró el brazo. Y esta mano nomás, también me la machacó el tren. Quedé en medio de las dos líneas y por encima mío pasaron todos los vagones” (SJM: Revista Envío, Mayo 2010).

José Luis Hernández sintió su pierna y su brazo tiempo después de haber sido amputados de su cuerpo. Así como Alexis Martínez no quería nada y se la pasaba solito, José Luis lloraba pensando que ahora, en lugar de ayudar a su familia, le sería una carga a sus papás. “Yo nada más lo que hacía era llorar. Ya no le miraba sentido a mi vida”. Sin embargo, en medio del dolor del hospital y de verse amputado, recuerda lo que escuchó al momento de llegar al nosocomio, en el norte de México: “Éste a saber qué tiene que hacer todavía en este mundo, porque no lo mató ese tren”. Ese “hacer todavía en este mundo” tiene su respuesta en experiencias como la de Alexis Martínez, a quien La Bestia le cercenó la pierna izquierda y el brazo izquierdo. En 2010, después de un año de soledad, Alexis recibió una visita. Era un joven alto, quien entró caminando y le mostró que no tenía la pierna derecha y el brazo derecho. Su nombre: José Luis Hernández.

“Si él puede, yo debo poder»

Alexis Martínez señala, desde su silla de ruedas y a 578 kilómetros de El Progreso, que al conocer a José Luis Hernández se sintió alegre: “Dije, si él puede, yo debo poder, y agarre ánimo”. El grupo – como llama Alexis a AMIREDIS – lo llegó a buscar en 2010 a su casa. Ese mismo año se incorporó. Un día antes de llegar a Guatemala, Martínez y el resto de 15 miembros de AMIREDIS encontraron en el bus varias personas iniciando su lucha hacia Estados Unidos. “Les dimos consejos”, advierte Alexis. “Tengan cuidado por todo, algunos van alcoholizados en el tren, es peligroso”.

Alexis Martínez cambia el rumbo de su historia: ahora pasa de testimonio a denuncia, la primera siendo la piedra y soporte de la segunda. “En el tren van personas con tres o cuatro días sin comer, se mueren en el tren por ir débiles”, informa. El eco del desmayo de José Luis Hernández se complementa ahora en la denuncia de Martínez. El hombre que le dio ánimo al otro ahora lo complementa en su fuerza de denuncia social. No es el único, es la fuerza que brinda AMIREDIS como colectivo formado por los migrantes heridos y amputados. “Somos los hombres de valor”, enfatiza otro migrante sin pierna. “Somos gente de paz”. Desde Honduras vienen exigiendo audiencia con el alcalde de El Progreso, Alexander López Orellana, así como con el nuevo presidente de Honduras, Juan Orlando Hernández. El primero “nos ignoró” y el segundo “no nos quiso atender”. señalan.

En su toma de posesión, el alcalde López Orellana aseguró: “Nuestro gobierno continuará fundamentándose en una estructura de valores sociales que incluya el actuar con transparencia, actitud de servicio y un trato igual para todos los progreseños”. (La Prensa, 25 enero 2014). En su reciente visita a la Casa de Gobierno, en Tegucigalpa, AMIREDIS encontró las puertas cerradas. No era la primera vez que la visitaban. Anteriormente exigieron al presidente Porfirio Lobo cumplir con la promesa de un proyecto habitacional. En esta segunda visita, relata otro miembro del grupo, “nos ignoraron. Ellos comían y botaban la comida”.

Remesas, sangre del pueblo

Los migrantes, hombres y mujeres, niños y ancianos, son un movimiento humano urgido a salir de las condiciones de despojo, guerra y violencia. “A Estados Unidos vamos por empleo”, no por un sueño americano, recalcan los migrantes discapacitados. Allá, en el Norte, son los miserables y las marginadas quienes trabajan construyendo las casas del consumismo, pintan sus paredes, recogen sus cosechas, fabrican sus utensilios de cocina e incluso su ropa. La riqueza la producen los despojados, verdad central en la crítica al capitalismo. Por eso la denuncia que se encuentra en varios de los migrantes golpeados: Mandamos remesas por 3 mil millones de dólares, y son los bancos los que se hacen millonarios. Según el Banco Central de Honduras y el Banco Central de Guatemala, durante el año 2013 los migrantes en Guatemala enviaron 5 mil millones de dólares, 4 mil millones los de El Salvador, 3.2 mil millones a Honduras y mil millones a Nicaragua.

Wilfredo Filiu piensa lo mismo: “Los gobiernos se quedan con todas las remesas de migrantes. Tenemos dignidad para un sueldo”. Uno de los puntos que más critican es cómo en Honduras la discriminación al discapacitado o migrante amputado es tremenda. José Luis Hernández cuenta cómo en algunos comedores “la gente lo ve a uno como diciendo, ya viene éste, ya me va a correr la clientela. Y aunque lo vean así, uno tiene que pagar un colectivo, un taxi.” (SJM: Revista Envío, Mayo 2010). Siendo el principal objetivo del capital la producción de valor, las personas con capacidades distintas o que han sufrido alguna enfermedad o amputación son rechazadas. En el caso de los miembros de AMIREDIS es una triple explotación histórica.

La triple explotación

El Estado y la renta finquera en Honduras se encargaron de robar las tierras fértiles de El Progreso, concediéndolas a la Tela Railroad Company a cambio de la construcción de vías férreas. El banano, en tanto mercancía, vino a reñir con la producción de maíz y otros cultivos de propio consumo para las comunidades campesinas de Yoro.

Segundo, con la crisis del banano los empleos disminuyeron drásticamente durante la década de los noventa y los 2000. En los testimonios se constata esta ruptura entre la bananera como fuente de trabajo local y, por el otro, la necesidad de irse a Estados Unidos a buscar empleo. Ya lo decía Armando Martínez, que iba al Norte por empleo, no por un sueño. Con las tierras acaparadas por la agroexportación en el Yoro, la violencia del narcotráfico y la falta de oportunidades para vivir dignamente en Honduras, como en Centroamérica, hombres como José Luis o Alexis deciden emigrar.

Tercero, cuando regresan mutilados por los accidentes, los migrantes son marginados por la sociedad hondureña y la producción, basada en el lucro, a partir de la cual se ha organizado. La voz que reclama al Estado y a los bancos es la voz del empobrecido históricamente, del migrante que grita de dolor viendo sus piernas mutiladas por el tren.

La Bestia no sólo es el tren, es una multitud de experiencias que sufre el migrante a lo largo de miles de kilómetros. La violación de una hondureña en Tapachula por maras, presenciada por José Luis Hernández; las emboscadas y redadas que hace la Migra en las estaciones, obligándoles a correr y bajarse del tren en movimiento para no ser capturados; el calor insoportable de la maquinaria del tren, la deshidratación y el hambre; las ruedas metálicas que prensan las piernas y brazos de los explotados de Centroamérica contra las vías férreas. Esas mismas vías férreas que en San Luis Potosí, Chihuahua o Veracruz cercenaron los miembros de Alexis, José Luis y Armando, son parte del mismo movimiento del capital que, en otro momento histórico, en Honduras, con la Tela Railroad Company, les expropió las tierras del Yoro a sus abuelas y abuelos. La memoria del despojo es la memoria del oprimido, su indignación propicia la fuerza de la transformación social.

Abriendo nuevos caminos

Para el lunes 24 de marzo, los integrantes de AMIREDIS agarraron camino a México. Ya habiendo probado con el poder municipal y el estatal en Honduras, su próximo objetivo fue conversar con el presidente de México, Enrique Peña Nieto. Todos enfatizaron que el viaje lo llevan a cabo con sus propios fondos, ni el Estado ni empresa alguna los están financiando. Entre las principales características de las denuncias y demandas de los migrantes están:  su sentido de patria, su experiencia y palabra de explotados en situación de injusticia, y su deseo de cambiar el mundo.

La patria del migrante

La patria o tierra del migrante no se basa en las fronteras nacionales de los Estados. Dado que sus viajes han  sido emprendidos, muchas veces, sin visas, documentos y con poco dinero, su mundo no es el de la circulación mercantil. Son los perseguidos por la Migra, son los extorsionados y violadas por las maras, son los esclavizados por los cárteles narcotraficantes. Frente al Estado, su resistencia es no tener nombre, no tener un asiento en buses o aviones, no tener alimentos. Sólo cuando la migra los caza y controla, los migrantes vuelven a tener nombre, se les categoriza como pertenecientes a una frontera delimitada (por ejemplo, hondureños o guatemaltecos), se les da de comer en centros de detención y se les compra un boleto aéreo para sacarlos del país.

Por lo tanto, no es el nombre, el pasaporte o el dinero el que les abre camino a los migrantes, sino su propia tenacidad y riesgo frente a las dificultades. Justo como dice Alexis Martínez: “Cuando uno quiere ir para allá ya nadie lo para”. Burlando el nombre o la identidad que requiere el poder estatal, para los trabajadores que migran su fuerza es su experiencia. Una nueva nación está naciendo en los migrantes, desde siempre, en resistencia al control del dinero y del poder: la nación que experimenta, que vive, que respira, que pasa hambre, que sufre. Mientras para los burócratas y propietarios es incorrecto que un hondureño reclame al presidente de México, para Armando, Alexis y José Luis es un derecho a partir de la nueva nacionalidad que les ha dado la experiencia, la persecución y el accidente.

Experiencia y palabra de los explotados

El encuentro cara a cara con La Bestia y su mordida marcan para siempre. Armando Martínez lo demuestra: “Fue en México que se quedó mi pierna”. Es similar a la idea del ombligo, la patria y el nacimiento. Allí donde dejé mi ombligo, se suele decir. Al nacer, se corta el ombligo e iniciamos la experiencia del nuevo ambiente, del nuevo mundo, con un grito. El grito es vida que se abre, negando y afirmando al mismo tiempo. Pero mientras el ombligo y el grito son parte del nacimiento del bebé, en el accidente del migrante es el enfrentamiento al dolor del mundo, a la injusticia, a la mutilación social. El mundo del poder nos mutila. Armando dejó su pierna izquierda en Veracruz.

México es su nueva patria, no la del Estado, capital y dinero que le obligaron a pasar hambre, que le persiguieron, que lo cortaron, sino la patria de la experiencia, del dolor, del grito. Otro migrante señaló lo mismo: “Dejamos parte del cuerpo en México, es nuestro derecho humanitario”. La pierna mutilada, el brazo cortado, la sangre derramada, abren  y crean derecho, nueva nacionalidad, reapropian el mundo. De nuevo, esto no es algo abstracto o un discurso solamente, sino la palabra pronunciada por migrantes asociados, a 578 kilómetros de El Progreso, en ciudad de Guatemala. Los migrantes sin piernas han abierto camino, sin brazos, están construyendo un nuevo mundo.

Deseo de cambiar el mundo

Su testimonio del dolor se hace desde la fuerza, potencia y movimiento de la vida que humaniza. Crean un mundo al denunciar las condiciones que los hicieron sufrir, es decir, desde la negación de lo que los negó en un principio. El mismo migrante que identifica su pierna perdida con su derecho humanitario, recuerda: “En México nos persiguen al estilo animal”, enfatizando las dos últimas palabras. El Estado los caza a través de la migra, los persigue entre los hierros oxidados del tren, entre el calor y el humo de los motores, entre los ruidos industriales del poderío de los trenes. La máquina es una extensión de la caza al estilo animal. Para quienes se benefician de la propiedad, del dinero, de la nacionalidad de ambas, el migrante es alguien perseguible, un criminal, un animal, alguien sin derechos.

El nuevo mundo que anuncian los migrantes no necesita referir símbolos externos (patria, dios, apellido). Más bien su mundo parte de la negación del mismo. Recordemos lo que nos dice Alexis respecto su experiencia: “no le deseamos esto a nadie” y Armando, también, lo tiene presente: “Ver amputada la pierna no lo deseo ni a mi peor enemigo”. Un mundo que ha entrado en comunión con el dolor humano, experimentado en sí mismo, ya no se construye sobre enemigos. Es tan profundo el fondo de la experiencia que una comunidad contra el dolor humano está naciendo. La presencia del migrante amputado es, a la vez, una llamada. Armando lo decía así: “Espero que también salgan a la luz los migrantes amputados de Guatemala”. En sus palabras el llamado es lucha contra el miedo, contra el aislamiento, contra el estar solito, el no hacer nada, no decir nada.

La maratón

Los migrantes hondureños, cercenados por La Bestia, llaman a los amputados  del mundo. Wilfredo Filiu lo tiene sumamente claro: “Venimos por todo el mundo, por toda Centroamérica”. Aquel grito de dolor del migrante junto a la vía férrea, ensangrentado, con polvo sobre sus heridas, solitario, es ahora en colectivo el llamado a la luz, a la vida que humaniza, a la solidaridad desde el reconocimiento de la amputación social. Continúa Wilfredo: “Tenemos derecho, tenemos un pedazo de cuerpo en México, buscamos salvar vidas”. Los miembros de esta asociación llaman a su esfuerzo y lucha la maratón. “Hacemos esta maratón, sí valemos ante todo”, afirma Wilfredo.

Luego prosigue: “La migra nos empieza a correr, merecemos mejores tratos con nuestra sangre, con nuestros hermanos”. La maratón es entendida como movimiento de la denuncia y de hacer valer los derechos: “Seguro, se va a enterar de nuestra maratón”, decía uno de sus miembros pensando en un burócrata hondureño que los ignoró en la Casa del Gobierno, en Tegus. Por último, la maratón es un llamado a salir a la luz. No se piensa en una maratón individualista, egoísta, de gloria personal, sino más bien en una lucha colectiva. La maratón colectiva busca salvar al pueblo.  Wilfredo lo anuncia: “Los incapacitados de Guatemala y Honduras se van a juntar, vamos a darle vuelta al mundo entero”.

 06 de marzo 2014

Referencias

Banco Central de Honduras.(2014) Remesas familiares enviadas por hondureños residentes en el exterior y gastos efectuados en el país durante sus visitas. Subgerencia de Estudios Económicos / Departamento de Estadísticas Macroeconómicas, pp. 15 Disponible en: http://www.bch.hn/download/remesas_familiares/remesas_familiares_012014.pdf

Banco de Guatemala. “Guatemala: Ingreso de Divisas por Remesas Familiares, Años: 2001-2014” en: Sitio web Banco de Guatemala. Consultado: 22 de marzo 2014. Disponible en: http://www.banguat.gob.gt/inc/ver.asp?id=/estaeco/remesas/remfam2014.htm&e=109782

Dirección General de Migración y Extranjería, Honduras. Estadísticas migratorias. Disponible en: http://www.migracion.gob.hn/index.php?option=com_content&view=article&id=78&Itemid=274

Proceso digital. “Migrantes hondureños, los más mutilados por “la bestia”“ en: Departamento 19, 10 de enero 2014. Disponible en:http://www.departamento19.hn/index.php/portada/69-actualidad/9590-migrantes-hondurenos-los-mas-mutilados-por-la-bestia-.html

Redacción Prensa Libre. ”Migrantes solicitan apoyo” en: Prensa Libre, 24 de marzo, 2014. Disponible en:http://www.prensalibre.com/noticias/migrantes/Migrantes-solicitan-apoyo_0_1107489265.html

Redacción Prensa Libre. ”Hondureños accidentados advierten sobre migración ilegal” en: Prensa Libre, 23 de marzo, 2014. Disponible en: http://www.prensalibre.com/noticias/migrantes/migracion_ilegal-hondurenos_mutilados-cambio_a_politica_migratoria_0_1106889431.html

Servicio Jesuita para Migrantes (SJM). “José Luis Hernández: Estoy así porque me fui a Estados Unidos” en: Revista Envío, mayo 2010, número 338. Disponible en:  http://www.envio.org.ni/articulo/4178

Puente Sur. “A José Luis “La Bestia” le arrebató parte de sus extremidades superiores e inferiores, pero no la alegría (Honduras)” en: Revista Puente Sur, 11 de diciembre 2013. Disponible en: http://revoluciontrespuntocero.com/puentesur/a-jose-luis-la-bestia-le-arrebato-parte-de-sus-extremidades-superiores-e-inferiores-pero-no-la-alegria-honduras/

Soberanes, Rodrigo. “Hondureños víctimas de La Bestia buscan apoyo de EPN” en: La Jornada Veracruz, 25 de marzo 2014. Disponible en: http://www.jornadaveracruz.com.mx/Nota.aspx?ID=140325_062712_902

Ramíres, Lilian. ”Transparencia promete alcalde de El Progreso” en: La Prensa, 25 de enero 2014. Disponible en: http://www.laprensa.hn/honduras/apertura/444726-98/transparencia-promete-alcalde-de-el-progreso

Publicado el 07 de abril de 2014

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