Cortan el hilo del que depende la vida de miles de somalíes

Stephen Roblin Traducción: Clayton Conn a:5:{s:6:"format";s:14:"default-format";s:8:"keywords";s:0:"";s:6:"author";s:0:"";s:6:"length";s:0:"";s:8:"explicit";s:0:"";}

Estados Unidos. El funcionamiento continuo de las remesas es «esencial para la supervivencia inmediata de Somalia y su desarrollo a largo plazo», concluye un nuevo informe de Oxfam, que hace hincapié en el «papel crucial» de los somalí-americanos y las instituciones de transferencia de dinero de las que dependen para enviar los ahorros salvavidas de vuelta a casa. A pesar de su importancia, «el camino de las remesas somalíes está bajo una amenaza seria», advierte el informe. Su precario estado es el resultado de un esfuerzo de Washington dirigido a prevenir que los somalíes de la diáspora presten ayuda a su país, lo que constituye uno de los acontecimientos poco conocidos, resultado de la «guerra contra el terror».

La importancia del sector de las remesas de Somalia no está sobre valorado. Las remesas internacionales sacan a «flote» la economía. En una impresionante manifestación de solidaridad, menos de un millón de somalíes en diáspora envían entre mil y dos mil millones de dólares al año, con lo que esto se convierte en el mayor contribuidor al Producto Interno Bruto del país. Cuarenta por ciento de la población depende de estas transferencias, que se utilizan para cubrir gastos básicos como alimentos, medicinas y educación. Para ponerlo en perspectiva, Somalia recibe más remesas en un año normal que el monto de la asistencia humanitaria prestada por gobiernos extranjeros en 2012, un año en que la asistencia fue irregularmente alta, como consecuencia de la sequía “épica” de 2011 en el Cuerno de África y la hambruna que desencadenó en el sur y centro de Somalia.

Como muestra el informe de Oxfam, una parte significativa de las remesas proviene de los más de cien mil somalíes que viven en los Estados Unidos, el tercer mayor destino de estos migrantes internacionales (después de Etiopía y el Reino Unido, respectivamente). Sus contribuciones representan casi el 20 por ciento del flujo total de remesas, aproximadamente 215 millones de dólares anuales. Esta cantidad se aproxima a la asistencia humanitaria que el gobierno estadunidense entregó al país en 2012.

Para los somalíes que dependen de la ayuda exterior para la supervivencia diaria, sus parientes en la diáspora ofrecen un beneficio más importante que la asistencia del gobierno estadunidense: No detienen el flujo de fondos en los peores momentos, sin importar las consecuencias. Esta es una preocupación muy real para los somalíes, muy familiarizados con la práctica humanitaria de Obama.

En los años previos a la hambruna de 2011, los Estados Unidos sacó el enchufe de la asistencia humanitaria al país y criminalizó la ayuda humanitaria en la región centro-sur. Estos actos benevolentes, junto con la prohibición de Al Shabaab contra las agencias occidentales, desmantelaron efectivamente el sistema de ayuda humanitaria en la región, lo que fue una de las principales causas de la hambruna que se cobró unas 260 mil vidas, según un nuevo estudio de la mortalidad.

Los somalíes en la diáspora no manifiestan tal crueldad. Por lo tanto, cualquier amenaza contra la canalización de remesas a Somalia debe ser visto como la erosión de un importante amortiguador frente a los ciclos de auge y caída de la ayuda de los gobiernos extranjeros al «Estado fallido».

La guerra financiera contra el terror

Las remesas se vieron amenazadas desde los primeros disparos de la «guerra contra el terror.» En noviembre de 2001, la administración Bush, con «inteligencia de basura» en la mano, cerró Al Barakaat, la compañía más grande de prestación de servicios de remesas a Somalia. Alegó que la compañía era utilizada para canalizar dinero a Al Qaeda, lo que es una violación a la Ley Patriota.

El cierre “fue aclamado por el gobierno y los medios de comunicación como un éxito rotundo», escribe Ibrahim Warde en su devastadora crítica a la guerra financiera contra el terror El precio de miedo: La verdad detrás de la guerra financiera contra el terrorismo. Esta reacción es especialmente reveladora a la luz de las circunstancias en el momento de la decisión. Apenas dos semanas antes de la clausura, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) anunció que 300 mil somalíes enfrentan hambre inmediata debido a la sequía y la escasez de alimentos. Afortunadamente, la caída de las remesas causada por el cierre no fue tan grave como se predijo, ya que otras empresas llenaron el vacío. Cuando el gobierno retiró los cargos -un año más tarde- por falta de pruebas, los medios de comunicación y la élite de la opinión apenas se dieron cuenta. Los somalíes, por su parte, prestaron mucha atención, naturalmente, y sintieron que «había un fuerte sentido de la injusticia cometida contra la empresa y el país», explica Warde.

Al Barakaat no pudo sobrevivir. Una de las empresas que llenaron su vacío fue Dahabshiil, el negocio de transferencia de dinero más grande en Somalia actualmente. Es también el marco del último ataque contra las remesas.

Al parecer, el mayor banco británico, Barclays, tiene la intención de cerrar su cuenta con Dahabshiil. La empresa es miembro de la Asociación Somalí de Servicios Monetarios (SOMSA), un organismo comercial del Reino Unido dedicado a la industria de transferencia de dinero. Según SOMSA, 12 de sus miembros han perdido sus cuentas en el Reino Unido. Los cinco restantes se enfrentan a cierres «inminentes», informa la BBC.

El cierre de Dahabshiil hecho por Barclays «cortará un salvavidas para los servicios esenciales en Somalia», señala Philippe Lazzarini, oficial superior humanitaria de la ONU en Somalia. La declaración de Lazzarini se refleja en una carta firmada por más de cien expertos somalíes e internacionales que pidieron al gobierno del Reino Unido intervenir a favor de la empresa y de los muchos que dependen de sus servicios, una propuesta que fue rechazada.

Laura Hammond, académica especializada en el Cuerno de África, analiza los posibles impactos de los cierres: «Los miembros de la diáspora que viven en el Reino Unido y muchos otros países europeos no podrán enviar legalmente dinero a Somalia, y muchas agencias de ayuda también tendrán dificultades», ya que dependen de Dahabshiil para hacer pagos dentro de Somalia. «El momento de esta decisión no podría haber sido peor», explica.

Justo cuando en el país se formó el primer gobierno en ser reconocida internacionalmente en dos décadas, cuando la piratería se encuentra en un mínimo histórico, y los insurgentes de Al Shabaab parecen debilitarse, los principales canales por los cuales fluyen las remesas, la inversión extranjera y la ayuda internacional están en peligro de ser cerrados.

Barclays citó «riesgos del sector» como el motivo de la clausura y negó que la compañía haya «involuntariamente sido un conducto para delitos financieros». No obstante el expediente limpio de Dahabshiil, los «riesgos» sectoriales son que el dinero transferido a Somalia pueda, «sin darse cuenta», facilitar «el lavado de dinero y financiamiento del terrorismo». Por lo tanto, Barclays cerró la cuenta. Orwell estaría impresionado.

Demasiado débil para proteger

Estos riesgos fueron artificialmente impuestos por Washington. Desde el cierre de Al Barakaat, el marco regulador de los Estados Unidos se volvió cada vez más hostil a las empresas de transferencia somalí-estadounidense. Como resultado, en los últimos diez años los bancos estadounidenses han cerrado cuentas somalíes a un ritmo alarmante. Los cierres se basan en una «aversión generalizada al riesgo en lugar de preocupaciones específicas con respecto a sus prácticas de cumplimiento», según el informe de Oxfam. Washington tomó el liderazgo en la institucionalización de normas contra la financiación del terrorismo a nivel internacional.

La decisión de Barclays viene después que las autoridades de Estados Unidos multaron al gigante financiero británico HSBC, con cerca de 2 mil millones de dólares, por facilitar el blanqueo de dinero por los «terroristas», «naciones canallas», «capos de la droga», y otros actores nefastos. En este caso, las autoridades estadounidenses tratan la conducta criminal del banco «atroz» con la salud del sector financiero en mente. Decidieron no acusar a HSBC, pues hacerlo «pone en peligro a uno de los bancos más grandes del mundo y finalmente desestabilizaría el sistema financiero global», informó el New York Times en su momento. Aquí, «desestabilizar» significa amenazar las ganancias y el dominio de las instituciones financieras gigantes, que, por cierto, son los responsables de «comer fuera de la economía de mercado moderna del interior» (Martin Wolf).

La decisión de proteger a los bancos gigantes del «Estado de derecho», confirmó el compromiso del gobierno con la defensa de la doble doctrina, «demasiado grande para fracasar es demasiado grande para ir a la cárcel», como acertadamente afirma un editorial del New York Times.

Las doctrinas no se extienden a los débiles. En consecuencia, a los ojos de los funcionarios occidentales, las instituciones y redes encargadas del funcionamiento del camino de remesas de Somalia, excepto los grandes bancos, son suficientemente «pequeños» – débiles e insignificantes – para forzar al fracaso. Lo mismo ocurre con aquellos que confían en la «línea de vida».

Apoyo material para el terrorismo

La preocupación expresada por Washington es que las transferencias de dinero pueden de alguna manera «beneficiar» a Al Shabaab. Cualquiera que esté familiarizado con los recientes acontecimientos en Somalia puede ver la ironía aquí. Por su parte, Al Shabaab ha sido el principal benefactor de la política de Estados Unidos hacia Somalia desde los atentados de 2001. La coalición militante fue catapultada después de una devastadora intervención etíope apoyada por Estados Unidos a finales de 2006. La intervención creó un vacío político que Al Shabaab llenó con gusto. Antes de estos acontecimientos, la amenaza terrorista en Somalia era minúscula. También dio lugar a un fenómeno moderno, al que podemos referirnos como «iraquización de Somalia», la rápida migración de los yihadistas extranjeros que siguen a las agresiones orquestadas por Estados Unidos. De hecho, la afluencia de los yihadistas extranjeros a Al Shabaab es un factor clave para la radicalización de la coalición. Este fenómeno migratorio es una de las causas principales de lo que el Departamento de Estado identificó recientemente como una amenaza terrorista más «dispersa geográficamente» prácticamente la admisión de su fracaso.

Se agrega a la ironía el carácter selectivo de los intentos occidentales para ahogar la financiación del terrorismo. Como señaló Anna Lindley, especialista en los sistemas de remesas de Somalia, «los señores de la guerra que aterrorizan a la población civil de Mogadiscio desde hace años utilizan una amplia gama de mecanismos de transferencia de dinero que no ameritan sanción de los proveedores de servicios de la comunidad internacional». Lo que es peor, los Estados Unidos proporcionaron apoyo financiero directo a los jefes militares para librar una campaña de terror en las calles de Mogadiscio. Entre 2003 y 2006, financiados por la CIA, señores de la guerra llevaron a cabo asesinatos en las calles de la capital. La política califica claramente como «apoyo material» al terrorismo.

Es difícil entender cómo el desmantelamiento de las instituciones formales de remesas debilitará a Al Shabaab. Hay razones para creer que puede tener el efecto contrario.

En diciembre de 2011, el Banco Comunitario Sunrise, en Minneapolis, uno de los centros de actividad más importantes de Somalia en los Estados Unidos, cerró las cuentas de las organizaciones de transferencia de dinero. Los informes de Oxfam afirma que esta decisión tuvo dos efectos. En primer lugar, interrumpió las transferencias de dinero a Somalia en un momento en el hambre seguía devastando vidas. En vano, las organizaciones humanitarias instaron al gobierno de Obama a ofrecer garantías a Sunrise de que no enfrentaría consecuencias legales por la realización de transferencias bancarias. En segundo lugar, los antiguos clientes del banco comenzaron a enviar dinero a través de canales indirectos (y más caros). Como el informe de Oxfam afirma, el uso de canales indirectos «reduce la transparencia de las transacciones y compromete la capacidad del gobierno estadunidense y las autoridades somalíes para controlar y regular la transferencia de los fondos». Es fácil ver cómo Al Shabaab podría aprovechar los canales informales de remesas.

Las respuestas son más fáciles de justificar cuando las víctimas que generan son consideradas de menor valor, costos menores. Hasta que la gente que tome conciencia cambie este cálculo, Estados Unidos y los políticos occidentales seguirán equivocándose con Somalia; erosionando las pocas líneas salvavidas que mantienen a flote a la frágil sociedad.

 Publicado el 4 de noviembre de 2013

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