Este mundo es nuestro, no de ellos

Daniel Vargas/ estudiante de Filosofía del ITESO

Guadalajara, Jalisco. El movimiento #YoSoy132Gdl surgió en Guadalajara, un estado controlado por la inoperancia, la ineficiencia y la fachada. Jalisco está golpeado por la pobreza no sólo en las zonas rurales del estado, sino también en las zonas conurbadas de la ciudad de Guadalajara. Cada vez es más evidente la presencia del crimen organizado y las luchas de poder por el territorio -casi nunca mencionadas en los medios-, el lavado de dinero, la corrupción, la violencia, los asesinatos, los cacicazgos y una infinidad de problemas que no son ajenos al resto del país.

El movimiento en la ciudad de Guadalajara surgió no sólo por la coyuntura del contexto nacional, también estuvo muy impulsado por el ámbito local, en medio de una disputa por la gubernatura del estado. El proceso electoral de Jalisco mostró el descontento generalizado de una sociedad que parece abrirse a nuevas formas de gobierno, una contienda cerrada en donde un partido que se dice de “izquierda”, que no tiene arraigo ni tradición en esta región del país, estuvo cerca de obtener la gubernatura. El voto útil y diferenciado, a comparación de otros años, mostró sus efectos durante la jornada, aunque no fueran suficientes para evitar que Aristóteles Sandoval, ex candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y actual gobernador, ganara las elecciones.

El comité Somos Más de 131 ITESO, universidad del sistema jesuita, organizó junto con los estudiantes de la Universidad Iberoamericana, la primera marcha del movimiento #YoSoy132 en Guadalajara, así como una primera reunión en las instalaciones del campus. Posteriormente se articuló con otros grupos que simpatizaban con el movimiento, de otras universidades y colectivos, en su mayoría estudiantes y egresados de la Universidad de Guadalajara, para organizar las primeras asambleas públicas en el simbólico Parque Revolución o Parque Rojo, en la zona centro de la ciudad.

La participación en el proceso electoral, el descontento y la remembranza de las canalladas del PRI durante el siglo pasado, así como la ya activa y diversa organización de algunos grupos de jóvenes y no tan jóvenes en la ciudad y en las casas de estudio, fueron los que enlazaron el Colectivo #YoSoy132Gdl.

 

El Proceso

El movimiento en la ciudad de Guadalajara tuvo su mayor cohesión antes a las elecciones del 1 de julio, con grupos de brigadeo, de artistas y creadores de contenido, grupos de reflexión, enlaces con medios o que asistían a las asambleas nacionales. Se articularon las diversas preocupaciones sociales en un manifiesto siempre abierto que trató de asistir a las problemáticas nacionales y locales.

Se organizó el debate entre candidatos a la gubernatura del estado que se pudo difundir por televisión abierta, al que no asistió el candidato del PRI, como sucedió en el debate presidencial. Se organizaron festivales culturales y artísticos, acampadas, se instalaron módulos de información para el público, se elaboraron una revista y una gaceta con el apoyo de gente del movimiento y simpatizantes, así como la transmisión de Radio Centinela, todos ellos medios para difundir información, inquietudes y denuncias de los integrantes del movimiento.

Un amplio grupo de jóvenes manifestó su preocupación por declarar el movimiento contra Raúl Padilla, a quien acusan del cacicazgo político del Grupo UdG y de tener gran influencia no sólo en los ámbitos internos de la universidad, sino de la ciudad y del estado. Se le acusa de extender su injerencia a decisiones de políticas públicas, a partidos políticos, diputaciones, regidurías o federaciones de estudiantes.

Después del 1 de julio, el debate se tornó diverso en cuanto a las líneas de acción a tomar: si el tema de la imposición de Peña Nieta debía ser superado o llevado hasta sus últimas consecuencias; o si la demanda hacia los medios de comunicación y su manejo torcido de la información sería el principal objetivo del movimiento; o si era mejor enfocarse en los problemas locales y sus personajes. El desgaste fue demasiado y la depuración de los miembros del movimiento, inevitable.

Después de esa fecha, el #YoSoy132 en Guadalajara se desdibujó en cierta medida al conformarse un aglomerado de grupos diversos con distintos modos de acción y pensamiento, pero disgustados por el cochinero que fueron las elecciones, el cinismo del PRI y del Instituto Federal Electoral. Se formó el Frente Amplio Jalisco (FAJ), cuya principal línea fue mostrar su rechazo al proceso electoral y en la medida de las posibilidades, impedir la imposición de Enrique Peña Nieto. Este intento culminó el 1 de diciembre de 2012 con la detención de varios compañeros, luego de los disturbios y represión afuera de la Feria Internacional del Libro en la Expo de Guadalajara. Actualmente se sigue luchando para que se suspendan los cargos penales contra miembros de #YoSoy132 y el FAJ.

La resistencia

El proceso después del primero de julio ha mostró la dificultad y el complicado trabajo que es la articulación de la diversidad de opiniones, decisiones y modos de proceder. A partir de entonces, parece que el movimiento ha ido pasando por un proceso de reconstrucción constante, de redescubrimiento de sus miembros, de los actores sociales y políticos, y de lo acontecido.

La celeridad del movimiento, la cercanía de su origen con la jornada electoral, y posteriormente con la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, y la urgencia por tratar de actuar y tener cierto impacto en esos acontecimientos, ha dejado poco tiempo para la reflexión de la identidad del movimiento, de sus grupos y sus miembros. Ha sido difícil recrear un constructo colectivo que trascienda las diferencias, que genere un núcleo en donde la diversidad pueda girar entorno, ha faltado pensamiento para generar un sentido para los miembros del movimiento, más allá de la emotividad inicial.

Cuando nos quedamos en el ámbito de lo fascinante, lo ideológico o lo visceral, a la larga las disputas internas se tornan aburridas. El sentido del movimiento se mantuvo en lo inmediato, en la emoción del momento y eso trajo sus costos.

La manifestación en los ámbitos locales del sistema descompuesto, ha sido el foco en el que grupos y colectivos comparten sus denuncias. ¿Cómo concentrar le energía de tanta gente para pegarle al sistema en un sólo punto, el más débil, sin generar una multitud de puntos flacos que no mueven a la bestia ni un centímetro? ¿Qué nos mueve, en qué creemos, qué queremos, en dónde estamos, qué significa la palabra poder para cada uno? Son distintas las preguntas que el colectivo tiene que reconstruir.

El desgaste, el constante cambio de trayectos, la disputa de liderazgos, la denuncia de incoherencias internas han ido un paso atrás de lo que se quiere y se pretende ¿Cómo resignificar las funciones de lo que ya no sirve dentro del movimiento? ¿Cómo volver a relatar nuestra historia sin caer en la imposición de quienes saben cómo se tienen que hacer las cosas? ¿Cómo sostenernos en lo nuclear a pesar de las diferencias?

Ha sido una constante lucha y resistencia contra aquellos que acusan, desde fuera, a los miembros del movimiento de violentos, de ninis, y demás calificativos, pero hay que estar conscientes de que si nos acusan de violentos es porque derrumbamos sus esquemas, porque es violento sacudir la arena en donde mucha gente ha construido sus casas sin ningún cimiento ¿Cómo sacudir la arena de esa gente sin dañar la dignidad de todos, escépticos, alejados, disidentes, autoexcluidos, enemigos?

Tenemos que saber que el núcleo no es el enemigo. El núcleo es lo que cohesiona, los objetivos principales, en lo que creemos, es lo que hacemos mejor. El núcleo es el deseo de que las cosas cambien para bien de todos y todas. El núcleo es la pobreza, la desigualdad, la exclusión, las víctimas de la violencia del estado o del crimen, abarcando todas las posibilidades pero enfocándonos en lo primordial: el sistema corrupto, la estructura de ese sistema más allá de los personajes y sus fachadas. ¿Cómo reconfigurar desde abajo, desde la base, desde la exigencia y el trabajo social?

Lo que le da fuerza a los grupos de poder, más allá del dinero y los medios, es la gente que cree en ellos. La gente es quien legitima su poder, y si se les quita, aún con todo el dinero del mundo, su poder se diluye. Necesitamos inaugurar símbolos colectivos, que toquen fibras, que convoquen, que se puedan comunicar fácilmente: actos colectivos, arte callejero, lenguaje, textos, cine. Necesitamos salir de los ideales y entrar a las realidades, pasar de la emoción a la reflexión y viceversa, pero no quedarnos estancados. Necesitamos derrumbar los discursos del sistema sin necesidad de las piedras, sino con el uso de las palabras y acciones significativas.

Las palabras nos evocan gritos y silencios, mueven pasiones y acciones. Las acciones convocan y contagian de vida y esperanzas. Cuántas ilusiones se arremolinan en los sueños de justicia, en los rostros que impulsados por la angustia se desgarran en las calles, en las plazas públicas, en el contacto horizontal y fraterno. Recuperemos nuestro espacio. Este mundo es nuestro, no de ellos.

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