Yolotecuani, un granito de arena musical para el cambio social

Jaime Quintana Guerrero

México. Para preservar y difundir la música regional mexicana, pero también para contribuir al cambio social, Isabel “Ada” Coronel, David Peñaloza García, Osvaldo Peñaloza y Cesar Martínez Vázquez –acompañados de sus instrumentos, arpa, vihuela, violín y cajón de tapeo-, le dieron forma al grupo Yolotecuani. Por medio de jarabes, palomos, chamarreados o arrancazacates, zambas y peteneras, animan al baile.

En 1986, hace ya 28 años, comenzaron con la difusión del son de tarima de Tixtla, Guerrero, al que se comenzó a llamar son tixtleco. La histórica ciudad, primera capital del estado y cuna de héroes independentistas, se encuentra en centro de Guerrero y es la entrada para la región de La Montaña.

Yolotecuani significa “corazón de tigre o jaguar”, animal que cuenta con una presencia muy fuerte en el estado. Fue el maestro Agustín Barrios Guevara, director del grupo Chintete, músico y bailador de sones de tarima, quien les “regaló” el nombre, explica Ada Coronel.

El grupo ya grabó cuatro discos: Sones de Guerrero, Cihuatatayota, Pueblo y Fiesta y Dices. Su trayectoria los llevó a presentarse como “embajadores” de la música tradicional de Guerrero en la varios estados de la república mexicana y en distintos países del mundo.

Explica David Peñaloza que “nosotros somos músicos tradicionales, no somos de escenario. Los agradecemos, pero no olvidamos que somos tradición y nos debemos a la comunidad; nuestro trabajo es para ella”. El artista explica que “a  mí me tocó vivir la música de cerca, en un contexto de la fiestas de mi pueblo, que es muy fiestero”. Ada Coronel tocaba música latinoamericana con un tío en la Ciudad de México, y un día “vino un grupo que tocaba sones de Guerrero, y tuvimos la idea de incorporar música tradicional en nuestro repertorio”. Conoció a David Peñaloza porque asistía al Colegio de Ciencias y Humanidades Oriente a dar talleres de tarima, “y ahora somos compañeros de la vida”, relata Coronel.

El grupo Yolotecuani está sumergido no solo en los versos y el baile, sino en la solidaridad, pues “somos del pueblo y nos debemos como músicos a él”, explica Ada Coronel. “Los mexicanos quisiéramos que cambiaran muchas cosas que son grises y negativas en el país. No tenemos armas para luchar, pero tenemos la música y la tradición”.

Los integrantes del grupo comparten los caminos de la montaña, las costumbres de sus pueblos, el sufrimiento y lucha de su gente. “Son experiencias de los lugares donde vamos a compartir nuestra música y solidaridad, son lugares que nos dejan impactados por lo que pasa en ellos”, expresa Ada Coronel. “Nosotros queremos contribuir con un pequeño granito de arena a que cambie esto”.

Mediante talleres, Yolotecuani fomenta el interés y forma a nuevos bailadores o músicos de la tradición de Guerrero. El grupo tiene su espacio en el parque El Pípila en la Ciudad de México, donde “utilizamos el baile y la música para generar cohesión social, atendemos niños, jóvenes, adultos mayores. Son pretextos para juntar a la gente y que platique, y también ahí nacieron nuevos procesos de músicos”.

La familia Yolotecuani tiene un hijo que desde el vientre comenzó a empaparse de la música, relatan Ada Corona y David Peñaloza. “Nos dimos cuenta de que cuando lo acercaban al escenario a escuchar música dejaba de llorar, y cuando lo alejabas comenzaba a llorar nuevamente”, señala la mujer.

Osvaldo Peñaloza Coronel toca el cajón en los foros de música tradicional desde pequeño. “Desde bebé está con nosotros en el escenario y toca el tambor Su aprendizaje fue nato, aprendió escuchando y yo le enseñaba algunas pisadas y el las entendía”, recuerda su madre.

“Nos sentimos orgullosos de ser parte de una pequeña expresión de México. Con la música tradicional podemos ayudar mucho a este país, por esos hacemos este trabajo y que cada quien haga su labor en su comunidad”, concluye David Peñaloza

22 junio del 2014

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