400 mil docentes, estudiantes, científicos, becarios, escuelas enteras, alumnos con sus padres y madres marcharon este 22 de marzo a Plaza de Mayo para repudiar el desfinanciamiento de la educación pública. Las distintas provincias mostraron sus propias realidades y la misma necesidad: el llamado a la paritaria nacional, tal como dispone la ley. Las voces federales, las respuestas al #YoCaí y cómo dar una lección en tiempos de crisis.
Ayer, y al mismo tiempo que las diversas caravanas comenzaban sus marchas, el ministro de Educación Esteban Bullrich confirmó en conferencia de prensa que el Gobierno no va a llamar a paritarias y pateó el problema a los ministros provinciales.
Bullrich habló luego que el Presidente Mauricio Macri anunciara los resultados de las evaluaciones Aprender realizadas el año pasado, criticadas por la comunidad educativa ya que el sistema, entre otras cosas, no abarcaba la trayectoria educativa de los estudiantes. “Es increíble que cinco de cada diez chicos no comprendan un texto en la escuela pública – declaró-. En la escuela privada, son dos de cada diez. Y en eso también tenemos que trabajar, en terminar con la terrible inequidad entre aquel que puede ir a una privada y aquel que tiene que caer en la escuela pública”, manifestó Macri.
La columna de Río Negro avanza a paso firme por Diagonal Norte. Le faltan apenas metros para llegar a Plaza de Mayo, después 960 kilómetros. Con el último suspiro dejan todo: cantan, agitan, aplauden, tocan el silbato y dejan claro por qué viajaron hasta Buenos Aires: para defender la educación pública.
La frase parece un cliché, pero desde ayer tomó una nueva connotación tras los dichos del Presidente, y creció tras las largas semanas en las que el gobierno se negó a abrir la paritaria nacional dispuesta por ley. El otro lugar común en esta marcha es una respuesta: los carteles de “#YoCaí” en la educación pública y sus variantes son muchos para decir lo mismo. “Soy fruto, producto y ya casi me estoy por jubilar de la escuela pública”, dice Mara de Juanes, mientras camina con una gorra azul por Avenida de Mayo. Vino desde Goya, Corrientes. “He trabajado gran parte de mi vida y por eso he visto el devastamiento total de la educación pública, del cual ningún gobierno se hace responsable”.
Norma, que marcha en la columna de la Federación de Educadores Bonaerenses (FEB) con un cartel que deja en claro que ella no “cayó”, sino que “eligió” la educación pública, expone su historia: “Egresé de la UBA con mucho esfuerzo y hoy enseño en las escuelas 7 y 1 de San Martín”. Trabaja en los equipos de orientación escolar y también es maestra de grado. Tiene la misma teoría que la correntina Mara: “Nosotros vemos a las claras cómo han deteriorado la escuela pública. La educación pública no es mala: lo malo es esta política que la degrada”.
La jornada de movilización cierra un nuevo paro de 48 horas, que esta vez tuvo alcance nacional y generó todo tipo de travesías hasta la Plaza de Mayo, en la cual a las 14 comenzó un acto con distintos oradores gremiales. Antes y después, los cánticos, las banderas y las pies en la calle.
Pobres docentes o docentes pobres
La marcha fue puntual como una clase docente: a las 11 las columnas llegaron a los distintos puntos de convocatoria. A esa hora una multitud colmaba Congreso, y en media hora ya había diez cuadras de movilización. Los docentes patagónicos avanzaron por Diagonal Sur; los estudiantes por Diagonal Norte; y los del centro y Norte del país desfilaron por Avenida de Mayo.
Cuando desde el escenario en Plaza de Mayo anunciaron la presencia de 400 mil docentes desde Jujuy a Tierra del Fuego, la cifra instaló lo que los ojos confirmaban: era un día histórico.
Una de las columnas más nutridas fue la de la Unión de Educadores de la Provincia de Córdoba (UEPC). “Estamos en un conflicto bastante serio porque la provincia no presentó propuesta para poner en consideración”, dice Alina Monzón, secretaria adjunta del gremio. “Lo único que presentó es un techo del 18 por ciento, pero estamos en una situación muy complicada ya que hay acuerdos de 2015 y 2016 que aún no se han cumplido. Tuvimos siete días de paro en el segundo semestre del año pasado. No hubo respuestas, sólo descuentos”.
¿Qué ocurre este año? “La situación se complejiza porque un docente de primer grado que recién se inicia está ganando hoy 12 mil pesos. Eso, en nuestra provincia, es debajo de la línea de pobreza”.
Así, cada docente trae una historia de su territorio que hace particular esta marcha federal. La correntina Mara relata una realidad peor: en su provincia un docente recién ingresado cobra poco más de 7 mil pesos mensuales. “Nosotros dependemos mucho de la paritaria nacional ya que Corrientes recibe los fondos nacionales como parte de las zonas más empobrecidas del NEA y del NOA”, cuenta. “Necesitamos esos fondos para poder llegar a un piso y estar en concordancia con los sueldos del resto del país. La provincia nos propone por decreto un aumento que no supera el 20 por ciento, cuando el 60 o 70 por ciento de los docentes de nuestra provincia están por debajo de la línea de pobreza”.
Si bien el salario mínimo se estipula en 9.672 pesos a partir de enero, las provincias hacen sus propios ofrecimientos ya que al no haber paritaria nacional, no hay piso en común. Así se permiten realidades como la de Mara: en Corrientes ofrecieron 16 por ciento, debajo de lo que el gobierno nacional insinuó.
Fabián Felman, secretario general de CEA, pone contexto: “Al correr el foco a las provincias, lo que hacen es imitar al Gobierno nacional y otorgar aumentos por decreto. Lo vimos en Corrientes, La Rioja, San Juan”.
Víctor Robledo se vino desde la escuela primaria de jornada completa de Rawson, San Juan. Dice que toda su vida estudió y ejerció en el sistema público. “La situación hoy está conflictiva, porque San Juan es una de las más necesitadas de recibir los fondos nacionales que Macri y ( Esteban) Bullrich (ministro de Educación) están negando. Un ejemplo: yo trabajo jornada completa 8 horas diarias y mi sueldo no llega a 12 mil pesos, con 20 años de antigüedad. Imaginate los que recién comienzan. También tenemos problemas con los comedores escolares: se pagan 8 pesos por alumno para que puedan almorzar. Decime, ¿quién puede almorzar con eso?”.
La pregunta queda picando y la retoman desde Formosa, donde parieron otra teoría: “Toda la discusión se queda en lo K o anti K”, dice María Elisa Cabrera, parada en Avenida de Mayo y Piedras. “Pero una es realista nomás: el sueldo de base es de 5 mil pesos y, con las categorías, alcanza los 9 mil. Así no se puede”.
Dichos y hechos
Además del empobrecimiento, si hay algo que engloba a todas las columnas es el repudio a las declaraciones del Presidente, quien dijo que los alumnos “caían” en las escuelas públicas al no poder acceder a las privadas. Se ve en los cartele,s pero también es lo primero que salta al entablar un diálogo: “Los dichos del Presidente son lamentables”, sintetiza Alina Monzón, secretaria adjunta de UEPC Córdoba. “Hablan desde un lugar de desconocimiento y de humillación absoluta a los docentes. Tendrían que pasar antes un rato por la escuela pública para saber de qué se trata”.
Las pecheras de docentes de Formosa están en la intersección de Avenida de Mayo y Piedras, luego de salir el lunes a las 2 de la tarde desde esa provincia. Durante el trayecto hicieron actos en Paraná y en Rosario. Una de ellas es María Elisa Cabrera. “Soy de Clorinda, límite con Paraguay. Soy directora del jardín de infantes N° 14 y estoy a punto de jubilarme, pero sigo peleando por las futuras generaciones”. María Elisa dice que era una de las que confiaba en el cambio. “Yo no lo voté, pero confiaba porque uno tiene que confiar en sus gobernantes. Y respetar, porque estamos en democracia. Pero si uno escucha lo que dijo, es indignante. Muchas personas se pueden quedar sin trabajo y pretenden que tengamos que pagar para estudiar. Eso es lo que quieren”.
Por una colmada columna de Entre Ríos marchan Patricia Cabrera y Marta Hirbe, directora y vicedirectora de la escuela rural Almafuerte, en Paraná. Dicen juntas: “Tenemos muchísima tristeza por la falta de sensibilidad del Gobierno. Nos parece increíble estar viviendo esta situación después de los 90. Vivimos con mucha preocupación porque vemos pocas posibilidades de salida con un Gobierno que no accede al diálogo y que no reconoce para nada la problemática social que atravesamos. Somos muchos, somos fuertes y la organización es posible. Es lo que nos queda: sufrimos devaluaciones y tarifazos que han afectado enormemente nuestro bolsillo. En síntesis, no recordamos un ataque a la educación pública así en años”.
Raquel Dalbies, docente de la localidad de Puerto Vilelas, a 15 kilómetros de Resistencia, destaca una característica del Gobierno: su coherencia. “Es coherente con las bestialidades que dice y hace: no nos podemos sorprender, aunque sí indignan las palabras porque lo que nos sobra a los docentes es coherencia, memoria, historia y hoy estamos poniendo en la calle a la comunidad educativa”. ¿Cómo ve la situación en la provincia? “Algunas de las políticas públicas son mantenidas con mucho esfuerzo por el gobierno provincial, como Conectar Igualdad y las orquestas y coros infantiles, pero la Nación extorsiona mucho con el dinero. Todo está supeditado a la paritaria nacional”.
Raquel dice que hace mucho tiempo que no escuchaba ataques a los docentes como los de los últimos meses. “Es un discurso exacerbado y con mucha impunidad. La verdad que son nuevos tiempos, donde la política es absolutamente empresarial y económica. En los ´90 querían imponer un modelo neoliberal. Hoy estamos en tiempos absolutamente perversos, en los cuales la ganancia es lo que tiene mayor importancia. La gente no importa, la exclusión no importa, el que necesita no importa; sólo el afán de recaudar y que dé resultado el negocio que podría ser la salud, la educación, la seguridad. Así y a las claras ha despojado al pueblo, en un año y medio, de los derechos conquistados y ha avanzado en políticas comerciales. En ese sentido las escuelas somos el primer lugar donde se siente el desempleo y el hambre: la mamá sostén de hogar que se quedó sin trabajo, el hermano al que echaron del laburo. Más allá de que nuestros derechos son vulnerados, los docentes somos el primer termómetro que tiene la sociedad para saber si la sociedad está en crisis. ¿Sabés qué? Lo estamos”.