Unidades de Policía Pacificadora: una nueva cara de la represión policíaca en Brasil

Entrevista de Joana Moncau

Sao Paulo, Brasil. «Desde que instalaron las Unidades de Policía Pacificadora (UPP), todos los días recibimos llamadas de quejas contra el abuso de autoridad y violencia policíaca»,dice Patricia de Oliveira da Silva, de la Red de Comunidades y Movimiento en contra la Violencia,en Río de Janeiro. Muchas veces han recibido llamadas durante la madrugada y han tenido que cruzar la ciudad cuando así ha sido necesario, para ayudar a alguien en una estación de policía o para interpelar a algún policía por sus abusos de autoridad.«Si la policía da dos palmadas en la mesa, nosotros damos tres, hasta lograr lo que es correcto«, dice Patricia.

Atender esos llamados, movilizarse junto a las comunidades para luchar contra la violencia, organizar con la sociedad una red de apoyo jurídico y médico para las víctimas, son algunas de las áreas en las que la Red actúa por la defensa de las víctimas dela violencia estatal y en contra las violaciones a los derechos humanos practicadas por agentes estatales en contra de las comunidades pobres. Pero, sobre todo, la Red trabaja en la construcción de una sociedad más igualitaria.

 La organización, que opera en varias comunidades donde las UPP se han instalado,se compone sobre todo de los familiares de las víctimas de la violencia de la policía y de activistas habitantes de las favelas y comunidades pobres en general. Fundada en 2004, la Red mantiene su autonomía y sobrevive con el apoyo de los residentes de la comunidad y de sus miembros.

 En entrevista con Desinformémonos, la Red de Comunidades y Movimiento en contra la Violencia hace una lectura sobre la situación de las UPP, que, de acuerdo con su análisis, practica una política de represión y violencia bajo el disfraz de la«pacificación”.

¿En qué consiste la política de las Unidades de Policía Pacificadora (UPP)?

Las UPP son la actualización de mecanismos de control y condicionamiento de las clases populares, cuya característica principal es la ocupación militar del territorio. En ese sentido, no es ninguna especie de policía comunitaria, como algunos afirman, sino una clara ocupación militar.

¿Cuál es la relación entre estas ocupaciones y las comunidades en donde se realizan?

Si se compara el mapa de los lugares ocupados por las UPP con el mapa de la ciudad de Río de Janeiro, sobresalen tres áreas: la turística, las áreas donde se realizan las obras para los mega eventos deportivos que Brasil organizará (Mundial de Fútbol y Juegos Olímpicos) y las rutas de entrada y de salida de la ciudad.

¿Cuál es el contexto que antecede a la idea de una ocupación militar del territorio para una “pacificación”?

Anteriormente se actuaba con una lógica de confrontación directa con narcotraficantes. Esa lógica no logró disminuir los crímenes, sino que provocó muchas víctimas. En el 2007, se alcanzó un “auge” en cuanto a las muertes provocadas por la policía; el número oficial de muertes ascendió a mil 330 personas. Es decir, la “guerra contra el crimen” se había transformado, de hecho, en una licencia para matar. Y, desde el punto de vista del Estado, se había transformado en un eficiente instrumento de control de la población, en especial de los pobres y los negros. En el 2008, se presentó una nueva modalidad de control: las Unidades de Policía Pacificadora.

Es como si, de pronto, los números de muertos empezaron a incomodar al gobierno, ¿por qué?  

Gracias a la actuación de movimientos como la Red de Comunidades en contra de la Violencia y a otros movimientos de derechos humanos, las críticas a la práctica de exterminio empezaron a aumentar, hasta ser muchas. Además, con la proximidad de los mega eventos deportivos, el gobernador decidió apostar por el modelo de las UPP que, aunque aparentemente son menos violentas, no dejan de ser represivas.

Los índices de muertes de habitantes de las comunidades, que aún son muy altos (más de 600 por año), pasaron a ser algo muy incómodo para el gobierno. No porque les preocupe la vida de esa gente, como quieren hacer creer, sino porque esas muertes dificultarán las intervenciones en territorios que son necesarios para la realización de los mega eventos que se realizarán en Brasil en el 2014 y el 2016.

De este modo, el cerco se cerró: como las favelas fueron identificadas, desde hace décadas, como lugares de violencia, fue en estos lugares donde se decidió llevar a cabo las principales “acciones”.

Entonces, no ha dejado de existir una política de represión en contra de la población de las periferias…

Las UPP no rompen con el patrón de contención social que durante años ha sido practicado por los organismos de seguridad pública. Además, traen implícito el prejuicio de que no sólo el territorio es violento, sino también sus habitantes, lo cual hace que reviva la asociación que las élites siempre han hecho entre el lugar en el que se habita y el comportamiento de los habitantes.

A pesar de todo esto, algunos habitantes defienden la presencia de la UPP. ¿Qué lectura hace la Red de esta postura?

Antes que nada, es necesario comprender la situación en que viven los habitantes de estas comunidades. Desde hace por lo menos 30 años, la población de estas áreas vive cercada entre grupos de narcotráfico y la lógica belicista de los aparatos de seguridad pública. Por ello, mucha gente está sometida a una situación de extrema incertidumbre y riesgo, debido a los los enfrentamientos entre bandas de narcotraficantes y policías. Sus rutinas han sido modificadas: se preocupan demasiado por la seguridad de sus hijos, cuando éstos nunca antes había sufrido ningún peligro al salir o regresar a sus casas. Los habitantes también padecen por la imposibilidad de regresar a sus casas durante los periodos de conflicto, etcétera.

Tomando esto en consideración, la instalación de las UPP para reducir los enfrentamientos, terminó por significar una mejoría en cuanto a la posibilidad de ir y venir con cierta seguridad. Sin embargo, el derecho a ir y venir no es libre, sigue controlado.

Pero tampoco se puede hablar de una aceptación total por parte de los habitantes hacia las UPP como algunos medios pretenden hacer creer, ¿cierto?

La idea de la aceptación inmediata de los habitantes a las UPP es falsa. En primer lugar, su relación con la policía nunca fue buena por una sencilla cuestión: esa institución, desde su creación, nunca ha respetado los derechos de esta gente, siempre la han tratado con desconfianza, basándose en la idea de que todos ellos son delincuentes. No porque ya no haya enfrentamientos frecuentes en ciertas áreas, esa visión de los habitantes de las favelas respecto a la policía dejó de existir, entre otras cosas, por una razón muy simple: se trata de la misma policía.

¿Y la idea que se difunde de que las UPP están formadas por “nuevos” policías que no tienen los vicios de los antiguos?

Aunque las UPP estén constituidas por nuevos policías, siguen marcadas por la lógica militarizada de la corporación policíaca militar. Además de los métodos violentos que la caracterizan, esa formación militar desarrolla la idea de que hay un “enemigo” al que hay que “combatir”.

¿Cómo es la convivencia cotidiana de las comunidades con las UPP?

Mencionaré algunos ejemplos. Hace poco, la hija de una integrante de nuestra organización fue golpeada por un policía militar de la UPP. Poco tiempo después, su otro hijo fue abordado mañosamente por la policía. En ese caso, nos dimos cuenta de que se trataba de una persecución a nuestra compañera, porque había tenido mucha actuación política dentro de su comunidad.

En otra ocasión, un joven recibió una paliza dentro de las oficinas de la UPP. Le pegaron tanto que se desmayó tres veces. Una mujer de la comunidad, cuya casa se encuentra frente a las oficinas, empezó a gritar. Cuando esta mujer abrió la puerta recibió una bofetada en el rostro, por parte de un policía. El joven tenía una marca en el cuello porque el policía lo intentó estrangular. Fue llevado, junto con otro joven, a la delegación, acusado de desacato a la autoridad. Los policías de la UPP los amenazaran dentro de la delegación y la policía civil tampoco hizo nada. Fue preciso llamar a una ambulancia para que los jóvenes fueran atendidos.

¿Cuál es el sector más afectado por la represión de las UPP?

Especialmente entre los jóvenes hay quejas y críticas de todo tipo, que van desde reclamos por las formas de agresión física hasta por agresiones verbales. Muchos habitantes se quejan del alto precio que están pagando para que cesen los enfrentamientos, entre éstos, la ocupación militar.

Los abordajes vejatorios y arbitrarios; las invasiones a los domicilios sin órdenes oficiales, justificadas por la búsqueda de delincuentes; el asedio sexual a las mujeres; el control de las actividades culturales comunitarias, como los bailes funk; además de otras ofensas casi cotidianas, son situaciones que las comunidades padecen.

Los “autos de resistencia” (término utilizado por el Estado para designar la “carta blanca” que éste ofrece a los policías para que maten a supuestos delincuentes durante, también supuestos enfrentamientos) en esas regiones, fueron sustituidos por detenciones por “desacato a la autoridad”. Cuando los habitantes, en especial los jóvenes, cuestionan la arbitrariedad de alguna conducta de los policías, son detenidos por “desacato”.

La violencia policíaca es la misma, sólo que han cambiado los modos. Las muertes no han cesado en esas localidades, basta recordar, por ejemplo, el caso del joven André, asesinado por policías en la comunidad Pavão-Pavaozinho, en el 2011.

 Estar bajo el yugo de las UPP o de los narcotraficantes ¿son las dos únicas posibilidades que existen?

 Es preciso romper con esa visión polarizada, marcada por la lógica bélica, pues ésta tan solo ha producido víctimas. Se debe pensar más allá de esta falsa dicotomía, que apenas sirve para enmascarar una forma autoritaria de relacionarse con los habitantes de las comunidades. Una ocupación militar jamás ha mejorado la vida de alguien, en ningún lugar del mundo. Además, es necesario pensar y actuar para superar las acciones puntuales o desarticuladas, que marcan históricamente el área de la seguridad pública en Brasil. Es necesario cambiar el estigma negativo que recae sobre los pobladores de las favelas, pues ahí radica la base ideológica de todas las acciones del Estado, incluso de las UPP.

Nuestras acciones se centran en tres frentes: cambiar las concepciones dominantes acerca de las favelas, que son negativas y que conllevan acciones estatales represivas; denunciar los abusos de los policías, así como la política de confrontación y la lógica militarizada (de la cual las UPP son tan solo una variante); y cambiar estas políticas de modo que se trate a los pobladores como sujetos de derecho, no como blanco de políticas que muchas veces sólo sirven para reproducir su supuesta condición de inferioridad.

Publicado el 22 de Octubre de 2012

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