La austeridad está en crisis. Las elecciones en Francia y Grecia, la caída del gobierno holandés y el rumano, la recesión del Reino Unido, España y Bélgica son señales de un modelo económico contra las cuerdas. Hasta el ultraortodoxo presidente del Banco Central Europeo, Mario Dra-ghi, señaló que el ajuste necesita un plan para el crecimiento. En un intento de parar una bola de nieve política antes de que sea incontrolable, la canciller alemana, Angela Merkel, principal impulsora paneuropea del ajuste, acaba de anunciar que se está preparando una “agenda de crecimiento” para la cumbre de jefes de Estado y de gobierno europeos que se celebra este junio. La agenda puede ser más un ejercicio de relaciones públicas que un cambio significativo del rumbo adoptado desde que estalló la crisis griega en 2010. En la última semana de la campaña presidencial francesa, Angela Merkel se ha convertido en la mejor aliada del candidato socialista François Hollande. La canciller alemana rechazó enérgicamente la propuesta de Hollande de renegociar el pacto fiscal firmado a fines del año pasado por 25 de los 27 miembros de la Unión Europea (UE). En un país con fuerte orgullo nacional, la declaración de Merkel fue como maná celestial para el candidato socialista. “Alemania no decide el destino de Europa”, dijo Hollande a la televisión francesa. Con este resquebrajamiento del eje franco-alemán, pilar de la Eurozona, gobiernos conservadores pero con la soga al cuello –como Mariano Rajoy en España o el tecnócrata Mario Monti en Italia– empiezan a inclinarse más hacia Hollande que hacia la intransigencia de Merkel. Con un desempleo record de 24,4 por ciento (más de 5 millones y medio de personas) y una nueva crisis bancaria en ciernes, el respaldo electoral que obtuvo Rajoy en las elecciones de noviembre está evaporándose a velocidad supersónica (ver aparte). El continuo mensaje austero de la UE, que no esperó a que terminaran las celebraciones de su victoria, es contraproducente. Además de poner en duda la voluntad política de llevar adelante el ajuste, evapora la posibilidad de hablar de crecimiento. En el último trimestre del año pasado, la Eurozona entró técnicamente en recesión y la proyección es que 2012 será un año de crecimiento económico negativo. El chaleco de fuerza del euro no ayuda, pero estar fuera de la Eurozona tampoco es una garantía. El caso británico es un ejemplo. La economía empezaba a emerger de la crisis de 2008 gracias al programa de estímulo económico laborista que la coalición revirtió al tomar el poder en mayo de 2010. El pulmotor keynesiano sostuvo la frágil recuperación hasta principios del año pasado, pero a partir de entonces los despidos, el aumento de impuestos y los congelamientos salariales empezaron a erosionar toda posibilidad de crecimiento. El miércoles, los datos oficiales confirmaron que técnicamente el Reino Unido había entrado en recesión. El déficit fiscal bajó del 11 por ciento en 2010 a un 8,3 por ciento el año pasado, pero en marzo se empezó a perfilar la tendencia contraria: con la caída de la recaudación fiscal, el gobierno está empezando a pedir prestado más de lo que había planeado. Mientras tanto, Europa empieza a hacer agua políticamente por todas partes. En Rumania, el gobierno cayó el viernes pasado cuando la oposición capitalizó una ola de protestas populares contra el ajuste. En la República Checa, el gobierno de centroderecha de Petr Necas está en la cuerda floja por el mismo motivo. En Grecia hay cada vez más indicadores de que las elecciones de este próximo fin de semana dejarán un Parlamento fragmentado con creciente presencia de un partido de ultraderecha que propone minar las fronteras para evitar una invasión e importante presencia de agrupaciones de izquierda: el rechazo a la austeridad será muy amplio. La elección griega debía allanar el camino para los fondos de la Unión Europea: si el Parlamento griego no lo aprueba, sería como desconectar el respirador artificial que mantiene a Grecia en el euro. En todos los países se ve esta tendencia política a favorecer a políticos ajenos al establishment a derecha e izquierda. La importante cosecha de votos de Marine Le Pen (17,9%) y del ex trotskista Jean-Luic Mélenchon (11%) en la primera ronda electoral francesa es un ejemplo. En las elecciones municipales de Italia de este 6 y 7 de mayo, una reciente encuesta da al cómico Giuseppe “Beppe” Grillo un 7,5 por ciento. En el Reino Unido, la última encuesta muestra la peor pérdida de apoyo del primer ministro David Cameron en ocho años y un importante aumento del apoyo al antieuropeísmo del Partido del Reino Unido. En Austria, el partido de extrema derecha Libertad se encuentra en la cresta de la ola de popularidad gracias a su política antiinmigratoria. Otro partido de derecha que se autodenomina Libertad provocó la caída del gobierno en Holanda. Con las nubes económicas que dominan el horizonte, se puede decir que apenas ha comenzado el baile.
Una receta de austeridad arrasa Europa (Pagina/12 30 de abril)
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