Una pequeña aldea rumana contra el fracking y un general estadunidense

Revolution News

Una de las aldeas más pobres de Rumania enfrenta a la gigantesca corporación petrolera estadunidense Chevron desde hace casi cuatro meses. Como resultado, enfrentan al Estado rumano, la brutalidad de los granaderos, y al general del ejército de los Estados Unidos, Wesley Clark.

En un intento de detener la extracción de energéticos por medio de fractura hidráulica, aldeanos y activistas rompieron las vallas que rodeaban 22 mil acres del terreno donde Chevron inició su búsqueda de esquisto bituminoso.  El conflicto aumentó cuando el gobierno impuso un bloqueo militar contra el pueblo, a inicios de diciembre.  La policía gubernamental cerró el paso en las calles, básicamente aislando a los pobladores: hasta a los niños se les prohibió ir a la escuela cercana.

Con la ayuda de activistas de diversas ciudades rumanas, los pobladores lograron parar las exploraciones de Chevron.  Los granaderos, casi superándoles en número, fallaron en sus intentos de parar a los insumisos.  La resistencia de unos 500 aldeanos venció a 400 granaderos y lograron derribar las vallas que rodean el sitio de exploraciones.  Con ira, la gente lanzó piedras al equipamiento de Chevron.  Los granaderos respondieron con brutalidad.

Durante el conflicto, los granaderos rompieron las costillas de Valentin Popa, joven de 25 años.  “Los policías le pegaron con sus bastones y cuando estaba en el suelo, lo patearon”, declararon los aldeanos a un periódico local.

Los granaderos fueron apoyados por una compañía de seguridad privada contratada por Chevron. La compañía emitió un comunicado anunciando que otra vez suspenderá sus actividades; luego interpuso una demanda en contra de los pobladores por dañar sus vallas.

Al día siguiente, Chevron emitió otro comunicado anunciando que reanudaba sus operaciones.  Hay gente que reporta que arrestaron personas al azar en la aldea.  Tres adolescentes que llevaban sus vacas a la plaza pública fueron levantados por granaderos y llevados a la comisaría en Vaslui.  Todos son menores de edad.

Decenas de manifestantes fueron detenidos.  Quince personas serán procesadas bajo el código penal, con la posibilidad de por lo menos dos años de cárcel.  Catorce personas serán procesadas por insultar a los policías; siete personas fueron castigadas económicamente y tendrán que pagar multas de entre 500 y 5 mil lei por negarse a seguir las órdenes de los granaderos.  Las multas son enormes: 500 lei es casi todo el sueldo mensual para estas personas.

Un doctor de Vaslui, George Silvestrovici, narra la historia de cómo fue arrestado de forma ilegal y herido. “Cuando escuché a la policía dar la orden de que la gente se fuera, me fui. En la prisa, me caí y me lastimé la pierna.  No me podía mover, me quedé en el suelo.  De repente, apareció una camioneta de granaderos y fui detenido, sin ninguna explicación. Me llevaron a la comisaría en Vaslui, junto a otras decenas de manifestantes.  Me mantuvieron ahí por 5 horas, sin asistencia médica, sin nada.  Nunca me dijeron por qué me arrestaron.  Luego, de repente, nos dejaron en libertad.  Sin explicación, sin nada.  Esto es un abuso”.

Después de las escaramuzas, algunos activistas se retiraron a las tiendas de campaña que los granaderos no pudieron desmantelar días antes. Los aldeanos se fueron corriendo a sus casas, perseguidos por la policía, que otra vez cerró las calles de entrada y salida del pueblo.

Al caer la noche, los granaderos desataron el terror en contra de la aldea. Destruyeron las tiendas de campaña de los activistas con el pretexto de que “estaban sucias”. Las tropas estatales de nuevo impusieron un bloqueo, cubriendo a toda la comuna de Pungesti.

Los granaderos entraron con violencia a las casas, golpeando a la gente, amenazándola, y levantándola de sus camas para llevarla a la comisaría.  A algunos pobladores les dieron multas por dejar a los activistas pasar la noche en sus casas “ilegalmente.”

La gente se escondió en sus casas en la oscuridad por temor a que fueran atacados.  Veinte personas fueron capturadas por matones del Estado en la tienda local del pueblo cercano, Arm??oaia.  Fueron a la tienda para escapar del frío, pero aun así fueron arrestados brutalmente por los granaderos.

Mariana Moro?anu, una mujer del pueblo Arm??oaia, llamó a un canal de televisión en Bucarest y describió lo que sucedió.  “Por ahí de las 7:30 de la tarde, fui a la tienda por unos abarrotes.  De repente, una camioneta de la policía apareció en la calle.  Se bajaron 10 granaderos enmascarados.  Corrieron hacia nosotros y empezaron a golpearnos.  Nos golpearon brutalmente.  Golpearon a mujeres y hombres, locales y visitantes.  Capturaron a algunas personas y las arrojaron a su camioneta.  Alguien arrojó una piedra a su camioneta.  No nos vamos a rendir, les digo”.

Vasile Lungu confirmó las declaraciones de la mujer: “Ya estaba oscuro y yo estaba en la tienda.  De repente los granaderos enmascarados irrumpieron.  Empezaron a golpearnos. Un joven sacó su teléfono para grabar lo que estaba pasando.  Le atacaron y luego nos gritaron que, si nos atrevíamos a grabarlos, nos iban a confiscar los teléfonos.  Ordenaron apagar las luces.  Un primo mío – que sufre de una discapacidad – y yo fuimos golpeados sólo por haber estado en la tienda.  Luego los granaderos nos dijeron: Si hablan de esto con alguien, regresaremos”.

Un testigo describió en Facebook cómo los granaderos arrestaron a la gente simplemente por caminar por las calles, en sus casas y en un bar local. “Vi a los granaderos arrastrar a un aldeano de su casa a su camioneta.  Le golpearon repetidamente.  Vlad Ioachimeacu y Claudiu Craciun fueron golpeados.  Hetti corrió huyendo para que no la atraparan.  Seamos claros. Los granaderos vinieron al pueblo, al caer la noche, para arrestar a los manifestantes que no pudieron capturar en el sitio de Chevron durante el día.  Nadie está a salvo, ni siquiera los periodistas. Nadie habla de esto.  Si no contestamos los teléfonos, significa que nos llevaron”.

Otra testigo escribió en su Facebook: “Ellos (los granaderos) arrestan a la gente en sus casas.  Irrumpen y golpean a la gente.  Nos escondemos.  Están apagadas las luces.  Esperamos.  ¿Qué esperamos? No sabemos.  Hemos llamado al 112 (el servicio de emergencia de la policía) para pedir ayuda, y no pasó nada. Dijeron que no podían hacer nada al respecto.  ¡Indignante!”

Neocolonialismo, via la fractura hidráulica

Lo que está pasando en Punge?ti, una de las zonas de mayor pobreza en Rumania, es una guerra capitalista, en progreso desde hace casi cuatro meses.  De un lado están el gigante estadounidense Chevron, apoyado por – entre otros – el  ex-general del ejército estadounidense Wesley Clark, el gobierno rumano y sus matones armados.  Del otro lado, los pobladores ancianos y pobres de Punge?ti, padres y madres de familia, niños, y activistas.  Chevron, apoyado por el Estado rumano, lucha por conseguir esquisto bituminoso.  Los aldeanos continúan luchando por salvar su tierra y agua.

De un lado están las ganancias y poder militar. Del otro, las vidas de la gente.

De un lado está la agresión, del otro, la defensa propia.

El Estado rumano, que normalmente parece nacionalista y lleno de valores religiosos y patrióticos, está flagrantemente apoyando a la enorme corporación  estadounidense.  El gobierno Rumano le dio a Chevron 22 mil acres de tierra en Pungesti, por una ley especial, para que empiece exploraciones para extraer esquisto bituminoso por medio de fractura hidráulica.

El gobierno le otorgó a Chevron derechos de exploración para el esquisto bituminoso en tres otros lugares, en el sureste de Rumania, en el condado de Constanta: Vama Veche, Adamclisi y Costine?ti.

El gobierno hizo caso omiso de los temores de la gente e que la fractura contaminará el agua. Al contrario, el gobierno sostiene que la fractura es clave para el “futuro desarrollo de Rumania”. Todavía no justifican por qué este “desarrollo” pone en riesgo la vida de la gente y puede destruir recursos de agua vitales.

Antes de las elecciones parlamentarias del 2012, el actual primer ministro, Victor Ponta, se opuso a estos acuerdos, y acusó al anterior primer ministro, Mihai Razvan Ungureanu (anteriormente el jefe del servicio secreto rumano), de haber hecho un acuerdo sospechoso en secreto. Al llegar a ser primer ministro, Ponta de repente expresó su apoyo a Chevron y le dio permiso para empezar a explorar. Él y el presidente rumano son los propagandistas más acérrimos de Chevron.

¿Cómo pasó esto? Tiene mucho que ver con la Iniciativa Global Estadounidense para el Esquisto Bituminoso.

Victor Ponta, de los socialdemócratas, llegó a ser primer ministro después de enormes manifestaciones en Rumania que provocaron la destitución de dos gobiernos de derecha, apoyados por el presidente actual.  Poco después de que la coalición que lo apoyó ganó las elecciones locales en el verano del 2012, y antes de que ganaran las elecciones parlamentarias más tarde ese año también, Ponta se jactó de tener un nuevo asesor en materia de “estrategia económica”: Wesley Clark, ex-general del ejército de Estados Unidos, cuya orden, cuando era el comandante principal de la OTAN durante la guerra de Kosovo, para atacar a tropas rusas en Pristina, fue negada por un general británico que le dijo: “¡No voy a provocar la tercera guerra mundial para tí!”

Después de retirarse, el general intentó postularse para las elecciones presidenciales del 2004.  Más tarde, Wesley Clark llegó a ser ejecutivo en Petroleos BNK, que obtuvo permisos para explorar para el esquisto bituminoso en Polonia, a pesar de enorme oposición. Ponta explicó cómo fue “tan afortunado” de conocer a Wesley Clark en una conferencia sobre la energía, y cómo lo convenció de ser su asesor personal. “Fui increíblemente afortunado de conocer a Wesley Clark. Es una gran oportunidad.  El general Clark es un economista extraordinario, está involucrado en los más altos niveles en desarrollo de estrategias económicas.  Es un hombre que cualquier persona quisiera que trabajara para ella, y ningún primer ministro se perdería esta oportunidad”.

Cuando visitó Rumania en el verano del año 2012, Wesley Clark declaró: “Yo sé que el esquisto bituminoso tiene un gran futuro en Rumania.  Creo que podré convencer a los inversionistas de que vengan y ayuden con el desarrollo económico.  Sabemos que ahora hay una revolución global de energía, y Rumania tiene muchos de estos recursos.  También hay muchos recursos de agua que pueden usarse para producir energía.  Creo que este país puede convertirse en un gran exportador de energía”.

Cuando los granaderos impusieron un bloqueo de estilo militar en contra de la gente de  Punge?ti, después de su resistencia incansable, el Primer Ministro rumano homenajeó la brutalidad de la policía: “Les felicito por sus acciones en Punge?ti.  Hicieron cumplir la ley”.

Los habitantes están determinados a resistir a Chevron, el gobierno y sus granaderos, mientras la tensión crece día con día.

Hace varias semanas, aldeanos del condado Sibiu, de Rumania central, bloquearon exploraciones parecidas de una empresa nacional.  Los inconformes tomaron el equipamiento de la empresa y la echaron de su territorio, a pesar de haber sido atacados y amenazados por la policía.

Publicado el 16 de diciembre de 2013

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