Guinea. Francia incrementa una campaña de bombardeos en Mali, nación de África Occidental, con la apuesta de detener los avances de un grupo musulmán radical que ha ganado espacio en los últimos días.
Los ataques mataron, según informaciones, a 11 civiles, que incluyen a tres niños que huían del bombardeo de un campo cerca de la ciudad central de Konna. Los poderes occidentales alertan que si el grupo conectado a Al-Qaeda toma Mali, éste se volverá un inmenso terreno de actuación para ataques en el país, el continente o posiblemente en todo el mundo.
La administración de Obama se comprometió a ayudar los franceses y afirmó que el apoyo puede incluir fuerza aérea, aviones teledirigidos y otro tipo de apoyo logístico, como afirmó el secretario de defensa Leon E. Panetta.
Los Estados Unidos ya estaban compartiendo inteligencia con los franceses cuando sus planes de guerra azotaron a los campamentos, depósitos y otras posiciones militares en el interior del extenso territorio ocupado por los islámicos en la región norte de Mali.
Los Estados Unidos gastaron cerca de 600 millones de dólares durante los últimos cuatro años para combatir la militancia islámica en la región, incluyendo a Mali, que hasta hace poco tiempo era considerado un ejemplo de lo que se podría conseguir con el entrenamiento militar estadounidense. Las Fuerzas Especiales Americanas entrenaron tropas malienses en puntería, patrulla fronteriza y con ejercicios de emboscada.
La intervención estimuló a algunos expertos en la región a preguntarse si la acción francesa no es simplemente otro ataque a la población musulmana. Esta nación de 15 millones de personas en África Occidental es el octavo país en lo cual los poderes occidentales tan solo en los últimos cuatro años- han bombardeado y matado a musulmanes, después de Irak, Afganistán, Pakistán, Yemen, Libia, Somalia y las Filipinas. Por razones obvias, la retórica de que el occidente no está en guerra con el mundo islámico se hace cada vez más hueca, escribió Glenn Greenwald en el periódico British Guardian.
El periodista citó además el caso libio, donde los tuaregs malienses del ejército de Gaddafi regresaron a casa fuertemente armados tras la caída del dictador. Greenwald afirmó: Una y otra vez, la intervención occidental acaba -sea por inaptitud o por planeación- sembrando una intervención adicional.
Cuando habló en el programa Democracy Now, la reportera de Al Jazeera May Ying Walsh dijo: El génesis de todo este conflicto es la demanda no cumplida al pueblo nómada tuareg, del norte de Mali, de un Estado independiente, al igual que con los kurdos.
Los tuaregs, un pueblo berebere, viven principalmente en Níger y Mali, pero como son nómadas, constantemente se trasladan por las fronteras; se pueden encontrar pequeños grupos también en Libia, el norte de Burkina Faso y en Nigeria.
Los tuaregs seculares separatistas, que ocuparon desde el norte dos tercios de Mali para tomar posesión del área que consideran suya, empezaron a ser presionados por otros tuaregs, provenientes de Libia y con visiones más religiosas. Dijo Walsh: Era una especie de alianza de la no-voluntad.
También creo que merece mención el hecho de que Francia tiene intereses económicos muy importantes en el vecino norteño Níger, la tierra con una de las más grandes reservas de uranio del mundo, afirmó Walsh.
Francia desarrolló su industria nuclear a exprensas del uranio, muy barato, que viene del norte de Níger, dijo Walsh, y añadió que: Níger es uno de los tres países más pobres del mundo. El norte de Mali también tiene gran cantidad de uranio, y toda esa área ha sido dividida en concesiones de explotación. Hay un gran número de compañías que sólo están esperando una oportunidad de ocupar la región. Y también hay oro y petróleo.
Las naciones de África Occidental han prometido 3 mil 300 soldados para luchar en conjunto con el ejército maliense, pero necesitan ser reunidos, transportados, entrenados y financiados. La Unión Europea prometió 250 entrenadores militares para auxiliar al ejército maliense, pero todavía tiene que desplegarlos, una decisión que puede tardarse hasta que se reúnan los ministros especiales de Relaciones Exteriores.