Un “Tren de la Libertad” contra la reforma de la ley del aborto

Lola Sepúlveda

España. La manifestación feminista más grande de la historia de España nació de una celebración y es en defensa del derecho al aborto, ya ganado por las mujeres de la península pero amenazado por el gobierno derechista del Partido Popular.

A finales del pasado año 2013, un grupo de mujeres asturianas, curtidas durante años en la lucha feminista, se juntaron como todos los finales de diciembre en una cena de amistad; eran mujeres que participaban en la Tertulia Feminista Les Comadres, de Gijón, y en Mujeres para la libertad de Barredas; el tema central de las charlas y los comentarios durante la cena fue el anteproyecto de ley que bajo el nombre de “Ley Orgánica de Protección de los Derechos del Concebido y de la Mujer Embarazada”, supone no sólo un retroceso en el tema de la legislación del aborto en el Estado Español de más de 30 años, sino un ataque directo contra las mujeres y el derecho a decidir sobre nuestra propia maternidad.

Entre las múltiples ideas que surgieron comenzó a cobrar forma una: organizar un viaje en tren que partiendo desde Gijón, llegara hasta Madrid y allí hacer entrega en el Congreso de los Diputados de un texto que elaborarían con el nombre de “Porque yo decido”.

Eligieron como fecha el 1 de febrero, y animadas con este proyecto, reservaron 150 billetes de tren, el máximo que permite la compañía ferroviaria, con la confianza de llenar ese cupo, pese a lo complicado que, a primera vista, podía parecer. Comenzaron a mover la idea entre amigas, organizaciones y redes sociales; a los pocos días, todos los billetes estaban adjudicados. Se confirmó entonces que el Tren de la Libertad iniciaba su viaje y de manera muy rápida, la idea se dispersó por todo el país. Se sumaron a la iniciativa un buen número de Comunidades Autónomas del país; Andalucía, Cantabria, Aragón, Castilla-León y Castilla la Mancha, pasando por Cataluña, País Vasco, Extremadura o Galicia, entre otras, donde empezaron a organizar viajes, esta vez en autobuses, para llegar a Madrid y juntas, allí, recibir a las compañeras que venían en el tren para encaminarse hacia el Congreso de los Diputados.

El día 31 de enero de 2014, desde la estación ferroviaria de Gijón partió a las 14 horas un tren lleno de mujeres, muchas de ellas de mediana edad, lejos de las preocupaciones por la maternidad inmediata, pero que ya lucharon una vez por conseguir que el aborto fuera legal y que, años después, ven cómo un gobierno, dócilmente doblegado al ideario de la Conferencia Episcopal, quiere robarles un derecho que tanto costó conseguir; junto a ellas, mujeres más jóvenes que crecieron convencidas de que tenían en sus manos la libertad de decidir y ven que ahora se la quieren arrebatar.

El tren tuvo una parada en la ciudad castellana de Valladolid, donde hicieron noche; fueron recibidas, a las 18:30 de la tarde, por una multitud de mujeres que las esperaban en la estación de tren Campo Grande y desde allí, acudieron a una concentración en favor del aborto libre y gratuito y en contra de la llamada “ley Gallardón” (nombre del actual ministro de Justicia, Alberto Gallardón), a las puertas del Auditorio Miguel Delibes, donde se celebraba la Convención Nacional del Partido Popular –ya blindado para ese momento por policías y furgonetas de la Unidad de Intervención Policial que vigilaban su entorno, para “tranquilidad” de los convencionistas.

Al día siguiente, 1 de febrero, las mujeres subieron de nuevo el tren, ya con dirección a Madrid, donde se estableció una cita para recibirlas y acompañarlas en la entrega del documento “Porque yo decido”, dirigido al presidente del Gobierno, al presidente del Congreso, a la ministra Ana Mato (ministra de Sanidad, Política Social e Igualdad) y al ministro Gallardón (de Justicia), así como a los distintos grupos parlamentarios. El tren llegó a la ciudad en torno a las 11:30 de la mañana y su recibimiento fue multitudinario y emotivo; en el pasillo de la estación estuvo la Solfónica, grupo coral surgido del 15M, y ya en la calle fueron recibidas al grito de “Sí se puede” por los miles de personas que inundaron todas las vías de acceso a la estación.

La ciudad de Madrid fue testigo de la mayor manifestación feminista de la historia de este país; más de 30 mil personas, hombres y mujeres de diferentes edades, feministas de antes y feministas de ahora, acudieron a la Estación de Atocha a recibir a las 150 mujeres que llegaron en el tren. Junto a ellas se acercaron hasta la Plaza de Neptuno, el lugar más cercano a un Congreso de los Diputados que, desde hace bastante tiempo, está blindado por vallas policiales que hacen muy difícil su acceso a los ciudadanos; ahí, un grupo de mujeres, miembros de las asociaciones organizadoras, traspasaron la valla policial y llegaron al edificio del Congreso para registrar el documento en el que argumentan el rechazo por el retroceso que supone la reforma, con el fin de que les sea entregada a sus destinatarios.
Paralelamente a estas actividades, se produjeron importantes citas internacionales en las que se realizaron manifestaciones de apoyo a las mujeres españolas en ciudades como en Londres, o acciones frente a Embajadas y Consulados de España, como ocurrió en Argentina, Ecuador, Chile o República Dominicana.

Una película

Cuando la iniciativa del Tren de la Libertad comenzó a difundirse, dos mujeres, la socióloga y crítica cinematográfica Pilar Aguilar Carrasco y la cineasta Chus Gutiérrez, decidieron enviar un correo electrónico a todos sus contactos proponiéndoles hacer un documental sobre el proyecto,  con la idea de que “veinte cámaras ven más que diez”. Apenas cinco horas después, más de 60  mujeres, entre operadoras de cámara, montadoras, guionistas, directoras de fotografía  y productoras, se estaban organizando para llevarlo a cabo. La Asociación de Mujeres Cineastas y de Medios Audiovisuales (CIMA) asumió el proyecto como suyo e hizo público su apoyo y colaboración con el mismo. Entre las mujeres implicadas figuran nombres muy importantes en el mundo cinematográfico español, como Gracia Querejeta, Icíar Bollaín o Isabel Coixet, por solo nombrar a tres de ellas.

En la que ha sido calificada como “la película más espontánea del cine español” se agruparon distintas unidades de grabación que se dividieron para acompañar a las mujeres, a las que llegaron a Madrid en tren, a las que lo hicieron en autobús, a las que estaban en las inmediaciones de la Estación de Atocha esperando a quienes llegaban y luego, siguiendo la marcha de la manifestación. En total, 15 equipos de mujeres que alcanzaron también lugares como Buenos Aires o Edimburgo.

Esta película será el testimonio colectivo de una lucha colectiva que acaba de empezar y que, no nos cabe ninguna duda, vamos a ganar.

Publicado el 17 de febrero de 2014

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