Un impulso al espinoso camino de la paz en el País Vasco

Adazahira Chávez

México, Distrito Federal. La paz es difícil de tejer y “tiene muchas aristas, pero es necesario transitar ese camino para heredar un mundo mejor a los que vienen”, advirtió la senadora uruguaya y ex presa política Lucía Topolansky, durante un acto celebrado en la capital mexicana para implicar a sujetos políticos americanos en el apoyo a la hoja de paz (Declaración de Aiete) para solucionar el conflicto vasco, lanzada en 2011.

La paz que se busca, afirmó la colombiana Piedad Córdoba, mediadora entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el gobierno de su país, debe respetar a los movimientos sociales “pues es una paz transformadora. Es un derecho de los pueblos discutir sobre su autodeterminación, su memoria y su territorialidad”.

El vasco Paul Ríos, de la asociación Lokarri, afirmó que “los procesos de paz no son sencillos, necesitan de paciencia y determinación, pero se los merecen nuestros abuelos y nuestros hijos. Hay que aprovechar el momento, aquí y ahora”.

Los asistentes al Encuentro Continental por la Paz en el País Vasco declararon que Latinoamérica se implicará en la solución del conflicto y emplazaron al diálogo a la organización armada ETA (Patria vasca y libertad), los gobiernos español y francés, a los partidos políticos y la sociedad civil. Afirmaron que es un momento histórico que se debe aprovechar para solucionar el conflicto político y armado.

La ruta

Dos años antes del acto de la Ciudad de México, el 17 de octubre de 2011, en Donosti (San Sebastián), en el País Vasco, se celebró la Conferencia Internacional para Promover la Resolución del Conflicto, de la que resultó una hoja de ruta para alcanzar una paz “justa y duradera”, la Declaración de Aiete. Entre los firmantes estuvieron el ex secretario general de la Organización de las Naciones Unidas y Premio Nobel de la Paz, Kofi Annan, y otros políticos como Gerry Adams, Bertie Ahern, Jonathan Powell, Pierre Joxe y Gro Harlem Bruntland.

La Declaración propone cinco puntos: Llamamiento a ETA a hacer una declaración pública de cese definitivo de la actividad armada, y solicitar diálogo con los gobiernos de España y Francia para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto, lo que sucedió tres días después del pronunciamiento; que si dicha declaración se realiza, se insta a los gobiernos de España y Francia a darle la bienvenida y aceptar iniciar conversaciones para tratar exclusivamente las consecuencias del conflicto. También pide la adopción de pasos profundos para avanzar en la reconciliación, reconocer, compensar y asistir a todas las víctimas, reconocer el dolor causado y ayudar a sanar las heridas personales y sociales.

En el cuarto punto, los firmantes declaran que hay otras cuestiones que pueden ayudar a alcanzar una paz duradera. “Sugerimos que los actores no violentos y representantes políticos se reúnan y discutan cuestiones políticas así como otras relacionadas al respecto, con consulta a la ciudadanía, lo cual podría contribuir a una nueva era sin conflicto. En nuestra experiencia terceras partes observadoras o facilitadoras ayudan el diálogo. Aquí, el diálogo también podría ser asistido por facilitadores internacionales si así fuese decidido por las partes involucradas”.

Por último, en la Declaración mencionan que están dispuestos a organizar un comité de seguimiento de estas recomendaciones. Tres días más tarde, ETA –nacida en 1958, en plena dictadura franquista española, y quien declaró al menos ocho treguas previas- anunció el cese definitivo de su actividad armada. Los gobiernos aludidos, sin embargo, no dieron pasos en la dirección solicitada por los mediadores internacionales, muchos de ellos con experiencia en resolución de conflictos de gran calado, como el irlandés.

Sin interlocutor

Los dos años siguientes a la declaración no fueron totalmente en el rumbo esperado. Hay más de 600 presos políticos dispersos en las cárceles españolas y francesas, además de exiliados vascos; las operaciones contra las organizaciones civiles independentistas son constantes. Alberto Spektorowski, miembro del Grupo Internacional de Contacto y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Tel Aviv, señaló que las medidas que se piden al gobierno español para facilitar el desarrollo del proceso de paz son mínimas, “pero por el momento no hay disponibilidad ni para ofrecer ese mínimo”, pues “el problema es que transforma en político lo que sería humanitario y razonable”.

Los procesos de paz enfrentan obstáculos, afirmó Córdoba, que son tanto acciones como omisiones de quienes quieren que decaiga la voluntad. Los puntos a los que llama la declaración internacional “no son recetas mágicas, pero sí razonables”, afirmó Paul Ríos.

Paul Ríos indicó que no se entiende, desde una lógica democrática, que el Gobierno español ignore las recomendaciones, no ya de las organizaciones civiles, sino las que le han sido formuladas por el gobierno y parlamento vascos.

México, tierra de relanzamiento

En la capital de México, donde el presidente José López Portillo dio facilidades en algún tiempo a los exiliados políticos vascos para establecerse, fue el lugar elegido para que políticos y organizaciones sociales dieran un nuevo impulso a la declaración.

Se adhirieron trece expresidentes de Colombia, Chile, Paraguay, Uruguay y Ecuador, y la presidenta del Senado de Uruguay. Se trata de personas de tan distinto signo político como Belisario Betancur, César Gaviria, Ricardo Lagos, Julio María Sanguinetti, Lucía Topolansky, Fernando Lugo, Rodrigo Borja  y Juan Carlos Wasmosy. La senadora Topolansky afirmó que le dio alegría encontrar entre los firmantes a otro uruguayo, de un partido político contrario al suyo –en referencia a Sanguinetti-, pues la paz está por encima de esas diferencias, afirmó.

Organizaron el encuentro Servicios y Asesoría para la Paz (Serapaz) y la Fundación Lázaro Cárdenas y Amalia Solórzano de México, Colombianos y Colombianas por la Paz (de la mano de Piedad Córdoba, mediadora en el proceso armado de su propio país), Serpaj de Argentina, la Fundación Guayasamin de Ecuador y Lokarri de Euskal Herria.

Miguel Álvarez, de Serapaz, señaló que con el acto, América se suma al proceso de paz.  Topolanksy resaltó que creen en él pues en Uruguay ahora es presidente un exguerrillero y expreso político, José Mújica, y resaltó la influencia de los emigrantes vascos al Cono Sur americano.

Danilo Rueda, de Colombianos y Colombianas por la Paz, precisó que el pueblo vasco tomó la opción por la paz “independientemente de que se le sigan vulnerando derechos y de que en el otro lado no haya un interlocutor viable, un gesto, una señal mínima”.

Alberto Spektorowski, miembro del Grupo Internacional de Contacto, valoró dos grandes avances de la declaración de Aiete: el abandono definitivo de la lucha armada por parte de ETA y la legalización del partido de izquierda nacionalista Sortu. Sin embargo, recalcó, de parte del Estado Español no hay atención al llamamiento y lanzó: “solucionar un conflicto no es cosa de vencedores y vencidos”.

En la convocatoria del Encuentro Continental, los organizadores proclaman que la declaración es una ruta de paz vigente, y que su implementación permitirá la consolidación de la paz justa y duradera en el País Vasco.

Lecciones

Hay determinadas causas que pasan por encima de las posturas ideológicas y los partidos, como la paz, que deben ser lo más unánimes posibles en la sociedad, afirmó la senadora Topolansky en entrevista con Desinformémonos. Piedad Córdoba señala que las sociedades son el sustento de un proceso de paz verdadero.

Antes de que terminara la dictadura en Uruguay, recuerda Topolansky, se logró una unidad de sectores políticos, sociales y sindicales, que se juntaron en una gran movilización para que se fueran los militares. Ése fue el gran impacto sobre ellos, que además estaban mal vistos desde el exterior, recalca la ex militante de los Tupamaros. “El movimiento sindical pudo celebrar después de mucho tiempo un Primero de Mayo, que fue glorioso”, evoca. La política uruguaya apunta que se realizaron unas elecciones con restricciones –pues había presos y exiliados, pero era necesario hacerlo para empezar a salir. “Si nos ponemos en blanco y negro, no salíamos”.

Topolansky apunta que la ley de amnistía votada por el entonces presidente Sanguinetti alivió la tensión, no quedó un solo preso político y los exiliados pudieron volver al Uruguay. “Ahí empezó el proceso. Se recuperó la memoria en los libros de texto con el Frente Amplio y se empezó la búsqueda de desaparecidos. No es todo lo que quisiéramos, pero es algo. Hay militares presos con procesos justos y con causas probadas, y reformas profundas de las fuerzas armadas y el aparato policial”.

Topolansky recalca que la paz le conviene a todos, sin importar la ideología. “No podemos legar a quienes nos sucederán una confrontación y divisiones”, afirmó.

Publicado el 21 de octubre de 2013

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