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Un barrio que se organiza contra la especulación inmobiliaria recibirá a los zapatistas en el País Vasco

Redacción Desinformémonos

Foto: Todo por hacer

Errekaleor es un barrio obrero, reconvertido por estudiantes y militantes en un lugar habitado por pobres urbanos (a menudo inmigrantes) y por personas que buscan crear otro mundo por fuera de la lógica implacable de la acumulación capitalista. Es uno de los lugares donde ya se preparan para recibir a la delegación zapatista que emprendió la “Travesía por la vida”.

Caminar entre los bloques blancos de Errekaleor, en la periferia de Gasteiz (Vitoria), es conectarse con un sentimiento que remite a las periferias latinoamericanas, pero también a los viejos barrios obreros donde nació una cultura obrera y nacionalista que hundió al régimen franquista. Se trataba de espacios auto-controlados por la clase trabajadora, que era capaz de disponer por sí misma los modos de vivir, en los que predominaba el “nosotros” sobre el “yo” individualista, funcional al capitalismo.

Tabernas que oficiaban como refugio seguro para el diálogo político en plena dictadura, en las que se podía hablar en euskera con cierta confianza, ya que esos espacios estaban vedados para los soplones del régimen. Un conjunto de códigos y modos que surcaban las aguas seguras de las amplias regiones de la cultura de los sectores populares, entre el sindicato semi-clandestino, la ikastola, el mercado de barrio y hasta los clubes deportivos.

Construido en la década de 1950 para albergar trabajadores de la industria provenientes de áreas rurales, Errekaleor cuenta con 192 viviendas donde vivían mil 200 personas. En 2010 se aprueba un plan de urbanización de Errekaleor, para construir 375 pisos cuando apenas quedaban doce familias que se negaron al realojo.

En 2013, un grupo de estudiantes universitarios ocuparon las primeras viviendas para comenzar a autogestionar sus vidas y el barrio con apoyo del movimiento juvenil vasco. A la iniciativa le llamaron Errekaleor Bizirik (Errekaleor vivo), para denunciar la especulación inmobiliaria y resolver los problemas de los jóvenes para conseguir vivienda.

Mejoraron las viviendas abandonadas, reabrieron y adecuaron el cine y el frontón, crearon una huerta y un gallinero, cocinan pan y avanzan un proyecto cultural que incluye un centro juvenil en lo que fue la iglesia católica. Funcionan además locales de grabación, una sala de conciertos, una biblioteca, un bar, una imprenta y una guardería.

Son unas 120 las personas que empezaban a vivir de otro modo, decidiendo en colectivo las reglas y los modos de hacer, trabajando duro para borrar las huellas de la decadencia edilicia y para producir y reproducir la vida.

Sufrieron varias ofensivas represivas para desalojarlos y les cortaron la luz para hacerlos desistir. Resistieron construyendo, y con la solidaridad de vecinas y vecinos de Vitoria, lograron instalar 550 paneles solares con apoyo financiero solidario.

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