En octubre del año pasado, a pesar de la resistencia de más de mil científicxs y de diferentes espacios y organizaciones, Argentina aprobó la semilla IND-ØØ412-7 y, con esto, al peligroso agrotóxico glufosinato de amonio, 15 veces más tóxico que el glifosato. Durante toda la semana, las organizaciones que conforman la recién inaugurada Plataforma Socioambiental llevan adelante actividades en el marco del #PANAZO NACIONAL, como estrategia para expresar un no rotundo al trigo transgénico HB4, uno de los cultivos más peligrosos para la salud humana y de la tierra. “Quieren profundizar un modelo que no produce alimentos, sino commodities y deja territorios, poblaciones y un ecosistema devastado”, dicen referentes de la Plataforma en esta nota.
“Decimos no al trigo transgénico porque aumentaría el uso de agrotóxicos aún más tóxicos que el glifosato. Porque habrá mayor riesgo de contaminación genética a otros trigos. Porque consolida la relación entre el sector del agronegocio y el desarrollo de ciencia y técnica nacional. Porque aumenta la presión por la privatización de las semillas. Porque un nuevo veneno estará presente en el pan nuestro de cada día. Porque no queremos consumir alimentos transgénicos”. La afirmación del rechazo es con contundencia y las organizaciones que forman parte de la Plataforma Socioambiental están convocando -desde hace unas semanas- a toda la sociedad argentina a expresarse en contra de la autorización del trigo transgénico HB4.
Compartiendo trigos agroecológicos, panes artesanales, facturas y tortas fritas, productorxs de distintos puntos del país estarán en plazas y espacios públicos para visibilizar el rechazo y la resistencia a lo que señalan como el avance agroindustrial más peligroso que se ha presentado en los últimos años.
Cuando en octubre pasado se aprobó la semilla IND-ØØ412-7 y sus productos y derivados, más de 1.000 científicxs del CONICET y 30 universidades públicas pusieron en cuestión la decisión y rechazaron -en una carta abierta al Gobierno Nacional- la autorización al HB4, producto del equipo de la bioquímica Raquel Chan de la Universidad Nacional del Litoral y la empresa Bioceres-Indear.
Rosalía Pellegrini Holzman, Secretaria de Género y referente de la Unión de Trabajadorxs de la Tierra (UTT), explica que, con la aprobación del año pasado, nuestro país va hacia la introducción de un trigo que está prohibido en Europa y es único en el mundo. Nada de lo que enorgullecerse: “Argentina sería pionera -nuevamente- en introducir un modelo de biotecnología de un trigo transgénico que viene acompañado (porque es un paquete) del glufosinato de amonio que ya está comprobado que es peor que el glifosato”.
Como especifican lxs científicxs en su carta, el glufosinato de amonio es un herbicida 15 veces más tóxico que el glifosato, ampliamente cuestionado y prohibido en muchos países por su toxicidad aguda y sus efectos neurotóxicos, genotóxicos y alteradores de la colinesterasa. El compuesto es letal para organismos que contribuyen naturalmente a mantener la dinámica de los agroecosistemas, deteriora enormemente la calidad del agua dulce acelerando procesos de eutrofización y penetra hacia napas subterráneas.
Pellegrini detalla que este nuevo trigo transgénico, resistente a la sequía -sequía que es generada por la deforestación del propio modelo agroindustrial-, implicará una nueva expansión de la frontera agropecuaria. “Este modelo de monocultivo será igual que la soja transgénica, generando mayor deforestación, mayor devastación del territorio, contaminación del mismo suelo y, por supuesto, lo que implica este paquete tecnológico en términos de las vidas humanas y de la contaminación de los pueblos”, dice la secretaria de la UTT a La tinta.
Daniela Verzeñassi, del Foro Ecologista de Paraná – Coordinadora Basta es Basta de Entre Ríos, ordena el panorama y hace foco en tres cuestiones claves. Por un lado, la presencia cotidiana de transgénicos en la mesa de todxs lxs argentinxs (considerando que el trigo es, si no la base, uno de los principales alimentos en nuestro país) y sumado a esto, el nuevo herbicida que, como ya se sabe, es muchísimo más agresivo y tóxico, y estaríamos ingiriendo a diario. “Estas son las dos cuestiones principales, a lo que se suma el riesgo de que los trigos actuales sembrados en nuestro país estén expuestos a la posibilidad de contaminación por polinización con transgénesis, con lo que estaríamos también perdiendo la posibilidad de seguir produciendo trigos libres”. Verzeñassi añade que, además de los movimientos socioambientales y productores agroecológicos, se suman al rechazo otros productores que no quieren esta amenaza sobre sus producciones actuales y el Complejo Harinero Argentino.
La #PlataformaSocioambiental denuncia que, a pesar de no estar liberado comercialmente, se sabe que hay aproximadamente 25.000 hectáreas sembradas de trigo HB4 de Bioceres en siete provincias y que se espera la autorización de Brasil para poder ser comercializado, pues es el principal comprador del 30% de trigo que se exporta.
“Estamos atravesadxs por una pandemia sanitaria social, pseudo productiva colonizante donde, en todos los casos, la tierra, el agua, la semilla, el monte son rehenes de una lógica en donde enfermar y saquear es garantizar la ganancia. Nada es casual, ni la dependencia de agrotóxicos y fertilizantes para producir un supuesto alimento, ni los agrotóxicos en la sangre de lxs pibxs en los pueblos fumigados, ni los supuestos alimentos que llegan a nuestros hogares con altas dosis residual de fungicidas, nematicidas, insecticidas, etc. La disputa está dentro del Estado también… ¿acaso es un orgullo saber que el primer trigo transgénico resistente al glufosinato de amonio tiene patente nacional? ¿Dónde están puestos los intereses de la ‘ciencia’ financiada por políticas que salen de despachos del agronegocio? Se terminó su fiesta transgénica y desde los pueblos venimos dejando en claro que, si es veneno, mata y enferma. Estamos amasando el pan donde se refugia la memoria, la cultura y la dignidad hasta que la soberanía se haga costumbre, hasta que la producción sea un sinónimo concreto de sociedad, ambiente y soberanía”, dice, en diálogo con nuestro medio, Jeremías Chauque, trabajador campesino e integrante de Desvío a la Raíz – Agricultura Ancestral, de la Multisectorial Paren de Fumigarnos de Santa Fe.
“La tierra y el territorio están en función del otro modelo, del modelo que no produce alimentos, sino commodities. Decimos basta a la profundización de este modelo. No es el trigo transgénico, es todo el modelo que quieren imponer y que supuestamente viene a solucionar la falta de dólares a costa de, insistimos: la devastación del territorio, la profundización de los efectos del cambio climático y las vidas humanas que -está comprobado- enferman de cáncer y que después mueren”, enfatiza Pellegrini.
La no aceptación de este trigo viene desde diferentes sectores del país y tanto las organizaciones sociales como lxs más de mil científicxs están pidiendo que el gobierno reconsidere la medida de aprobación del año pasado. “Resistir su cultivo y lograr que se retire su autorización es un imperativo ético, social y sanitario”, concluyen desde las organizaciones del #PANAZO.
Publicado originalmente en La Tinta