Traición de febrero, la huella de la guerra que continúa

Pedro Faro Navarro

Fotos: @ArchivosFrayba 1995-1996

No fue el EZLN el que rompió el diálogo y reinicio la guerra.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que fingió voluntad política mientras preparaba el golpe militar y traicionero.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que inventó una conjura para obtener razones que justifiquen lo irracional.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que detuvo y torturó civiles.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que asesinó.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que bombardeó y ametralló poblaciones.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que violó mujeres indígenas.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que robó y despojó a los campesinos.

Fue el gobierno.

No fue el EZLN el que traicionó la voluntad de toda una nación, de lograr una salida política al conflcito.

Fue el gobierno.

Subcomandante Insurgente Marcos

El 9 de febrero, se cumplieron 26 años de la traición del gobierno federal, la traición de Ernesto Zedillo presidente de México, la traición al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), la traición a toda una nación que exigía paz y la respuesta del Estado fue la activación del Plan de Contrainsurgencia Chiapas 94.

Esta acción se dio en el contexto de la distención al conflicto armado interno y la reactivación del diálogo. El gobierno mexicano mostró su rostro más fiel de sí mismo, la represión hacia los pueblos.

El expresidente Zedillo, en febrero del 95 anunció la liberación de órdenes de aprehensión y las incursiones militares que dieron como consecuencia una profundización de la ocupación de las fuerzas armadas en el estado de Chiapas -la cual se mantiene hasta ahora-. Es la lógica militar de un camino de guerra en contra de los pueblos en resistencia, es el continuum del gobierno mexicano que optó por el exterminio.

La incursión del Ejército mexicano a la Selva Chiapaneca tenía la finalidad de detener a la dirigencia del EZLN, lo cual provocó el desplazamiento forzado de miles de personas que huyeron hacia las montañas; otras padecieron privaciones arbitrarias de la libertad, ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas, torturas, cateos ilegales, violaciones al derecho de libre tránsito por la instalación de retenes militares que causaba terror en la región, hostigamiento militar y paramilitar permanente, entre otras graves violaciones a los derechos humanos. Hechos denunciados por el EZLN el 11 de febrero de 1995:

“El Gobierno Federal ésta actuando con mentiras, ésta haciendo una guerra sucia en nuestros pueblos. El día de ayer en horas del medio día, 4 helicópteros bombardearon la zona en los alrededores de Morelia y La Garrucha, así también como ametrallamientos de la zona bajo control zapatista, miles de soldados federales, se penetraron al interior de la selva, por Monte Libano, Agua Azul, Santa Lucia, La Garrucha Champas, San Agustín, Guadalupe Tepeyac y otros. Están tendiendo un cerco a muerte y sucio. Nosotros los zapatistas, tropas y civiles, hasta el momento hemos hecho todo lo posible por replegarnos, pero ya no tenemos más opción más que defendernos y defender a nuestros pueblos, miles de civiles se han desplazado de sus lugares. Hermanos, el gobierno de Ernesto Zedillo nos ésta matando, ésta matando niños, ésta golpeando mujeres y violando.”1

Esta política genocida del Estado mexicano, es recordada por la proliferación de los grupos paramilitares en el territorio, sosteniendo la impunidad que se reactiva en la actualidad con los grupos sucesores del paramilitarismo en la zona Altos. En los municipios de Aldama y Chalchihuitán existe una situación crítica de violaciones a los derechos humanos, provocando miles de personas en desplazamiento forzado y una violencia generalizada que no para. El signo de este tiempo como en 95 es de terror anclado en la perversa indiferencia del gobierno mexicano.2

La violencia se intensifica con la reactivación de grupos armados que operan en la zona Selva, que pretenden despojar los territorios del EZLN donde están asentados los pueblos y comunidades zapatistas en la región de Moisés Gandhi, municipio oficial de Ocosingo, hechos perpetrados por la Organización Regional de Cafeticultores de Ocosingo (Orcao). Además de las agresiones a territorios ubicados en la comunidad zapatista de Nuevo San Gregorio, en el municipio oficial de Huixtán. Ataques que se articulan en el seguimiento de una estrategia que viene de los poderes fácticos y de los gobiernos municipales, estatal y federal que impulsan la contrainsurgencia que no cesa, en esta persistente acción de golpear a los procesos de autonomía que se mantienen a contrapelo del sistema capitalista.3

La traición como estrategia de exterminio viene desde el poder de Estado que plantea la colonización basada en el despojo territorial de los pueblos, como ejemplo en México: el Plan Integral Morelos, el Corredor Interoceánico, el Tren “Maya” y sus polos de desarrollo que atentan contra la vida. No obstante, las luchas por los horizontes de vida se van impulsando desde los pueblos y comunidades, en los movimientos en defensa de la humanidad y de la Madre Tierra, tal y como se ha expresado en las firmas que se sumaron en el documento convocado por el EZLN “Una declaración… por la Vida”,4 ahí hay una esperanza de acción mundial que impulsa la continuidad de un cambio de sistema que repercute en una sociedad necesaria para el tiempo de los pueblos.

Jobel, Chiapas México,

a 10 de febrero de 2021

1 Llamado a detener la guerra genocida. 11 de febrero de 1995.

Faro, Pedro. El desplazamiento forzado en Chiapas, los impactos de la violencia y la impunidad.

Informe de la Caravana de Solidaridad y Documentación con las comunidades autónomas zapatistas de Nuevo San Gregorio y Región Moisés Gandhi. 11 de noviembre de 2020.

Primera parte: Una declaración… por la vida. 01 de enero de 2021.

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