Terror contra el pueblo terena en Brasil

Karina Vilas Bôas/ Brasil de Fato Traducción: Brisa Araujo

El conflicto entre el pueblo terena y los agricultores del estado brasileño de Mato Grosso do Sul escaló y ya hay un muerto y heridos. El 30 de mayo, Oziel Gabriel, terena de 35 años, murió por un disparo en el estómago durante la operación policiaca para el desalojo de los indígenas de la hacienda Buriti. Otro indígena, Josiel Gabriel, fue herido de bala en la columna vertebral el cuatro de junio. .

El movimiento campesino, indígena y quilombola de Brasil comenzó una marcha los primeros días de junio para denunciar que los gobiernos estatales quitaron la autonomía a la Fundación Nacional del Indio (Funai) para realizar demarcaciones de tierra, lo que aumenta el problema y deja vulnerables a los pueblos indígenas.

 

Sidrolândia, Brasil. Brasil se detuvo y volteó sus ojos hacia el estado de Mato Grosso do Sul. Mucho se dijo respecto al conflicto entre indígenas y fuerzas policiacas en la hacienda Buriti, pero pocos vehículos de la prensa retrataron el dolor y el terrorismo que los terena viven con este conflicto. Por eso, los movimientos sociales se unieron para lanzar la otra cara de la historia y, después de recoger materiales, armaron la trayectoria de la lucha por la tierra en un estado terrateniente, donde la concentración de riqueza en las manos de pocos hace que la desigualdad sea cada vez peor.

La hacienda Buriti está en el área reivindicada por los indígenas, una demanda que se arrastra desde hace 13 años. La “Tierra Indígena Buriti” fue reconocida en 2010 por el Ministerio de Justicia como de posesión permanente para el pueblo terena. El área, de 17 mil 200 hectáreas, fue delimitada, y la ordenanza fue publicada en el Diario Oficial de la Unión. Sin embargo, no está homologada por la Presidencia de la República. La presidencia de la Fundación Nacional del Indio (Funai) aprobó el reporte de identificación del área en 2001, pero decisiones judiciales suspendieron el curso del procedimiento demarcatorio.

El viernes 31 de mayo, un día después del conflicto con la policía federal y militar, el ambiente fue muy tenso en las nueve aldeas en Sidrolândia, con aviones haciendo sobrevuelos y rumores de que las fuerzas policiacas regresaban. Esta es la realidad de los cerca de 3 mil 800 terena que ahí viven. Los indígenas decidieron regresar a las tierras de la hacienda Buriti y seguir la lucha por sus derechos. Los estímulos fueron el brutal asesinato de Oziel Gabriel, de 35 años, a quien le dispararon en el estómago, y las 28 personas que resultaron heridas. Un importante detalle: el guerrero Gabriel, como es llamado por la comunidad, falleció fuera de la tierra ocupada, sitio del conflicto. Fue asesinado en la tierra homologada, lo que muestra que el intento de desalojo fue desastroso.

Los testimonios dejan claro que el “intento” de desalojo de la hacienda Buriti fue una catástrofe. “La policía llegó y fue una verdadera guerra. Ellos llegaron disparando, con muchas bombas de gas lacrimógeno y violencia. No hubo diálogo ni plática”, afirma uno de los caciques[1], que pidió no ser identificado.

Para el cacique Genilson Samuel, la lucha sigue, ya que después de 13 años no les queda otra salida. “Decidimos que esta lucha no se detendrá; la sangre que se derramó en estas tierras, la vida de nuestro hermano que se llevaron, todo esto duele, está para siempre en nuestros corazones, no hay justicia que nos quite este dolor. La justicia no está de nuestro lado, piensa que somos animales. Tenemos derecho a la tierra, está comprobado que es nuestra y vamos a seguir luchando por ella”, afirma.

Alberto Terena afirmó que la situación es de mucho enojo. “Estamos en búsqueda del derecho del pueblo, por el que lucho y doy mi vida. Nos están masacrando, tenemos la carta declaratoria que comprueba que la tierra es realmente nuestra, parece ser que el Estado brasileño no quiere ver esto. Pedimos una pequeña parte de la grandeza de nuestro país. Hay espacio para todos en Brasil, incluso para el agronegocio. Lo que queremos es nuestro por derecho y vamos a seguir resistiendo. Nuestro pueblo necesita seguir con su historia por las nuevas generaciones, nosotros queremos nuestro territorio demarcado”, exigió.

Herido en el desalojo, el cacique Basílio Jorge denunció que el poder público los trata sin ningún respeto. Basílio es tío de Oziel Gabriel. “Llegué al área retomada en el momento de la guerra, ya estaba caliente el lugar. Nuestros familiares dijeron que el delegado de policía bajó de su coche y empezó a disparar. No hubo diálogo. No buscaron saber si íbamos a salir o no. Después de una hora de conflicto, recibimos la noticia de que mi sobrino había recibido un balazo en el estómago y esto es muy triste”, declaró.

Amélia Firmino, mujer, madre y profesora terena, relató su sentimiento como alguien que hace todo para proteger a los niños y ancianos de los conflictos. “La pérdida de este hermano no es una derrota, no lo mataron en vano. Vamos a seguir con la lucha por nuestros derechos en su memoria y aquí estamos, en la aldea 10 de mayo, a un lado de la hacienda Buriti, protegiendo a nuestros niños y nuestros ancianos para que no sufran tanto con este conflicto”, afirmó.

Publicado el 10 de junio de 2013.



[1] En Brasil, cacique es la palabra utilizada para nombrar a los líderes indígenas (N.T.).

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