Temacapulín: resistencia y dignidad ante la falta de palabra

Juan Yves Palomar

foto: IMDEC, a.c. 

Los rumores y la sombra de un proyecto que despoje a los pueblos de Temacapulín, Acasico y Palmarejo  llevan rondando las barrancas del Río Verde por lo menos desde los noventas cuando se empezó a hablar del Sistema La Zurda-Calderón. Incluso desde años antes los vecinos de los pueblos habían escuchado de diferentes proyectos para represar el río, ninguno del tamaño de lo que se presentó en el sexenio de la administración estatal de Emilio González Márquez (PAN).

Han pasado más de 10 años desde que se anunció la construcción de una cortina de 105 metros que inundaría los pueblos ya mencionados, además de más de 4 mil 500 hectáreas y la construcción de un acueducto de 140 kilómetros: la presa el Zapotillo. Este acueducto, operado por la empresa española Abengoa, pretende realizar el trasvase  de agua desde la cuenca del Río Verde en Jalisco hasta León, Guanajuato. Diferentes legislaciones internacionales han criticado esta práctica y procuran evitarla por los altos costos socio-ambientales que genera a corto, mediano y largo plazo.

La cuestión es que al día de hoy, entre que si son peras o son manzanas, la presa está detenida. No opera su construcción desde hace más de 2 años. Esto debido a la suspensión definitiva emitida por la Suprema Corte de Justicia de la Nación motivada por los amparos interpuestos por habitantes de los pueblos agraviados. Esto ha orillado a que la Conagua ponga a revisión el proyecto y a que el Gobierno de Jalisco modele diferentes escenarios y rutas de actuación hacia el futuro. El gobierno estatal del PRI entendió entonces que necesitaban un tercer actor para realizar una jugada que lograra legitimar una obra federal que ellos en teoría, públicamente, no defendían sino todo lo contrario (sobre todo por lo dicho en campaña y al inicio de la administración).

Temaca río verde

Finalmente la presentación del estudio de la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos, capítulo México (UNOPS) llegó el pasado 29 de Junio y  cayó de perlas para tales propósitos. En un evento anunciado a último momento, que coincide en fecha y hora con el partido de semifinal de la Selección Mexicana en la Copa Confederaciones, el Gobierno de Jalisco junto con asesores de este organismo de la ONU, presentaron un estudio que además de haber costado 90 millones de pesos del erario público por encargo del titular del ejecutivo, implicó seguir ignorando las recomendaciones hechas sobre el proyecto por parte del Observatorio Ciudadano para la Gestión Integral del Agua en Jalisco .

El engaño de Aristóteles Sandoval Gobernador es flagrante, premeditado y cínico. Es muy poco creíble que un funcionario de primer nivel y con maestría ignore que sus palabras en cuestión de política hidráulica no tienen jurisdicción. La encargada del tema a nivel federal es la Conagua, en todo caso, con la supervisión y contrapeso de la Suprema Corte de Justicia de la Nación después de un proceso legal, como es el caso.

Aquí lo que se mandó fue un mensaje político autoritario disfrazado con  argumentos técnicos, pero que de igual forma no impidieron que el gobernador invocara a las “mayorías” para intentar justificar el desplazamiento forzoso de algunas personas de La Sociedad de Temacapulín ahí presentes.

Toda esta escena se enmarca bajo el modelo económico actual de capitalismo neoliberal en donde tristemente la lógica de las políticas públicas es crear grandes infraestructuras en donde la viabilidad y la rentabilidad omitan el costo social y ambiental. Obras que se dicen fundamentar en función de hacer cumplir un derecho social de miles de personas que terminan siendo el agosto multimillonario para las constructoras, las grandes empresas y una cadena de coyoteo en la línea de contactos y operadores, que todos juntos generar un sistema perverso que funciona como incentivo para la “inversión de capitales” (whatever that means).

Lo que el gobierno y los que empujan las decisiones detrás de él, no se quieren meter en la cabeza es que, el  problema del agua es la desigualdad de acceso, no el de la escasez. No podrán nunca, ni querrán los soberanos del poder acuífero en el estado de Jalisco, por ejemplo, garantizar que la existencia de más disponibilidad de agua sirva para llevar este recurso a las colonias marginadas antes de los nuevos desarrollos de lujo, campos de golf y cotos privados. Mucho menos reconocer que no tienen la razón al esgrimir la falacia de que la obra se legitima sobre todo porque supuestamente les funcionará a más personas de las que afectará directamente.

Así pues, frente a un gobernador sin palabra y dignidad, un gabinete mercenario y una clase política convenenciera,  un pueblo de centenares de años continúa en resistencia no sólo contra la presa, sino contra todo un modelo político económico. De esta manera el ejemplo de los pueblos de la barranca del Río Verde  no es sólo la enorme dignidad de plantar cara al gobierno sino la valía de demostrar que en México hay un lugar en donde se le ha puesto un alto al neoliberalismo en nombre de la historia, pero también con el deseo de un mejor mañana, ese lugar se llama Temaca.

Texto publicado originalmente por el autor en Politify 

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