‘Querido mundo, ¿cómo va el confinamiento? Gaza’

María Rodríguez

Durante los últimos días, ha circulado por las redes sociales una foto en la que se lee: «Querido mundo, ¿qué tal el confinamiento? Gaza». En otras palabras: «¿cómo lleva el resto del mundo lo que Gaza vive desde hace 13 años?».

Sin embargo, la situación de confinamiento que están viviendo el resto de países no es comparable a lo que viven las personas bloqueadas en la Franja de Gaza por Israel.

Este asedio militar ha provocado que la región apenas tenga herramientas para afrontar la pandemia.

La ONG Gisha ha alertado sobre la escasez de recursos: “El grave estado de la infraestructura civil básica y los servicios esenciales, inadecuados incluso en tiempos «normales», ahora representa una amenaza para la vida humana“.

Desde 2007, Gaza vive sometida al bloqueo por tierra, mar y aire impuesto por Israel, lo que imposibilita el intercambio de productos, así como la entrada y salida libre de esta estrecha franja que colinda con Israel, Egipto y el Mar Mediterráneo.

Egipto también supone una puerta cerrada para la región, debido a su apoyo a Israel. Sin embargo, el puesto fronterizo de Rafah, al sur de la Franja, parece ser la única vía por la que los gazatíes pueden acceder al resto del mundo.

Bombardeo en plena crisis del coronavirus

Después de que rebajasen la tensión por la pandemia, la pasada semana, Gaza era bombardeada por el Ejército israelí como respuesta a los ataques del movimiento Hamás, quien controla la zona bloqueada.

No se sabe cómo la crisis del coronavirus que ha provocado más de 3.000 contagios en Israel y pone -aún más- el agua al cuello a Gaza, todavía les deja fuerza a las autoridades para emprender conflictos bélicos.

La imposibilidad de luchar contra el COVID-19

Uno de los directores de la oficina de la OMS en los Territorios Palestinos, Gerald Rockenschaub, ha alertado de que en la Franja solo hay 60 camas destinadas a cuidados intensivos y falta personal cualificado que pueda tratar a los futuros pacientes. Este sistema sanitario que «se ha degradado debido al bloqueo» se traduce en «la falta de electricidad, medicamentos de base y mano de obra», como explica. Además, Gerald asegura que «más del 90% del agua considerada potable en Gaza no es apta para el consumo humano».

Aparte de la problemática de la falta de agua potable, la población cuenta con más impedimentos para detener la enfermedad. Solo tienen 11 horas de electricidad diarias, por lo que solo se podrán duchar y lavar las manos en ese tiempo y, además, los alimentos que estén en la nevera dejarán de estas frescos cuando esas horas se cumplan.

Los campamentos no tienen apenas agua y desinfectantes y, debido al hacinamiento, la distancia social en tiempos de coronavirus se vuelve imposible.

La falta de electricidad y de combustible también se cierne sobre el creciente número de enfermos que ingresarán en los hospitales por la pandemia.

Por esta situación catastrófica, la mayor parte de los refugiados siguen subsistiendo gracias a la ayuda de organizaciones como UNRWA, que ha hecho un llamamiento desesperado para que estas personas puedan sobrevivir.

El optimismo, en algún lugar

De la fabricación de camisetas y pantalones, a la de mascarillas y ropa médica. Este es el granito de arena que está aportando la fábrica Queen Tex en la lucha contra la pandemia en Gaza.

«Teníamos la intención de importar máscaras y trajes de China, pero hubo dificultades para hacerlo, así que decidimos fabricarlos nosotros mismos», ha reconocido el gerente Hassan Alwan.

Sin embargo, Alwan afirma que desde que tenga suficiente material para el mercado local, podrá hacer exportaciones a Israel, que está sufriendo más duramente el azote de la pandemia.

Fuente: María Rodríguez, Irispress Magazine

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