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Pueblos originarios de la capital unen festividades para resistir el desplazamiento y despojo territorial por la urbanización

Martha Olivares, Sofía Huerta y Fernando Vargas

Fotos: Martha Olivares

El pasado fin de semana se llevó a cabo la tradicional celebración de la fiesta patronal a San Sebastián, en el pueblo originario de Xoco, alcaldía Benito Juárez. Rodeado por grandes edificios corporativos y desarrollos inmobiliarios, incluida la emblemática torre Mítikah, el pueblo de Xoco articula redes de resistencia con otros pueblos, mediante las fiestas patronales y sus mayordomías. Los procesos de despojo de los desarrollos inmobiliarios, las negaciones y prohibiciones hacia sus tradiciones por parte de las instituciones gubernamentales, así como las violencias que experimentan por parte de los habitantes que llegan a residir en estos complejos departamentales, son las principales razones para que los pueblos originarios se unan.

Después de nueve días de visitas del santo a diversas familias del pueblo (novenas), este fin de semana, el pueblo de Xoco celebró los principales días de su fiesta patronal. En estos dos días de fiesta, la población y los mayordomos realizaron procesiones alrededor de Xoco, además de visitar por primera vez el pueblo vecino de Axotla, donde también festejan a San Sebastián Mártir.

Desde hace más de seis años, aseguraron las personas originarias e integrantes de la mayordomía, Xoco y los pueblos vecinos han celebrado a lo grande, ante la negación que la dinámica urbana les ha impuesto, pues tanto las delegaciones/alcaldías, el gobierno de la CDMX y las empresas inmobiliarias han intentado vetar la celebración de sus fiestas. Limitando el área de procesiones, prohibiendo cohetones, el cierre de calles y avenidas, así como controlar el ruido y la algarabía. Este esfuerzo por acallar y desaparecer a los pueblos y sus prácticas festivas ha producido fuertes tensiones, que se han ido acrecentando por los habitantes que llegan a habitar dichos complejos departamentales. Los residentes y trabajadores de estos edificios corporativos y habitacionales de lujo demuestran su rechazo a las fiestas de los pueblos, con actos racistas y clasistas.

El sábado 21 de enero, alrededor de las 5 de la tarde, los mayordomos de Xoco y los del pueblo de Axotla salieron en procesión desde la capilla de San Sebastián Mártir. De acuerdo con el mayordomo Manuel Hernández Chávez, esta es la primera vez que como pueblo realizan una procesión hacia este pueblo vecino, el cual se encuentra frente a los Viveros de Coyoacán, del otro lado de avenida Universidad, ya en la alcaldía Álvaro Obregón.

Una de las habitantes originarias del pueblo de Xoco reflexionó que a pesar de que este es el primer año que visitan al santo de Axotla, este tipo de alianzas es importante, “creo que sí es bueno que se haga esta procesión porque somos dos pueblos que compartimos al mismo santo patrono y es conveniente estar aliados para enfrentar cualquier situación que amenace nuestras tradiciones”, comentó.

La procesión inició su camino sobre las principales calles de Xoco (San Felipe, Xocotitla y Puente de Xoco). En una de las primeras paradas sobre la calle San Felipe, pasando el “medio pueblo”, los mayordomos de Xoco recogieron a San Sebastián de la última casa de la novena. A partir de ese momento, el contingente era encabezado por San Sebastián de Axotla, seguido de San Sebastián Xoco, el grupo de chinelos y finalmente la banda de viento. De esta manera la procesión enfiló el camino hacia el pueblo de Axotla, salieron por la lateral de la avenida Río Churubusco, hacia avenida Universidad.

La algarabía y fiesta popular marcaba un fuerte contraste entre las personas expectantes, los autos que estaban detenidos y la vida comercial, al pasar frente a la entrada de Mítikah sobre Río Churubusco. A la altura del Hospital Regional Lic. Adolfo López Mateos del ISSSTE, la procesión se detuvo para encontrarse con los mayordomos de Santiago Apóstol, del pueblo de Santa Cruz Atoyac. Cabe mencionar que el contingente se detuvo frente a las puertas del hospital y entonó una oración para los pacientes del lugar. Posteriormente, la procesión entró al pueblo de Axotla, recorriendo sus calles hasta llegar a la capilla de San Sebastián, donde la población y el sacerdote del pueblo ya estaban esperando al contingente y a los mayordomos de Xoco.

La bienvenida a los San Sebastianes (de Xoco y Axotla) y a Santiago Apóstol fue muy emotiva: los tres santos fueron colocados frente al atrio de la capilla, mientras los mayordomos lanzaron hurras y felicitaciones. Después, el sacerdote realizó la bienvenida formal con un discurso sobre la reciente unión de los pueblos de Xoco, Axotla y Atoyac, cuyos antecedentes eran de rivales en la festividad, pero que ahora se unían en una tradición que no es nueva, sino que ha expresado la histórica unificación y articulación que los pueblos han tenido a través de sus festividades y su vida social. Los mayordomos de Xoco y San Sebastián entraron a la capilla, donde la banda de viento tocó unas melodías festivas, mientras el sacerdote bendecía a los demás santos fuera de la capilla. Después de la visita, el contingente de Xoco, es decir mayordomos y la población, regresaron a su pueblo, para continuar con las actividades de la fiesta.

Al día siguiente, el domingo 22 de enero, la procesión fue más extensa. Además de Axotla y Santa Cruz Atoyac, las visitas de los santos provinieron de los pueblos de Tlacoquemecatl, Portales, San Simón Ticuman, Natividad Tepetlaltongo, San Lorenzo Xochimanca, Actipan, Mixcoac, Los Reyes, la Candelaria, Santo Domingo, San Lucas, Ajusco y el Niño de Coyoacán, así como la Virgen de los Dolores de Xochimilco. “Sí en todas las fiestas patronales de Xoco han habido pueblos invitados con su santo patrono, así como también Xoco es invitado a las fiestas de otros pueblos con San Sebastián Mártir”, aseguró una originaria que acompañó la procesión.

El recorrido siguió por Río Churubusco hacia avenida México Coyoacán, avenida Popocatépetl y nuevamente hacia San Felipe, para llegar a la capilla. A diferencia de la procesión del día anterior, el contingente de la procesión del 22 de enero mostraba la fuerza y unión de los pueblos vecinos, con Xoco.

Sin duda, esta unión de festividades de los pueblos originarios habla de la gran capacidad de reinvención y resistencia frente al embate urbano, que ha ido fragmentando sus territorios y culturas.

Racismo y clasismo contra los pueblos originarios: agresiones durante la fiesta patronal

Con todo y el músculo que muestran los pueblos, el rechazo a sus costumbres no cesa, pues durante las procesiones de la fiesta patronal de Xoco se presenciaron dos momentos de agresiones en contra de la procesión del pueblo, integrada principalmente por los originarios de Xoco, así como por visitantes de otros pueblos originarios. Estos dos hechos violentos, son muestras de racismo y clasismo por parte de vecinos de City Towers Parks, así como por visitantes del centro comercial Mítikah. Ocurrieron el día sábado 21 y domingo 22 de enero, mientras que personas de todas las edades: jóvenes, adultos, infancias y adultos mayores recorrían junto con los santos patronos y otras imágenes religiosas sobre las calles y avenidas aledañas de Xoco.

El primer momento ocurrió el sábado 21 de enero a la altura de la entrada de Mítikah sobre Río Churubusco, cuando un automóvil que intentaba entrar al centro comercial, trató de cruzar a la fuerza, sin importar que el contingente de mayordomos, chinelos y familias de Xoco caminaban de regreso del pueblo vecino de Axotla. Esto suscitó un pleito entre el conductor y los mayordomos, al punto que el conductor se metió a su carro y aceleró sobre esta avenida, muy cerca de donde transitaba el contingente, aventando el automóvil sobre los presentes.

El segundo percance aconteció durante la procesión del día domingo 22. Este trayecto consistió en recorrer las calles y avenidas aledañas del pueblo de Xoco, es decir Río Churubusco, avenida México-Coyoacán y eje 8 Popocatépetl. Ante el ruido causado por los cohetones, a la altura de avenida México-Coyoacán 321, frente a los edificios de City Towers Park, habitantes del edificio lanzaron papeles mojados, huevos y cubetazos de agua al contingente, principalmente de San Sebastián Xoco, que cerraba la procesión.

Este acto violento causó un enfrentamiento entre los mayordomos de Xoco y los de Atoyac contra los policías y guardias que vigilaban la entrada del edificio. En respuesta a los actos de violencia por los habitantes de City Towers, los coheteros de la procesión apuntaron sus cohetes hacia los edificios, haciéndolos tronar muy cerca de los ventanales del conjunto departamental. Más adelante, la procesión aumentó los cohetes lanzados, principalmente en las áreas donde habían edificios departamentales. Las personas de la procesión gritaban a los habitantes de los edificios que salían a observar: “nosotros llegamos primero”, “nosotros ya estábamos aquí”, eran algunas de las demandas que los originarios gritaban a los habitantes de estos desarrollos inmobiliarios.

Independientemente de los actos de violencia, evidentemente clasistas y racistas, la potencia de la fiesta y la unión de los pueblos no decayó. La procesión continuó su tránsito hasta llegar a la capilla de San Sebastián Xoco, donde se reunieron todos los pueblos visitantes, las danzas de concheros, chinelos y santiagueros, en un ambiente de júbilo y unificación; en formas de hacer y de construir pueblo entre los pueblos.

Otra de las vecinas originarias del pueblo de Xoco, coincidió junto con otras habitantes del pueblo en que esta no es la primera vez que ocurren este tipo de actos violentos en su contra, «ya otros años habían lanzado huevos a la gente que íbamos en la procesión pero la agresión no había sido tan fuerte como ahora”. Asimismo repudió este tipo de actos en su contra y expresó: “pienso que está muy mal por parte de esas personas, pues deben respetar las costumbres o tradiciones del lugar que eligieron para vivir, pues ellos vinieron a alterar nuestro estilo de vida y deben acoplarse al lugar con todo lo que implica vivir en un pueblo con historia y tradiciones”.

La fiesta patronal como mecanismo de unión y resistencia

La fiesta patronal es una de las manifestaciones más representativas y emblemáticas de los pueblos originarios. Celebradas año con año, estas celebraciones son formas de rearticulación comunitaria y renovación del territorio. Desde el sincretismo religioso colonial, las fiestas sintetizaron los ritos mesoamericanos agrícolas al santoral católico, formando celebraciones de algarabía al santo patrono con procesiones, cohetones, danzas de chinelos, santiagueros y concheros; música de banda, arreglos florales, tapetes de aserrín, comida y demás expresiones festivas.

En la vida cultural de los pueblos originarios, las fiestas patronales y las organizaciones cívico-religiosas que las organizan (mayordomías, cofradías, hermandades, comisiones, patronatos, etcétera) se han considerado fuera o externas a la actividad política de los propios pueblos. Sin embargo, esto no quiere decir que no exista política dentro de la fiesta, o que sus organizaciones no están politizadas; fiestas y mayordomías también se posicionan ante las violencias racistas y clasistas que experimentan, e históricamente han vivido.

Para varias familias en Xoco, estas fiestas son una parte importante de su identidad como pueblo originario y ven importante preservar sus tradiciones, usos y costumbres y formas que mantienen unidos a los pueblos tanto interna como externamente. Una señora mayor, integrante de una de las familias originarias de Xoco manifestó que la fiesta es una costumbre que no debe perderse:

“Pienso que la fiesta patronal es importante para el pueblo, porque es una tradición o costumbre heredada por nuestros antepasados, padres, abuelos, porque yo desde pequeña he asistido a ella y siempre salíamos a ver la procesión cuando pasaba frente a nuestra casa, pienso que de niños y jóvenes por la emoción de la feria y el ambiente de fiesta como es el baile; para la gente mayor también es recordar tiempos pasados y mantener viva la fe a nuestro santo patrono, es un gusto volver a vivirla cada año”, dijo.

Las celebraciones a San Sebastián Mártir (20-22 de enero) y el Santo Jubileo (abril) han sido espacios de festividad, pero también de unificación poblacional y barrial. Los pueblos originarios urbanos han podido tomar las calles y avenidas de la ciudad como en antaño, y se han unido no sólo para acompañar sus distintas celebraciones a cada uno de los santos, sino que han hecho músculo y han mostrado que los pueblos originarios no son pueblos solos, sino pueblos hermanos, que históricamente han compartido territorio, visitas y diversos intercambios materiales y simbólicos.

La red de pueblos se ha vuelto a activar a pesar de las múltiples manifestaciones de violencia, las presiones políticas por parte de los gobiernos para transformar sus formas comunitarias, así como por la expansión y control territorial del sector inmobiliario que se extiende sobre los pueblos originarios bajo dinámicas clasistas y racistas.

“Creo que este tipo de fiestas se están perdiendo porque como está sucediendo aquí en Xoco, debido al urbanismo o modernidad y a la llegada de miles de avecindados que no están acostumbrados a este tipo de fiestas, las repudian y se oponen a que se lleven a cabo. Y porque muchos de los originarios ya han emigrado a otros puntos de la ciudad o fuera de ella”, declaró una de las vecinas mientras ofrecía agua al contingente de la fiesta.

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