La crisis política que vive Chile es una situación que se gestó desde la instalación del modelo neoliberal del actual gobierno. “Nadie votó por él, es un gobierno que entró a la fuerza y por la vía del golpe de Estado; las protestas por el alza de los precios en el transporte público son sólo la punta del iceberg”, aseguró José Antonio Hernández Macías, del Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC) de la UNAM.
Para el experto en Relaciones Internacionales, por debajo de las protestas están políticas neoliberales que han desfavorecido a las grandes masas en el país latinoamericano, han incrementado la desigualdad y han dejado una precaria política en salud y educación. Cualquiera que desee estudiar una carrera universitaria se tiene que endeudar y pagar esos créditos con un salario muy bajo.
Su sistema de pensiones deja desprovistos a los adultos mayores: “todas son sólo un caldo de cultivo para que la gente salga a protestar”. En ese contexto, no hay que olvidar que la región vive un periodo de inestabilidad y crisis. Sebastián Piñeira utilizó el incremento de las protestas, la hostilidad y el hartazgo, como mecanismo para culpar a la población: “con sus declaraciones de el país se encuentra en guerra, sólo está asumiendo que la población es un enemigo y eso es un error”.
Por otro lado, la memoria histórica en Chile de su relación con los militares causa impacto en la población y en estos días de intensa batalla, causan miedo generalizado: “el daño para el gobierno ya está hecho y será duramente castigado en las próximas elecciones, lo que ha pasado quedará grabado en la memoria de la población chilena”.
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