Sao Paulo, Brasil. A un año y medio de expulsión de cerca de 7 mil moradores del área conocida como Pinheirinho, en Sao José dos Campos, Sao Paulo, la mayoría de los que perdieron sus casas en el antiguo barrio hoy dependen del auxilio público para vivir y no han visto cumplida la promesa de una casa nueva. La llamada Renta Social, con valor de 500 reales (cerca de 3 mil pesos) no es suficiente para tener acceso a una casa en la región, pues la renta ahí cuesta en torno a 800 reales (5 mil pesos).
El área de donde se desalojó a las familias, de 1.3 millones de hectáreas, fue entregada a la quebrada empresa Selecta, del inversionista Naji Nahas, y sirve ahora únicamente para la especulación inmobiliaria.
Para empeorar, muchos pobladores perdieron su fuente de trabajo después del desalojo. Algunos pasaron muchos días en la calle, sin tener dónde dormir y, durante su tiempo libre, intentaron recuperar lo poco que tenían y que se quedó guardado en la bodega de la empresa Sat Log. En ese intento, muchos moradores faltaron a sus trabajos y, por eso, fueron despedidos. Otros perdieron sus automóviles, su medio de transporte y sustento.
En los días siguientes, se habló de muchos casos de depresión y crisis de pánico; hasta hoy, algunas personas están en tratamiento psiquiátrico. El precio del medicamento, que muchas veces no está disponible en los puestos de salud, se incorpora a los gastos mensuales de las familias.
Uno de los moradores tenía un comercio dentro de la ocupación que le garantizaba un salario mensual de 2 mil reales. En su establecimiento vendía comida, dulces para los niños, productos de limpieza y gas para la cocina. Después del desalojo, se quedó sin empleo. Actualmente vive con su esposa de algunos de los trabajos que consiguen encontrar, y de los 500 reales que ella gana trabajando limpiando una escuela privada en la región. Gran parte de los moradores, después de la gimnasia financiera que hacen con el dinero de auxilio de la renta, tienen que contar con donaciones de canastas básicas para sobrevivir.
La noticia de la construcción de las casas en el nuevo terreno generó una mezcla de alivio y aprensión. Aunque que las casas fueron una promesa del gobernador, la mayoría dice que sólo lo creerá cuando esté con las llaves en la mano.
El 19 de julio, los ex-habitantes de Pinheirinho hicieron un acto en el antiguo terreno donde vivían para exigir agilidad y trasparencia en la construcción de las casas populares, prometidas hace un año y medio. Los sin techo entraron al local a las nueve de la mañana y salieron a las 11, en ese tiempo marcharon encima de los escombros de sus casas en un terreno vacío ya tomado por los matorrales.
Durante la protesta, los moradores encontraron algunas de sus pertenencias que no pudieron ser retiradas en el día del desalojo. Según ellos, sus carros, muebles y ropas estaban aventados a la intemperie, sin ningún cuidado. Muchos encontraron sus vehículos desmontados, sin las piezas de más valor, pedazos de refrigeradores sin los motores y los muebles y las ropas deterioradas por la acción de la intemperie, sin cualquier tipo de vigilancia. De acuerdo con los líderes del movimiento, los objetos que deberían estar guardados y registrados para la posterior devolución a sus dueños fueron abandonados por la empresa, después de que la Delegación paró de pagar la renta de los galpones. Todo eso fue hecho sin diálogo con los moradores y sin cualquier inspección previa.
El día del acto, después de la salida de los sin techo del terreno, se le prendió fuego al galpón de la empresa con las pertenencias de los moradores. De acuerdo con quienes estaban en el local, el fuego fue criminal y parecía hecho para encubrir evidencias de robo y depredación, y culpar por el incendio a los propios habitantes.
Después de la protesta, el gobierno estatal anunció que la compra de un nuevo terreno para la construcción de las casas se realizaría en 120 días más. Se construirán mil 800 casas, con valor de 96 mil reales cada una. El gobierno federal financiará cerca de 80 por ciento del valor, a través del programa Mi Casa, Mi Vida, y el restante será pagado a través del programa estatal Casa Paulista. En los próximos días, los moradores deben visitar el terreno que albergará sus futuras casas. El sitio está próximo a la carretera Tamoios, entre Sao Jose dos Campos y el litoral norte paulista, en las franjas de la ciudad y lejos de sus locales de trabajo y demás equipamientos urbanos.
El antiguo terreno continúa sin uso y, según los moradores del área, es utilizado para desarmar carros y para el tráfico de drogas.
Durante tres años, entre 2007 y 2010, el antropólogo Inácio Dias Andrade convivió diariamente con los 7 mil habitantes de la comunidad Pinheirinho, en el estado de Sao Paulo. La investigación fue tema de su maestría. Después del desalojo, ha hecho vivitas ocasionales a los moradores y los acompaña en la resolución del problema.
Publicado el 09 de septiembre de 2013