En Movimiento

Raúl Zibechi

Periodismo sin patrón

Desde la crisis de 2001 Argentina se ha convertido en uno de los países donde las experiencias autogestionarias han alcanzado mayor desarrollo. Hablamos de 400 fábricas y empresas recuperadas por sus trabajadores, la inmensa mayoría durante la década de mayor crecimiento de la economía, lo que indica que estamos ante una práctica convertida en sentido común por decenas de miles de trabajadores cuando peligran sus puestos de trabajo.

Hablamos de cien bachilleratos populares, donde varios miles de adultos finalizan sus estudios secundarios, en base a una curricula y pedagogías construidas colectivamente en asambleas por docentes y estudiantes. Se trata de modos y espacios auto-educativos nacidos hace apenas diez años en algunos barrios piqueteros y fábricas recuperadas, que se extiende de forma consistente entre los sectores populares.

Y hablamos, también, de medios de comunicación autogestivos y culturales que, según el último censo de la Asociación de Revistas Culturales Independientes de Argentina (ARECIA), llegan a cinco millones de lectores mensuales. ¡¡Un 15% de la población del país!!

Según el censo, en 2016 había casi 200 revistas donde se desempeñaban 1.044 trabajadores y trabajadoras, algo más de seis personas por publicación. Las revistas impresas censadas, no todas pertenecen a la asociación, editan un promedio de 250 mil ejemplares que son leídos por casi un millón de personas mientras las páginas web superan los cuatro millones de lectores mensuales.

Se trata de medios como MU, de la cooperativa Lavaca, nacida en plena crisis de 2001, pero también medios muy recientes como La Tinta, de Córdoba o el diario Tiempo Argentino, recuperado por sus trabajadores, y un puñado que persisten desde la década de 1970.

El periodista Daniel Badenes acaba de publicar el libro “Editar sin patrón”, sobre la experiencia político-profesional de las revistas culturales independientes. En la introducción de la recopilación de experiencias, escribe: “Lo que hacen no es una mercancía. Diversas en sus contenidos y en sus estéticas, todas implican otra forma de producir, que no busca multiplicar el lucro para considerar sostenible a un medio, sino la justa remuneración del trabajo realizado en forma autogestionada”*.

En la misma introducción aparecen varios testimonios.

Las revistas culturales nos hemos constituido como un espacio de legitimación de la palabra, de la investigación, del debate, en donde la ética periodística sigue teniendo valor y la calidad de los productos realizados no tiene nada que envidiarle a los medios hegemónicos”, afirma la revista Mural, que la definen como “la tribuna de los que quieren otro mundo”.

Sabemos que cada uno daría la vida por lo que hace. Somos acción, intransigencia y rebeldía”, define Claudia Acuña, referente del colectivo Lavaca.

Muchas de las publicaciones realizan además talleres de periodismo, actividades culturales y fiestas en las que suelen recaudar fondos para financiar las revistas. Otras han montado centros sociales y culturales, están vinculadas a organizaciones de base y cooperativas de trabajo. Tienden a establecer relaciones horizontales y son rigurosamente independientes en un medio hegemonizado por los grandes conglomerados como Clarín y La Nación.

Sólo el 30% de las revistas accede a publicidad oficial y la mayoría combinan papel y web. Más del 70% de las revistas impresas se venden de mano en mano y algo más de la mitad se distribuyen en centros culturales. Un enorme esfuerzo si se considera que en promedio cada revista imprime poco más de 3.000 ejemplares**. Pero también circulan en kioskos y librerías y casi todas han optado por la suscripción como forma de mantener un contacto directo con los lectores.

Es un periodismo militante y, por lo tanto, autónomo, anclado en valores de dignidad solidaridad, compromiso social y político. Es un periodismo imprescindible para informarse de luchas y resistencias que no llegan a las páginas de los grandes medios, incluso de los que se auto-denominan de “izquierda”, que suelen silenciar luchas que no consideran importantes o no entran dentro de sus paradigmas de periodismo.

Con cinco millones de lectores y lectoras, nadie puede pensar que se trata de un sector marginal. Ni que sea la prefiguración del mundo nuevo. Todo lo contrario: es ya el mundo nuevo, un mundo en movimiento, inquieto, que vive y crece sin cesar.

* La introducción completa puede leerse en http://www.lavaca.org/notas/editar-sin-patron/

** Los datos completos del censo de revistas en http://revistasculturales.org/wp-content/uploads/2016/11/Quinto-Informe-ARECIA.pdf

Dejar una Respuesta

Otras columnas