Foto: Silvio Moriconi
“Nos estamos muriendo de hambre”. Así describe el presidente de la Asociación Africana de Rosario, Stephen Amoakohene, la situación crítica que están pasando las y los refugiados africanos debido a las medidas de aislamiento por la pandemia mundial de coronavirus. Es que la cuarentena obligatoria golpea principalmente a las economías informales que se sostienen en el trabajo del día a día. En el caso de inmigrantes que llegaron a Rosario desde distintos lugares de África la venta ambulante de biyuterí es el principal ingreso y con el aislamiento les es imposible salir a trabajar. Si bien desde el gobierno nacional se tomaron medidas para afrontar la crisis económica, Amoakohene explicó que al no tener documentación no logran tener acceso y no saben dónde pedir ayuda. Desde la Asociación solicitan a las autoridades provinciales y municipales asistencia alimentaria de cualquier tipo. En Rosario la colectividad suma entre 35 y 40 personas.
Amoakohene llegó a Argentina en 1999 a los 24 años. Había salido de Ghana, su país natal, a los 20 y después de trabajar en barcos pesqueros en distintos lugares de África y pasar unos años en Panamá conoció a un rosarino que lo ayudó a entrar al país. La familia de ese amigo se convirtió también en su familia y lo ayudó en los primeros trabajos en la ciudad.
Los primeros años fueron difíciles. Él fue de los primeros africanos en Rosario. A la adaptación a una cultura completamente distinta y a una ciudad en la que todavía no había una colectividad se sumó la crisis de 2001. Para él la situación de hoy es aún peor que la de principios de siglo.
“Con la crisis de 2001 sufrimos mucho pero podíamos salir a trabajar. La mayoría de los africanos se fueron. Yo estuve a punto de irme pero me quedé y logré salir adelante. Ahora es desesperante. Nosotros vivimos de vender anillitos, pulseras y biyuterí en la calle. Ese es nuestro principal ingreso y ahora no podemos trabajar. Nos estamos muriendo de hambre, es muy triste no tener nada para comer y darle a tus hijos. No queremos plata, sólo comida para poder sobrevivir. Nos estamos muriendo de hambre”, explicó.
Amoakohene hoy tiene 45, está casado y es el principal sustento de sus tres hijos. Para él y el resto de quienes integran la colectividad africana de la ciudad la venta ambulante es el único ingreso. “La mayoría son chicos refugiados que llegaron desde diferentes países de África y no tienen documentación. Vimos en la tele las medidas de gobierno pero no somos monotributistas, no tenemos recibo de sueldo, ni ningún papel que nos ayude a acceder a alguna ayuda alimentaria. Tampoco tenemos plata para pagar el alquiler y tenemos miedo que nos desalojen”, contó.
Quienes integran la colectividad africana en Rosario llegaron a la ciudad en busca de oportunidades de vida desde Ghana, Camerún, Nigeria, Liberia, Costa de Marfil, Burundi, Argelia, Marruecos, Kenia y Senegal. Para migrar de países con fuertes conflictos sociales y armados tuvieron que escapar en barcos y al llegar a la Argentina pasaron a ser refugiados. Hasta el año pasado, la colectividad sumaba más de 50 integrantes, pero muchos migraron por la crisis económica. Hoy son entre 35 y 40. La mayoría son varones y muchos están solos, sin familiares o personas cercanas que los puedan ayudar en la crisis que atraviesan. Además, al estar todas las oficinas estatales cerradas no saben a dónde recurrir para conseguir alguna asistencia alimentaria.
“Argentina tiene un corazón muy grande. Siempre ha recibido a inmigrantes de todo el mundo y nos ha dado oportunidades. Sabemos que son solidarios y que vamos a salir de esto juntos. Hagamos cuarentena con respeto, escuchemos al presidente y ayudemos a quienes están en una situación peor que la nuestra”, dijo Amoakohene.
Publicado originalmente en El Ciudadano