Se llama Areej Alkhawaga y lleva en su mochila el orgullo de ser palestina. Actualmente está a punto de recibirse de médica en Cuba, adonde llegó gracias a una beca del proyecto de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), creada al calor de la concepción internacionalista y revolucionaria del Comandante Fidel Castro. Areej es una militante activa de la juventud palestina y como todos sus hermanos y hermanas de lucha no duda en que apenas se gradúe regresará al territorio ocupado desde hace 69 años por la prepotencia israelí. Con ella, pudimos dialogar y emocionarnos en La Habana.
-¿Cómo fueron los años que has estado en Ramala, cómo viven las y los jóvenes en Palestina la ocupación? ¿Qué es lo que sienten en el día a día?
-Comencé a vivir en Palestina en 1998, nací en Jordania porque mi familia eran refugiados ahí, y en 1998, después del acuerdo de Oslo, mi familia volvió a Ramala. Me siento muy afortunada de haber vuelto a la tierra, aunque mi abuelo dice que todavía no hemos vuelto porque él es de un pueblo ocupado desde 1948. Él sostiene que nos falta liberar la tierra para decir que de verdad estamos en la Palestina histórica.
Desde que llegué comencé la escuela y a los dos años se inició la Intifada, que es la lucha de todos y todas las palestinas, incluyendo a los niños. Me acuerdo que nos tocaba viajar hacia la escuela y para llegar teníamos que pasar por lo menos tres puntos de control (checkpoints) todos los días. Había que sacar permiso, hacer trámites, organizarnos con el ejército israelí para decirles que éramos niños, estudiantes, para que nos dejaran pasar. A diferencia de los adultos nos tenían consideración por ser menores de edad, pero no siempre nos dejaban pasar. Nos tocaba parar en un punto, cambiar de vehículo, y a veces dejaban pasar a uno y otro no, y tocaba conseguir otro auto. Una de las veces, que nunca se me olvida, había un conflicto y mi hermanita que tenía cuatro años y estaba en el preescolar. Nosotros corrimos y él se nos quedó con otro compañerito por detrás de los bloques grandes que había porque eran muy chiquitos y no se veían. A mi hermana mayor y yo nos tocó volver y recogerlos pero por suerte no pasó nada en ese momento.
-¿Cuándo iba hacia la escuela te topabas en el camino con los colonos israelíes?
-Vivo de hecho en un pueblo que está rodeado actualmente por el muro y al mismo tiempo, por puras colonias. Alrededor del pueblo abundan las colonias israelíes. Todas las tierras de agricultura del pueblo están rodeadas por colonias diferentes que llevan nombres parecidos al nombre del pueblo. Incluso cuando escogen el nombre de la colonia lo hacen tan inteligentemente poniendo el nombre de los lugares originales de la Palestina histórica, de los pueblos originales palestinos, pensando ya en el futuro, para decir que ya es antiguo.
Con los colonos tengo cero relación. De hecho, existen movimientos de paz en Israel, de nacionales israelíes, he conversado una vez con uno de ellos que llegó a una demostración contra el muro para apoyarnos en mi pueblo. Le dije que la única manera en que me podía ayudar es saliendo de mi tierra, porque si de verdad consideras que tengo el derecho ¿qué haces aquí? Sé que esa persona tenía otra nacionalidad porque no hay ningún israelita que no tenga otra nacionalidad de origen, que es desde donde vienen.
–¿Cuáles son las vivencias con respecto al muro? Han quedado divididos en dos, de un lado hay amigos y del otro puede haber familiares y amigos. ¿Cómo se soporta esa separación de tu propia gente?
-Es horrible, porque tampoco se puede decir que estamos separados en dos. Estamos viviendo en cantones, ni siquiera en dos lados. El muro no tiene una forma recta, viene zigzagueando alrededor de cualquier fuente de agua o tierra fértil o algún punto histórico, inteligentemente se va rodeando todo para que se vayan ocupando más tierras.
Es muy difícil trasladarse de una provincia a otra. Para llegar dentro del mismo pueblo a las tierras en época de la cosecha de los olivos no se puede pasar sin permiso de los israelíes y muchas veces no los dan. Por supuesto, hay partes en las que te lo conceden pero que un límite hasta donde puedes llegar.
–¿Qué pasa si tienes un novio o una amiga en el lado opuesto al que estas en Palestina? Hay una película que habla sobre eso.
-La película se llama “Omar” y es una de las mejores sobre ese tema del muro, muestra una dolorosa realidad. Personalmente no he tenido una relación así, por la que me haya tocado saltar por encima del muro, pero aunque el muro tenga ochenta metros lo saltaría.
Areej Alkhawaga junto a dos compañeras, días pasados en un acto de solidaridad por los presos palestinos. En la foto, los dos familiares de Areej que se hallan detenidos en cárceles israelíes.
-¿La gente que intenta saltar el muro corre peligro?
-Por supuesto. Porque no solamente está el muro, también todo el tiempo hay guardias del ejército israelí supuestamente para cuidarlo, para no dejar pasar a nadie, no solamente en las entradas oficiales, y para evitar que la gente lo salte. De una manera u otra los jóvenes van a querer pasar para llegar a la parte de Jerusalén para poder entrar a trabajar, otros viejos quieren pasar para llegar a hacer sus oraciones, practicar su religión, sean musulmanes o cristianos. Pero no pasa porque conozcas a alguien de la otra parte, pertenezco a ese lugar y tengo el derecho a conocer y de pisar esa tierra simplemente.
-¿Qué sabes de la situación en Gaza?
-La última vez que estuve allí fue en 2005, fue una visita muy corta. Mi mamá originalmente es de Gaza y su familia es de allá y desde el 2005 no he podido ver a ningún familiar.
–¿Cómo pudiste entrar en ese momento?
-Fue en un festival religioso de los musulmanes y a veces en esas épocas Israel facilita algunos permisos. Como mi mamá tiene su familia allí, después de intentar mil veces, esa vez si le dieron permiso y como yo era menor de edad tenía el derecho de pasar con ella. Después mi mamá fue otra vez y yo no porque era mayor.
Para mí, Gaza siempre ha sido la ciudad de la resistencia, no por lo que ha pasado en los últimos años, sino por un reconocimiento histórico del pueblo de Gaza. De hecho los egipcios antiguos siempre han hablado de la fortaleza de los hombres de Gaza y cuando estás allí, eso sí lo sientes. Lo veo en mi abuelo y mis tíos, que son las personas gazatíes con los que más he tenido contacto y conozco, esos hombres fuertes y resistentes que nunca dejan de luchar y perseguir el objetivo que quieren.
-¿Qué rol cumplen las mujeres palestinas en toda esta lucha?
-Cuando se habla de la resistencia palestina, estamos diciendo que el 60 por ciento de la población son mujeres y sin ellas está lucha nunca hubiese avanzado. La mujer es la madre, la hermana, la esposa y la hija, es la educadora de la población, no solamente en la casa. En los centros educativos la mayoría también son mujeres. Si la madre o la esposa no te dice “ve y lucha por nosotros” o “no te preocupes por nosotros, ve”, no vas a dejar tu casa.
La mujer no ha tenido un rol menor que el hombre porque incluso ya está en la lucha armada, hemos tenido mujeres bien reconocidas por la historia mundial, no solamente palestina.
-¿Cómo ven los jóvenes palestinos a los políticos palestinos, a los que de alguna manera tienen cargos o están en la Autoridad Nacional Palestina (ANP) o en la Organización para la Liberación de Palestina (OLP)?
-Los jóvenes vemos a los políticos de una forma como guía para nosotros, como ejemplos, en algunos momentos. Por otra parte, vemos también que desafortunadamente la juventud palestina no tiene una participación suficiente. Por eso a veces estamos excluidos de esas estructuras. Pero no se puede negar que para cualquier lucha necesitamos un líder, una guía o una ideología y a quien seguimos siempre son a los mayores, con mucho respeto y también con el derecho de renovar las formas de accionar.
–Estos últimos dos años, sobre todo el 2016, se dieron una cantidad de atentados, lo que se llamó “la rebelión de los cuchillos” y todo lo que significó eso, incluso con todas las mentiras que Israel metió. ¿Atribuyes esos ataques a una situación de desesperación, de no ver futuro?
-No se trata de no ver futuro sino al revés, para buscar el futuro. Porque llegamos a un momento en que son puras discusiones y negociaciones y no siempre hay una acción en el territorio o los resultados de estas negociaciones no siempre llegan a lo que queremos y muchas veces perdemos, ni siquiera logramos adelantar un paso.
Internacionalmente estamos ganando el apoyo de otros países y gobiernos pero internamente no tenemos cambios dentro del territorio. La lucha del pueblo palestino hoy en día no es solamente el conflicto palestino-israelí contra el sionismo, al mismo tiempo somos un pueblo igual que cualquier otro del mundo con una juventud que lucha por una educación gratis, que no la tenemos. El mismo ministro de Educación dijo que no es porque no podemos sino que estamos obligados por acuerdos firmados con Israel, como el acuerdo de Paris, de pagar mucho dinero al gobierno israelí que evita darles a nuestros hijos educación gratis.
Somos un pueblo en el cual todo el mundo quiere ser médico, ingeniero, no todos encuentran trabajo, hay crisis económica dentro del país, hay conflictos sociales, de una manera u otra relacionados con la ocupación, no trabajas porque el gobierno no te puede pagar porque Israel no deja pasar dinero y lo controla por el Banco Central.
–Frente a esa actitud extraña de tener que pagar a Israel para que te deje tener educación o cosas más graves como compartir temas de seguridad con Israel por parte de la ANP ¿se plantean algún tipo resistencia a ese tipo de políticas?
-Claro que hacemos resistencia. Personalmente estoy en contra de cualquier acuerdo, aunque sea con beneficios para el pueblo palestino, porque de una manera u otra es un reconocimiento que le estamos dando a Israel. Pero hay otras personas que ven que si no existen estas relaciones entre la Autoridad Nacional Palestina y el gobierno actual de Israel no van a dejar que la gente, aunque sea en algunas ocasiones, pueda pasar ahacer sus oraciones, para poder trabajar en un lugar que hay más oportunidades, se paga mejor y no necesitas tantos requisitos para hacerlo, o para poder visitar a otros familiares y amigos. Entonces, hay gente que ve un beneficio de esto pero al mismo tiempo estamos reconociendo a nuestro ocupante.
–¿Tienen los jóvenes en Palestina lugares de esparcimiento, pueden hacer una vida “normal” como tú haces en Cuba, en el sentido de salir y estar con amigos?
-Si, allá el mundo árabe no entiende como el pueblo palestino con todo lo que pasa sigue viviendo su vida que para nosotros es “normal”. Tenemos los cafés, hay bares, lugares de fiesta, sitios donde se puede practicar el deporte, hay muchos centros culturales para vivir la vida de jóvenes, pero siempre existe el riesgo. Estamos bajo ocupación, nos controlan permanentemente, nos acosan, pero los desafiamos reivindicando la vida.
-¿Cuéntanos algo sobre las músicas que expresan todo eso en Palestina, el conflicto, las broncas, como el rap por ejemplo?
-Hay rap árabe-palestino que habla de todo los problemas sociopolíticos de Palestina, un grupo que canta muy lindo que son del territorio ocupado, hay también un chico que es de Haifa. Los mismos grupos culturales que hacen presentaciones culturales de bailes y música palestina típica también presentan la cultura de una forma moderna. Por ejemplo, el grupo El-Funoun, que es de artes populares palestina, ha presentado la vida cotidiana palestina de una forma moderna y típica al mismo tiempo en una mezcla súper bonita, es uno de los más famosos. Hay otro grupo, que también presentó la causa de una forma muy moderna con música típica y los contenidos y las palabras de los cantos combinan nuestros orígenes con lo que vivimos hoy en día.
–¿Tienes en la familia o entre tus amigos alguien que esté en prisión en Palestina?
-En este momento tengo dos familiares presos, mi tío y mi primo. Mi tío ha sido encarcelado varias veces durante varios años, esta última vez fue en octubre pasado, y en la misma situación los arrestaron a los dos. Mi abuelo anteriormente también fue arrestado.
-¿Es difícil estar en Palestina y no tener familiares presos?
-Es imposible que una familia no tenga por lo menos un familiar preso o alguien que hay pasado por las cárceles.
–¿Por qué crees que se llega a una huelga de hambre en la cual los presos y presas, además de estar en las cárceles, tienen que poner el cuerpo?
-Porque esa huelga para ellos no es más difícil que todo lo que están pasando, de no dejarlos ver a sus familiares, de no tener derecho a una atención médica mínima, de no ser tratados como humanos, de no poder seguir sus estudios universitarios. Hay una gran cantidad de estudiantes universitarios que están presos que interrumpen sus estudios, a veces las universidades los tienen en cuenta porque entienden la situación del país, pero muchas veces la interrupción de la educación no es la mejor manera de formar profesionales para una comunidad.
Pero si los presos, por lo menos, tuvieran el derecho de ver a su familia una vez al mes, si se cubrieran las necesidades básicas como la ropa o ellos mismos puedan cocinar su comida, porque la que les dan en las cárceles no es de buena calidad y no les brinda la nutrición que necesitan. Algunos presos no tienen condena y les aplican la detención administrativa por seis meses, y se la van renovando. Una compañera de la secundaria tenía a su papá preso desde que ella era niña y estaba en la primaria, y a él le aplicaron la detención administrativa y así estuvo años.
-Hay niños y niñas también presos…
-Si, por supuesto, hay muchos. El niño que tira piedras es un peligro para Israel y se lo mete preso. Lo mismo ocurre con el niño que grita en una manifestación o el que sale a la calle para defender a su padre o a su madre. Hace poco salió un video que llenó todas las redes sociales de un niño que estaba intentando proteger a su papá de que se lo llevaran encarcelado y lo detuvieron al niño también.
–¿Vivís con esperanza el futuro?
-Por supuesto, y el presente también. Si no tuviéramos esperanza en nuestra lucha, ya hubiéramos parado hace años.
–¿Qué panorama ves en el futuro de Palestina, qué querrías que pase?
-Hay una realidad amarga, difícil, pero no imposible de llegar a la meta, por lo que hay que luchar más que antes. Lo que más deseo es un territorio simplemente en paz. Pero paz justa, en la que mi abuelo me diga que ya se siente que bien, señalando: “nieta ya volvimos”, porque mi abuelo es de un pueblo que desde el balcón de mi casa se puede ver su tierra pero no se puede llegar y ahí es donde tenemos que llegar, a donde nunca hemos podido.
–¿Cuándo escuchas en los medios o a los políticos israelíes y palestinos hablar de dos pueblos o dos estados como solución, lo ves como una solución?
-Dos estados no, porque es renunciar a una parte de la tierra palestina. Yo no renuncio a un pedazo de mi tierra que me pertenece ni voy a permitir que otro compatriota palestino haga lo mismo. No creo que la solución sea de dos estados para nada.
En cuento al pueblo, el conflicto es con el sistema sionista, no es con un pueblo israelí o un pueblo judío. Si vamos a hablar de un derecho religioso sería Palestina para todo el mundo, porque es derecho de todo musulmán, cristiano y judío del mundo. Políticamente no creo que exista una forma en que se pueda dar dos países en una sola tierra.
–Hace un tiempo hubo manifestaciones de jóvenes palestinos que le pedían a las organizaciones de la resistencia que dejen sus diferencias de lado y se unan ¿estás de acuerdo con eso?
-Por supuesto. Nuestra primera falla en el momento que no nos dejan adelantarnos un paso, es la división interna que tenemos. El primer paso es unirnos, organizarnos internamente, ser todos una sola voz, una sola mano. Por ejemplo, aquí en Cuba somos estudiantes palestinos y a veces llegamos de una sola ciudad y tenemos diferentes ideologías, pensamientos o pertenencias políticas, pero intentamos de una manera u otra trabajar juntos. Aquí me di cuenta más que en cualquier otro lado de que la unión y la lucha es la solución y estamos intentando practicarlo como jóvenes entre nosotros y a lo mejor podemos enseñarles a los mayores o a los viejitos de que esa es la solución, porque nosotros les enseñamos a ellos no solo ellos a nosotros.
–¿Cuándo te recibas de médica en Cuba vas a volver a Palestina a trabajar con tu gente?
-Si, por supuesto, por eso estoy aquí sino no hubiera durado un minuto.
Entrevista publicada originalmente en Resumen Latinoamericano