Nacionalismo vasco: reto a España en clave de derechos

Naiz Info

Bilbao, País Vasco. La manifestación del 12 de enero en Bilbo es, sin lugar a dudas, la mayor de la historia de Euskal Herria. También es una de las más importantes. No en vano, es la primera vez en estos dos trascendentales años –en realidad desde hace mucho más tiempo– que las dos principales familias políticas que tienen como referencia a Euskal Herria, es decir, las coaliciones que están llamadas a provocar el cambio en Nafarroa y que son Gobierno y principal grupo de la oposición en Gasteiz, articulan una respuesta contundente, inequívoca y efectiva ante uno de los habituales ataques contra los derechos y las libertades procedentes de Madrid. Es cierto que durante este tiempo el Partido Nacionalista Vasco (PNV, de derecha, n. del ed.) y EH Bildu, junto a la mayoría sindical vasca, han desarrollado importantes trabajos en común dentro de los parámetros de la Declaración de Aiete.

Pero hasta ahora no habían sido capaces de mostrar conjuntamente que ese programa para el respeto de todos los derechos de todas las personas, esa voluntad de lograr una paz justa y duradera, es un clamor popular. En definitiva, por una u otra razón, no habían sido capaces de dar cauce a la ilusión que generó en la sociedad vasca la apertura de un nuevo ciclo político. Ayer se demostró que la sociedad lo necesitaba, que quería poder expresar claramente que no se puede frustrar este momento, que hay que actuar como país. En definitiva, que en democracia, cuando un pueblo habla, «no es no» y «sí es sí».

No obstante, pese a lo que ayer quisieron transmitir los medios de Madrid, e incluso a pesar del deseo legítimo de una gran mayoría de los presentes ayer en las calles de Bilbo, la de ayer no es la expresión de un frente nacionalista, sino de un frente democrático vasco. Un frente contra la humillación permanente, contra la vulneración de derechos, un frente por las libertades, por la libertad.

Son todos los que están, no están todos…

Si algo ha dejado claro el PNV de Urkullu desde un principio, en algunas ocasiones incluso de manera bastante descortés para con su predecesor, es que no quiere repetir el esquema de bloques que provocó el denominado Plan Ibarretxe, mucho menos Lizarra-Garazi. De hecho, hasta ayer mismo los jeltzales se habían mostrado totalmente leales al Gobierno de Rajoy, intentando modular su política a través del diálogo y con discreción. La respuesta ha sido más y mayores ataques a un incipiente proceso de paz. Pero a día de hoy el PNV no ha mostrado voluntad de conformar un frente abertzale para hacer efectiva la mayoría que formalmente existe en el país. El frente amplio representado en EH Bildu, por su parte, ha establecido la resolución del conflicto como prioridad y, asimismo, da mucha más importancia que los jeltzales a articular el país, sus diferentes territorios y a su ciudadanía tras décadas de desvertebración. Pese a todos los puntos en común que tienen, responden a culturas políticas distintas y en muchos ámbitos tienen intereses contrapuestos. Lo de ayer no responde, por el momento, a un acuerdo estratégico ni por el derecho a decidir ni mucho menos por la independencia. Puede facilitarlo, puede ser deseable, pero aún no lo es.

En todo caso, si algo caracteriza al PNV es su capacidad de adaptación a la sociedad vasca. En los dos últimos días sus dirigentes y militantes han podido palpar en primera persona cómo respira su base social, qué ilusión genera esta clase de acuerdos, cómo valoran sus adversarios –unos y otros– este tipo de pasos, qué sensaciones y poso dejan movimientos como el de ayer en esta sociedad. El soberanismo latente que Ibarretxe insufló a sus bases despertó ayer en todo su esplendor y no será fácil controlarlo. La inteligencia política y la empatía por parte del frente amplio serán determinantes en este terreno.

Por otro lado, las izquierdas republicanas y unionistas vascas –esa parte de la ciudadanía vasca que se identifica con PSE/PSN, con las dos Ezker Batuak y partidos ecologistas o con los sindicatos CCOO y UGT, entre otros– se van a topar una y otra vez con la realidad de que las fuerzas reaccionarias del Estado no cejan en su empeño por imponer su voluntad centralista y totalitaria, que van a continuar promoviendo la excepcionalidad jurídica, una visión represiva, una agenda involucionista en derechos y libertades. Como estructuras con intereses particulares, esos partidos y sindicatos pueden seguir colocándose fuera de este frente democrático, pero esa posición va a ser cada vez más insostenible para su base social. La realidad no es blanca o negra, ni la vasca ni ninguna otra, pero ese espacio que por diferentes razones ayer no asistió o apoyo la manifestación pese a compartir sus objetivos (y en este punto hay que recordarlos: derechos humanos, resolución y paz), va camino de ser cada vez más oscuro. Todas las que estaban ayer en Bilbo son personas que quieren que se garanticen los derechos humanos para todos, que haya acuerdos para la resolución del conflicto y, en consecuencia, que en Euskal Herria se establezca una paz que tiene que posibilitar que todos los proyectos democráticos y pacíficos sean viables. Pero, por definición, hay mucha gente que ayer no asistió que comparte esos principios democráticos. Es importante lograr que se impliquen en la defensa de esos objetivos inexcusables.

El segundo frente se está abriendo.

Tal y como vaticinó Arnaldo Otegi, es hora de abrir desde Euskal Herria un segundo frente que, tras el de Catalunya, plantee una confrontación democrática con el Estado español en clave de derechos. Ayer se dio un paso de gigante en ese sentido y, más allá del análisis, es momento de disfrutarlo. Sin soberbia ni prepotencia, pero hoy es un día para saborearlo. Hay un trabajo bestial por delante y los acontecimientos de estos días deben servir para impulsarlo. Zorionak, #BasquesForSolution!

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Histórica sin duda fue la manifestación se desarrolló el 12 de enero en Bilbo, impulsada por la mayoría política y social vasca en favor de los derechos humanos y de la resolución democrática del conflicto. Colapsó el centro de la capital durante algo más de dos horas y media por unas 130.000 personas que respondieron a la convocatoria. Según los cálculos efectuados por GARA, 90.000 ciudadanos ocuparon las calles del recorrido, de La Casilla al Ayuntamiento, y otros 40.000 las adyacentes.

No fue una manifestación al uso, no podía serlo materialmente, pues una hora antes parte de ese espacio público que se iba a desbordar estaba ocupado por miles y miles de personas dispuestas a sumarse a esta inédita cita tras una semana muy caldeada. La mayoría desconocía que justo entonces el juez de la Audiencia Nacional Ismael Moreno emitía un auto en el que respondió negativamente a la petición de veto formulada por Dignidad y Justicia, AVT y Plataforma de Apoyo a las Víctimas del Terrorismo. A nadie le importaba gran cosa ni ponía en duda que la marcha se haría.

Moreno concluyó que, en base a informes de distintos cuerpos policiales, «no se ha acreditado la existencia de datos objetivos de los que se puedan derivarse coincidencias» entre la movilización de Tantaz Tanta, vetada por Eloy Velasco, y la que se iba a celebrar. El juez expresó en su resolución que ni siquiera existían «elementos indiciarios» que apuntaran a un delito de «enaltecimiento del terrorismo», tal y como reclamaban los colectivos ultras. Lo que sí hizo fue, como es habitual, advertir a la Delegación del Gobierno español para que la controlara.

De poco servía la decisión judicial y sus recomendaciones, pues la capital vizcaina estaba colapsada. Dos horas antes era evidente que resulta casi imposible caminar por muchas calles del Casco Viejo y Ensanche.

A media hora de la marcha, la calle Autonomía estaba a reventar, mientras aquellos que seguían accediendo por las calles adyacentes optaban por aguardar en ellas dado el gentío. Metro Bilbao tuvo que reforzar la presencia de personal de seguridad y colocar supervisores en estaciones como San Mamés, Moyua o Indautxu ante la marea humana.

Los dirigentes de las fuerzas convocantes se reunieron junto al kiosko de La Casilla, rodeados por un numeroso contingente de medios de comunicación que buscaban las primeras valoraciones. No era una movilización más, hacia quince años que la mayoría política y social vasca no impulsaba algo parecido, a esta escala. Fue el 9 de enero de 1999, estando en vigor el Acuerdo de Lizarra-Garazi, aún en su primera fase, y reivindicándose la repatriación de los presos.

Poco antes de las 18.00, en Autonomía se delimitó un pequeño espacio para desplegar la pancarta con el lema «Giza eskubideak, konponbidea, bakea», que portaron dos representantes de cada una de las fuerzas convocantes. Detrás se situaron el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, encabezando la larga lista de burukides; Hasier Arraiz, liderando la también nutrida representación de Sortu; y otro tanto hicieron Pello Urizar (EA), Patxi Zabaleta (Aralar), Mertxe Colina (Abertzaleen Batasuna) y Asier Vega (Alternatiba), entre otros.

Destacó la presencia de la presidenta de la Cámara de Gasteiz, Bakartxo Tejería, así como numerosos parlamentarios, diputados y senadores jeltzales, de EH Bildu y Amaiur. Acudieron además los diputados generales de Bizkaia y Gipuzkoa, José Luis Bilbao (PNV) y Martin Garitano (Bildu), junto a la mayoría de los componentes de sus gobiernos forales, así como el alcalde de Donostia, Juan Karlos Izaguirre; la presidenta de Udalbiltza, Mertxe Aizpurua; y la de Eudel, Ibone Bengoetxea.

No se ocultó a las cámaras la magistrada del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco Garbiñe Biurrun, que integra además la comisión recientemente creada por el Foro Social. También estuvieron en esa comitiva Javier Madrazo, de Ezker Batua; y críticos del espacio del PSOE como José Luis Uriz, Ainhoa Aznarez y Koldo Méndez. Desde Catalunya acudieron la senadora de ERC Esther Capella y el parlamentario de la CUP David Fernández.

Asimismo, estuvieron los secretarios generales de ELA y LAB, Adoldo Muñoz y Ainhoa Etxaide, encabezando a las ejecutivas de ambas centrales, así como de otras de la mayoría sindical vasca y militantes de CCOO como Jesús Uzkudun.

La nómina de artistas, deportistas e intelectuales fue tan amplia como la de personas solidarias con la causa vasca llegadas de Catalunya, Asturias, Madrid, Occitania, Palestina, Andalucía o Córcega, por poner algunos ejemplos. La dimensión de la manifestación no se llegaba a adivinar, pero todo apuntaba a que iba a ser impresionante.

Con pasos cortos, dada la imposibilidad de abrirse camino entre la multitud, la marcha silenciosa echó a andar por una calle Autonomía atestada, en la que las unidades móviles de los distintos medios de comunicación, así como sus trabajadores. tuvieron verdaderos problemas para avanzar. Comenzaron a escucharse las primeras consignas en favor de los presos vascos, cuya intensidad fue atronadora al toparse la cabeza con los familiares y amigos de los represaliados. No faltaron las imágenes de las gotas de agua, como símbolo reivindicativo omnipresente hace semanas.

Los presos muy presentes

Ante el colegio Félix Serrano, hombres, mujeres y niños con el pañuelo blanco de Etxerat anudado al cuello saludaron la llegada de la comitiva mientras arreciaban los gritos de «Euskal presoak etxera, se oían emotivos irrintzis y hasta el profundo sonido de la adarra. Habían transcurrido siete minutos del arranque y parecía difícil, si no imposible, que el cortejo fuera capaz de aligerar el paso camino de la Casa Consistorial bilbaina.

Poco a poco, con mucho esfuerzo, la pancarta logró situarse en la confluencia de Autonomía con Gordoniz, desde donde era posible comenzar a vislumbrar la dimensión de la colosal demostración ciudadana en favor de la consolidación del proceso de paz en Euskal Herria, dos semanas después del comunicado de EPPK y una de la comparecencia de Durango, a la que siguió el miércoles la operación de la Guardia Civil contra ocho interlocutores del Colectivo de Presos Políticos Vascos.

No era «la manifestación de todos los años» por los derechos de los presos, era algo más, como había recordado pocas horas antes Joseba Egibar, en declaraciones a Radio Euskadi. La vista desde ese punto de Autonomía impresionaba, hizo estremecerse a más de uno y a otros acongojarse ante la demostración ciudadana que no podía contenerse en esa amplia arteria. Las lágrimas humedecieron más de una mejilla.

Zabalburu se presumía como una meta imposible de alcanzar y fueron multitud los participantes que optaron por secundar la manifestación por las calles adyacentes, ante la imposibilidad física de compartir todos un único espacio. No había un metro cuadrado para dar un paso. Es más, dos unidades móviles y un par de patrullas de la Guardia Urbana estaban allí encajadas, a las 18.25.

Gracias a la buena voluntad de todos, la cabeza de la manifestación fue descendiendo por Autonomía mientras eran insistentes consignas como «Presoak kalera amnistia osoa o «Independentzia. Los familiares de los represaliados se sumaron mostrando enseñas con el lema «Preso eta iheslariak etxera, que eran saludados por aplausos. Pasaron por delante de una gran pancarta con el lema «Askatasuna que, con el paso de los minutos, quedó atrás, ofreciendo una estampa aprovechada por los fotógrafos.

Recuerdo a los detenidos

Los minutos corrían a una velocidad de vértigo, no como la marcha. Desde las aceras continuaron los saludos y nuevas consignas se sumaron al repertorio, recordando a las ocho personas aún en manos de la Guardia Civil por haber efectuado de forma pública y notoria tareas de mediación entre EPPK y distintos agentes políticos, sociales y sindicales. Se escuchó entonar «Hator Hator cuando a las 18.55 alcanzaban Zabalburu.

Ese punto crítico dio lugar a nuevas manifestaciones, conformadas por miles de personas que caminaban por General Concha o San Francisco; Hurtado Amezaga no era capaz de absorber a la marea. Con muchas dificultades se llegó a la Plaza Circular, donde muchos optaron por descender por Navarra, en vez de continuar por el recorrido oficial. Era imposible.

Ante el Ayuntamiento, miles esperaban ya. Eran las 19.30, cuando los convocantes plegaron la pancarta -no hubo intervención final y miles de gargantas comenzaron a entonar «Zai dago ama-. La cola de la marcha tardó aún mucho en arribar.

La multitud que colapsó el centro de la capital vizcaina por los derechos humanos, la solución y la paz motivó que las conexiones telefónicas en algunos lugares y en determinados momentos de la tarde se saturaran. Sucedió en los primeros compases de la histórica movilización convocada por PNV, Sortu, Aralar, EA, Geroa Bai, Alternatiba, ELA y LAB, cuando miles y miles de personas obtenían imágenes de detalles de la marcha y procedían a su difusión a través de las redes sociales.

Tal fue la demanda que las distintas compañías de telecomunicaciones no pudieron dar el servicio habitual por el colapso. Los nuevos hábitos relacionados con las nuevos tecnologias dieron pie a esta singular situación. Otra consecuencia de esas nuevas prácticas fue la dificultad con que cámaras y fotógrafos profesionales desarrollaron su trabajo en las calles de Bilbo, acrecentado por la escasez de espacio físico desde donde apostarse. Todo el mundo deseaba estar en primera línea y eso dificultó el trabajo de todos, también de la propia organización. Los primeros planos y los detalles fueron lo más socorrido, aunque los habituales optaron por buscar alguna privilegiada atalaya desde la que recoger imágenes para la historia.

Sin duda, pocas han sido las movilizaciones en los últimos años en Euskal Herria que hayan logrado tal cobertura mediática. A los medios locales y a corresponsales de otros que habitualmente se encargan de cubrir hechos informativos en el país se sumaron otros, por poner varios ejemplos, alemanes, franceses, ingleses e hispanTV, canal de televisión iraní en castellano que sigue atenta la realidad vasca.

También estuvo al pie del cañón NAIZ, ofreciendo minuto a minuto cómo se iba desarrollando la marcha y descubriendo detalles que muchos desde las calles colapsadas, si tenían la suerte de disponer de cobertura, agradecieron. Lo hicieron antes, en el transcurso y después de la cita histórica en favor de la resolución del conflicto en términos democráticos.

A su vez, quienes hacen posible Info7 realizaron un programa especial, con entrevista a participantes en la manifestación y conexiones en directo con las calles del Botxo para dar hasta el último detalle de lo que estaba aconteciendo allí. Destacó igualmente la cobertura de Hamaika Telebista. A.G.

Publicado el 13 de Enero de 2014

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