«Creemos que la migración es un derecho humano y ningún ser humano es ilegal» es uno de los principios de la manifestación de miles de mujeres, hombres, niños de todas las razas humanas, familias diversas, organizaciones civiles, colectivos y más que se congregaron en ciudades alrededor del mundo con un objetivo: desafiar a Donald Trump ante las políticas que pretende implementar atentado contra los derechos humanos conquistados durante años.
Contingentes de mujeres y miles más se volcaron a las calles de Washington D.C., Nueva York, Chicago, Boston, Miami, Los Ángeles, Vancouver, Ciudad de México, París, Lisboa, Berlín, Roma, Buenos Aires, Londres y decenas de ciudades más en el mundo.
Las avenidas que no logró llenar el día de su toma de protesta como presidente de los Estados Unidos, se colapsaron 24 horas más tarde, cuando en Washington, D.C. marcharon más de medio millón de personas para demostrarle que el pueblo norteamericano no comparte su visión.
Fue una jornada histórica el primer día de gobierno del nuevo presidente Donald Trump. Cientos de miles de personas desbordaron las calles de Washington D.C., de otras ciudades de Estados Unidos y del mundo para expresar su descontento con el nuevo gobierno y sus amenazas de acabar con los derechos civiles conseguidos hasta ahora.
La manifestación fue concebida y organizada por mujeres que aseguran que no permanecerán en silencio ante las políticas restrictivas de Trump, pero terminó convirtiéndose en algo mucho mayor. En una protesta pacífica que agrupaba reclamos y demandas diversas: la defensa de los derechos de los inmigrantes, los trabajadores, los discapacitados, la comunidad LGBT y demás minorías que se sienten vulnerables ante la nueva administración. Hombres, niños, personas de todas las edades, incluso en silla de ruedas, dijeron presente según lo reportó el portal Univisión.
Quienes salieron a marchar el 21 de enero ejercieron sus derechos ciudadanos y le dijeron al mundo lo que piensan. En la capital del país, llamó la atención el contraste: el ambiente de la marcha del sábado no se parecía al de la toma de posesión del viernes. A pesar de la frustración, la atmósfera era de solidaridad, alegría y resistencia. En el Inauguration Day, en cambio, se sentía tensión entre quienes celebraban al nuevo presidente y quienes se oponen a sus opiniones y promesas. Las manifestaciones y disturbios estuvieron llenos de rabia y violencia.
fotos: Agencias Getty Images, AFP, AP, Reuters, Univisión