El Comité de Relaciones y Alianzas Democráticas de la Comunidad de Mujeres del Kurdistán (KJK) emitió un comunicado pidiendo solidaridad con las mujeres y los pueblos de Afganistán.
A continuación publicamos la declaración completa:
En Afganistán, que durante décadas ha sido escenario de guerras por el poder, el país fue entregado a los misóginos talibanes, como resultado de las políticas sucias de las potencias hegemónicas globales. Esta situación, que provocó una gran rabia e ira entre las mujeres y los pueblos de Afganistán y de todo el mundo, reveló una vez más la siguiente verdad: no hay poder en el que podamos apoyarnos más que el auto-poder, la auto-organización y la autodefensa. Lo que sucedió en Afganistán expuso muy claramente la hipocresía de los estados occidentales. Las potencias de la OTAN han demostrado claramente que, para ellas, valores como la democracia, la libertad y los derechos de las mujeres eran meras herramientas para encontrar una excusa para sus propias políticas sucias. Los que intentaron legitimar su ocupación con los “derechos de la mujer” hace 20 años, ahora dejan la vida de millones de mujeres a merced de los talibanes.
Los que hoy entregaron Afganistán a los talibanes y los que ayer ocuparon Afrin, Serêkaniyê, Girê Spî (en Rojava) son los mismos poderes. Aquellos que ayer dieron luz verde a la invasión turca de Rojava y el noreste de Siria, repiten hoy el mismo escenario en Afganistán. Desde la perspectiva de los pueblos, y especialmente de las mujeres, no existe una gran diferencia entre quienes están en el poder como resultado de negocios sucios.
Al decir “No tenemos nada en contra de las creencias de los talibanes”, el propio Erdogan, el jefe del régimen fascista turco, admitió que comparten la misma mentalidad. De hecho, el plan de Estados Unidos de entregar el control del aeropuerto de Kabul a la república fascista turca debe entenderse dentro de este marco. La cesión del control del aeropuerto a Erdogan debe verse como un paso más para fortalecer a Turquía, que dirige su política a través de la organización de bandas (irregulares y armadas). Esta es una gran amenaza y peligro para los pueblos y especialmente para las mujeres.
Al igual que en Afrin, donde se fundaron las Unidades de Protección de las Mujeres (YPJ), que inspiran a mujeres de todo el mundo, y donde hoy son subyugadas y asesinadas como resultado de las políticas de los poderes hegemónicos globales, también las mujeres en Afganistán enfrentan la misma amenaza. Esto está presagiado por el aumento de la violencia contra la mujer en los últimos meses y los asesinatos de mujeres pioneras.
Como pueblo y mujeres kurdas, sabemos muy bien que la única forma de defender nuestra existencia y voluntad contra las políticas imperialistas y coloniales de las potencias hegemónicas globales es a través de la organización. Sin poder propio, auto-organización y auto-defensa, no será posible construir y mantener una vida libre. Tanto como personas como como movimiento, hemos experimentado y todavía experimentamos esta realidad con mucha fuerza. El complot internacional contra nuestro líder Abdullah Öcalan el 15 de febrero de 1999 es el ejemplo más concreto de esto. Desde las ocupaciones de ISIS en Rojava y Bashur (Kurdistán iraquí), especialmente en Shengal y Kobanê, hasta las ocupaciones de Turquía aquí, las políticas coloniales y genocidas que enfrentamos se basan en el equilibrio de los intereses del capitalismo global.
De la misma forma, la cesión del control de Afganistán a los talibanes, enemigos de las mujeres y los pueblos, se produjo en el contexto de los intereses geoestratégicos que persiguen los estados occidentales, especialmente Estados Unidos en Oriente Medio y Asia Central. Una vez más, vemos que para los poderes en cuestión no importan en absoluto los deseos, la voluntad, los sueños, las esperanzas y los esfuerzos de los pueblos que habitan estas tierras. Porque no solo objetivan esas tierras, que solo ven desde la perspectiva del colonizador, sino también a las personas que viven allí. No hay nada que los titulares de estas políticas de 20 años no hagan para satisfacer sus propios intereses. Por eso buscar líneas rojas, humanitarias o genuinas en las políticas estatales occidentales, no es ni ingenuidad sino ignorancia.
Durante los años de ocupación y el régimen talibán, quienes más lucharon y resistieron por la democracia real, la libertad y una vida digna, fueron las mujeres. En el período más difícil, en las circunstancias más difíciles, las mujeres de Afganistán encontraron formas de organizarse. Con el poder y el apoyo que brindamos, y la solidaridad y la defensa que mostramos como mujeres, tenemos plena fe en que tejerán su resistencia no solo contra los talibanes sino contra todos los poderes y mentalidades misóginas. Desde Kurdistán hasta Afganistán, se construirá una vida libre y una democracia real bajo el liderazgo de mujeres organizadas. Como mujeres de Kurdistán, apoyamos a las mujeres y los pueblos afganos hoy como lo hicimos ayer. Hacemos un llamado a todas las mujeres, especialmente a las de Medio Oriente, a solidarizarse con nuestras hermanas en Afganistán, a alzar sus voces, y defender sus vidas, logros y sueños. ¡Mejoremos las alianzas de nuestras mujeres contra estos poderes patriarcales y misóginos!
Jin Jiyan Azadî (Mujer, Vida, Libertad).