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«Muhammad Alí fue el más grande» dice Mumia Abu-Jamal desde la cárcel

Mumia Abu-Jamal

En enero de 1942, un bebé, Cassius Marcellus Clay, Jr. nació en una familia negra de la clase trabajadora en Louisville, Kentucky.

En aquel entonces, el estado de Kentucky era reconocido por su distintivo pasto azul, sus caballos de campeonato y su whisky. Nadie sabía que el bebé de piel morena de la familia Clay se volvería uno de los hombres más famosos y venerados del mundo. 

En 1960, con 80.7 kilos, Clay ganó una medalla de oro olímpico como un talentoso amateur de peso pesado ligero. Para muchas personas, esto sería más que suficiente para tener un lugar en la historia.

Pero sólo cuatro años después, él asombró al mundo al derrotar al temido Sonny Liston, cuando pocos esperaban que lo venciera, para volverse el campeón mundial de los pesos pesados. Poco tiempo después, anunció su conversión a la Nación del Islam y su aceptación de un nuevo nombre sagrado: Muhammad Ali. El mundo llegaría a conocer y recordarlo por este nombre, y él saldría como la personalidad más grande y audaz en el mundo del deporte.

Hoy en día olvidamos como su nombre, su fe y su terca negativa a pelear para el Imperio Americano en Vietnam lo marcó como uno de los hombres más odiados del país. Hemos olvidado como sus combates resultaron en amenazas de muerte contra el campeón de boxeo.

 

Cuando la Asociación Mundial de Box (AMB) le despojó de su título en 1967, muchos pensaron que esto sería el fin de su carrera. Por rechazar la conscripción militar, Alí enfrentó cinco años en prisión, pero él apeló la condena y levantó una demanda para establecer su estatus como objetor de conciencia. El caso llegó a la Suprema Corte –y él ganó. Mientras tanto, sin embargo, casi cuatro años habían transcurrido, y estos eran los años cruciales para un boxeador

En 1974, Alí recuperó su título y lo ganó de nuevo en 1978 antes de retirarse unos años después. Él deslumbró a sus adversarios, y también a sus aficionados, con la sorprendente velocidad de sus manos y su elegante juego de pies, el cual se conoció como el “Ali Shuffle”.

 

Era un hermoso combatiente, no solamente por ser un hombre guapo, sino porque para alguien de su impresionante tamaño, él bailaba por el ring y desarrolló un estilo de combate que lo distinguió en toda su destacada carrera. (Su lema: “Flota como una mariposa, pica como una abeja”).

En 1975, dijo con osadía (y presciencia):

“Yo soy América. Solo que soy la parte que ustedes no quieren reconocer. Pero acostúmbrense a mí. Negro, engreído; con mi nombre, no el suyo; mi religión, no la suya: mis propósitos, sólo los míos ––¡acostúmbrense!”

¿Y adivinen qué? El mundo se acostumbró a él. Muhammad Alí vivió 74 primaveras y se volvió una adorada leyenda viviente.

Desde la nación encarcelada soy Mumia Abu-Jamal

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