Ilustración: Andrés Otero
El más reciente informe anual que dedica The Lancet a la crisis climática –llamado en esta ocasión Countdown on Health and Climate Change (Cuenta regresiva sobre la salud y el cambio climático)– subraya que si no se toman medidas inmediatas para desacelerar el cambio climático en el mediano y largo plazos se pone en riesgo la salud de la humanidad. En específico, la mortalidad relacionada con el aumento de calor aumentaría 4.7 veces para 2050.
La revista explica en el estudio que decidieron difundir los datos en estas fechas por su cercanía con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (conocida coloquialmente como COP28, que inicia hoy en Dubái), ya que por primera vez se centra en la salud. “Los hallazgos subrayan la oportunidad única que la COP podría ayudar a brindar, mediante compromisos y acciones para acelerar una transición justa. Sin una mitigación profunda y rápida para abordar las causas de fondo del cambio climático y apoyar los esfuerzos de adaptación, la salud de la humanidad corre grave riesgo”, señala.
Los investigadores resaltan que durante 2023 la humanidad experimentó las temperaturas globales más altas de los últimos 100,000 años, además de récords de calor en todos los continentes. Actualmente, estamos expuestos al doble de días de calor de los que se experimentaron entre 1986 y 2005.
“Las muertes de personas mayores de 65 años relacionadas con el calor aumentaron un 85 % en comparación con el periodo de 1990-2000, cifra sustancialmente superior al incremento del 38 % que se habría esperado si las temperaturas no hubieran cambiado… Una mayor frecuencia de olas de calor y sequías en 2021 se asoció con 127 millones más de personas que experimentaron inseguridad alimentaria moderada o grave en comparación con 1981-2010”, apuntan y agregan:
“En comparación con el periodo 1986- 2005, el número de días de ola de calor durante 2013-2022 subió un 94 % en el mundo. Esta alza dio como resultado que cada niño menor de 1 año estuviera expuesto en promedio a un 110 % más de días de ola de calor en este periodo (4.0 días en 1986-2005, aumentando a 8.4 en 2013-22), mientras que cada persona mayor de 65 años estuvo expuesta en promedio a un 96 % más de días de ola de calor (incrementando de 5.0 días a 9.8). Combinado con los cambios demográficos, el total de días-persona de exposición a las olas de calor subió un 134 % para los niños menores de 1 año y un 228 % para las personas mayores de 65 años.”
Las proyecciones estiman un alza del 1,120 % en la exposición a las olas de calor para las personas mayores de 65 años para 2041-2060 en comparación con el periodo 1995-2014, en un escenario compatible con limitar el incremento de la temperatura global a 2° C. En un escenario sin más mitigación, los aumentos proyectados son aún mayores: alcanzarán el 1.670 % a mediados de siglo y el 6.311 % entre 2080 y 2100.
“Si la temperatura media global sigue subiendo a poco menos de 2° C, se prevé que las muertes anuales relacionadas con el calor aumentarán en un 370 % para mediados de siglo, suponiendo que no haya avances sustanciales en la adaptación”, recalcan.
Problema ineludible
El estudio, afirma Constantino González Salazar, investigador asociado en el Instituto de Ciencias de la Atmósfera y Cambio Climático, muestra que “no ha habido cambios en políticas del uso de combustibles en el desarrollo humano, y debería abarcar más, no sólo esa cuestión. El panorama que se vislumbra es que rebasaremos ese límite de los 2º de temperatura, que es algo que no queremos. Si era necesario un cambio, era para ayer”.
“El incremento de exposición al calor varía dependiendo de la geografía”, por lo que no afectará a todos de igual manera”, menciona el especialista. “El hecho es que comenzaremos a experimentar temperaturas que nunca hemos sentido, así fueran 30 días; será demasiado para quienes nunca han pasado por esto. Dicha alza de temperaturas es de alto riesgo.”
El investigador universitario expone que, a pesar de las dificultades para pronosticar qué sucederá en 2024 –“no podemos estar 100 % seguros”– , “de acuerdo con cómo vienen las tendencias se espera nuevamente un año caluroso. Lo que pasó en 2023 y los anteriores, es algo que no esperábamos. Son alertas de lo que viene, una señal temprana de que habrá consecuencias por el cambio de temperatura y no estamos preparados ni tomando en cuenta fenómenos como las olas de calor o lo que sucedió con el huracán Otis”.
Y alerta: “No podemos esperar al 2025, tenemos que empezar a prevenir desde hoy, mejorar nuestros sistemas de salud (en la pandemia ninguno del mundo la soportó). Es necesario precaver y estar alertas a lo que suceda; debemos ser proactivos. Las medidas actualmente se toman cuando ya ocurrió”.
¿Cómo protegernos?
Para Andrés Castañeda Prado, coordinador de Investigación en el Departamento de Salud Pública de la Facultad de Medicina, la mejor protección ante un aumento drástico de temperatura es estar atento y preparado a los efectos que se puedan desencadenar en el cuerpo.
“Hay afectaciones directas e indirectas. Partamos de la premisa de que el cuerpo humano tiene una temperatura muy estable. Lo sabemos porque nos da fiebre cuando, aunque sea un poquito, sube a 37.5º, nos empezamos a sentir muy mal. Y no importa si estamos en el frío o calor, nuestro cuerpo se mantiene entre 36.5-37.5º. Cuando estoy a una temperatura muy extrema, mucho calor o frío, el cuerpo compensa, ya sea que temblemos, se nos pongan los pelos de punta, sudemos o transpiremos; entonces buscamos hidratarnos para de esa forma regular nuestro cuerpo”, explica y añade: “Si la temperatura corporal está por arriba de los 40º, entre 41 y 42º, empieza a haber daño proteico en nuestro sistema; es el famoso golpe de calor, que puede tener un impacto inmediato y llevar a la muerte. También si estoy expuesto a temperaturas muy altas por lapsos prolongados –incluyendo día y noche– esto estresa de manera muy importante mi cuerpo y puede subir, por ejemplo, el riesgo de un infarto, enfermedad renal, tener problemas respiratorios y empeorar padecimientos que ya teníamos. Quienes viven con un mal relacionado con el corazón o respiratorio ven agravadas sus patologías.”
A lo anterior habría que añadir, apunta el investigador, otras afectaciones ocasionadas por un golpe de calor, como los calambres o la deshidratación. “Se ha visto que el cuerpo puede aguantar hasta más de 100º en periodos cortos. El problema con el calentamiento global, en las zonas en las que cada vez hace más calor, es que si se eleva la temperatura por arriba de los 45 o 50º es que se estresa nuestro cuerpo de manera prolongada. Se ha visto en México, pero se ha estudiado mucho en Estados Unidos y Europa, que estas olas de calor han traído como consecuencia exceso de mortalidad”, señala.
Sin embargo, afirma Andrés Castañeda, hay otros padecimientos indirectos que no son tan evidentes, pero en el mediano y largo plazos podrían ser un peligro para la salud de los pacientes.
“Si vivo con alguna patología o comorbilidad (diabetes, hipertensión, enfermedades renales, problemas cardíacos) debemos tener precauciones extra, mantenernos lejos del calor y tratar de estar, por lo menos, en las horas más calurosas en la sombra o en algún lugar ventilado. El propósito es estar bien hidratado, tomar de manera constante –idealmente– agua, no refresco u otro tipo de bebidas. Si empieza a subirnos la temperatura por cualquier motivo, inmediatamente rehidratarnos y entrar en una zona fresca, nos podemos poner compresas de agua fría”, aconseja el especialista.
A lo que agrega: “Se habla poco de los medicamentos, estos tienen que estar a una temperatura controlada, si toman alguno de manera crónica, tratar de que esté en un lugar fresco para que no pierda su efectividad y así no afectar nuestra salud”.
También, alerta que “con el calor en el exterior, más que desplazarnos debemos adaptarnos. Aunque esto es sólo un parche. Sí o sí tendremos que frenar el cambio climático. Estamos llegando a un punto de no retorno, en el que será difícil retroceder el impacto de la contaminación. La salud planetaria afecta nuestra salud individual”.
Publicado originalmente en Gaceta UNAM