El ministro Gilberto Carvalho, de la Secretaría General de la Presidencia, admitió que el primer gobierno de la reelecta presidenta Dilma Rousseff cometió errores hacia los movimientos sociales y recomendó acelerar la demarcación de los territorios indígenas.
Tras la victoria de Rousseff, el pasado domingo en la segunda vuelta electoral, Carvalho reconoció los errores de la gestión y afirmó que pese a ello su partido político tiene un proyecto victorioso que fue confirmado por millones de votos.
Indicó también que la autocrítica que hace se refiere al diálogo hacia los movimientos sociales y las demandas de los excluidos. En este sentido, recomendó también que se acelere la reforma agraria.
Su opinión es similar a la del Secretario Ejecutivo del Consejo Indigenista Misionero (CIMI), Cleber Buzatto, quien espera que Rousseff se acerque a los movimientos sociales que la han respaldado.
Dilma es la que menos demarcó territorios indígenas
Buzatto recomendó también que se aborde la demarcación de tierras indígenas, que fue suspendida en su primer gobierno.
Dilma fue la que menos demarcó los territorios tradicionales. Paralizó los procesos. Esta es una actitud que no favorece a los pueblos indígenas, afirmó.
Pese a ello se mostró esperanzado en que la presidenta revierta su política hacia los indígenas aunque esto genere una mayor confrontación con el sector de los agronegocios.
Vamos a tener una gran confrontación con los representantes de la agroindustria, los medios de comunicación, las grandes empresas y otros sectores conservadores, predijo.
Desesperanza indígena
Con menos optimismo y expectativas, las organizaciones indígenas agrupadas en la Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB) se pronunciaron mediante una carta pública, once días antes de la segunda vuelta.
En ella expresaron su indignación al afirmar que los partidos políticos no han considerado los derechos constitucionales de los pueblos indígenas, hecho que se evidencia en que éstos han sido ignorados sistemáticamente en la campaña.
De igual modo, aseguraron que han sido despreciados durante el primer gobierno de Rousseff, a medida que ella estrechaba lazos con el sector agroindustrial.
A lo largo de su mandato, recibió sólo una vez a nuestros líderes indígenas, presionada por las manifestaciones de junio, indó la APIB.
Afirmó también que la presidenta Dilma incumplió sus promesas y paralizó completamente la demarcación de tierras indígenas del país.
Por lo anterior, manifestaron que su lucha no está en las urnas, sino que dependerá de su intensa movilización, sea cual sea el resultado.
Vemos que los dos candidatos que ahora compiten por el poder parecen tener miedo de reunirse con nosotros, quizás porque ambos fueron financiados por los grandes agricultores, a través de JBS Friboi, principal donante de ambos, manifestaron en el comunicado.
Promesas de Rousseff
Cuando se avizoraba un ajustado desenlace electoral, a tres días de la segunda vuelta, la candidata Rousseff publicó una carta abierta en la que enlistó una serie de promesas para conseguir los votos de los pueblos indígenas.
En ella hizo una ofrecimientos relacionados, a la salud, educación, alimentación y a la regulación de la consulta previa e informada, conforme a la Convención sobre Pueblos Indígenas núm. 169 de la Organización Internacional de Trabajo (OIT), entre otros aspectos.
Sin embargo, de acuerdo a Oswaldo Braga de Souza, del Instituto Socioambiental, el texto no hizo ningún compromiso objetivo de demarcar las tierras indígenas, a pesar de que es la principal demanda del sector.
Tenemos desafíos en el ámbito jurídico para poder avanzar en la demarcación de las tierras indígenas en el país ( ) Tenemos que enfrentar y superar estos desafíos respetando nuestra Constitución, dijo la entonces candidata a los indígenas en la carta abierta.
Al respecto, y antes de la contienda final, Sônia Guajajara, coordinadora de APIB, se mostró escéptica a las promesas de Rousseff y las de su contendor Aécio Neves.
Para ella, independientemente del resultado electoral, el próximo gobierno estará enfocado en el crecimiento económico, lo cual significa una creciente amenaza para las tierras y derechos de los pueblos indígenas, señaló.