Ira, cine y geopolítica detrás de la muerte del embajador estadunidense en Libia

Sergio Adrián Castro Bibriesca

Por esto les decretamos a los hijos de Israel que quien matara a alguien, sin ser a cambio de otro o por haber corrompido en la tierra, sería como haber matado a la humanidad entera. Y quien lo salvara, sería como haber salvado a la humanidad entera. Y así fue como les llegaron nuestros mensajeros con la pruebas claras y sin embargo, después, y a pesar de esto, muchos de ellos se excedieron en la tierra”.  (Corán 5 : 32)

México, DF. Las recientes manifestaciones en más de diez países de Oriente Medio –que llevaron a la muerte del embajador estadounidense en Libia- a causa de la exhibición de La inocencia de los musulmanes, película que ridiculiza al profeta Mahoma, tienen un trasfondo complejo, en el que se encuentran la nueva estrategia militar de los Estados Unidos para la región y las características particulares del Islam en cada país.

Alejandra del Palacio, periodista y musulmana conversa desde hace 11 años que ha vivido en Medio Oriente; y Alberto Betancourt, historiador y experto en la política exterior de los Estados Unidos, dan una lectura a lo acontecido a partir de la exhibición del film.

Cronología de los hechos

En junio de este año, en los Ángeles, California, apareció una película que casi nadie vio en las salas de cine de la ciudad. Era una cinta con escenas en el desierto y casas de campaña, realizada en California. Un año antes, en julio de 2011, se hizo un casting para participar en el film que, según algunos medios y los mismos actores, tendría por título Desert Warrior.

Sin embargo, no fue la exhibición de la película en los cines lo que provocó la reacción de los musulmanes alrededor del mundo. En julio de 2012 circuló por YouTube el trailer de la película –ya con el título La inocencia de los musulmanes-, en el que el profeta Mahoma es caracterizado como un mujeriego, un bufón, etcétera.

Después de la notoriedad del film, el director se identificó como Sam Bacile y dijo al periódico The Wall Street Journal que él era un israelí-estadounidense y que vivía en California; tmbién dijo que donantes judíos financiaron la película. Días después, el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel informó que no había registro de Sam Bacile como ciudadano israelí. «Este hombre es totalmente anónimo. Hasta ahora nadie puede confirmar si él tiene ciudadanía israelí, e incluso si así fuera, no estamos involucrados», dijo el vocero, Yigal Palmor.

Posteriormente, algunos medios esparcieron el rumor de que Bacile era un egipcio-americano copto –o sea, alguien que profesa las religiones cristianas-.

Días después, en una entrevista con el diario The Wall Street Journal, el cineasta calificó a su película como un esfuerzo político para llamar la atención sobre las hipocresías del Islam. “El Islam es un cáncer”, manifestó. «La película es política, no es una película religiosa» (sic).

Días después aparecieron dos personajes importantes, más allá del director. Uno de ellos es Steve Klein, un activista anti musulmán que se describió como consultor de la película. Klein se dio a conocer en el 2010 en el sur de California por su oposición a la construcción de una mezquita en Temecula, al sureste de Los Ángeles. El otro personaje es Terry Jones, pastor de Florida, que provocó los disturbios que terminaron en muertes en Afganistán durante 2011 por llamar a quemar el Corán. Jones dijo que había sido contactado para ayudar a distribuir la película.

Aquel trailer fue traducido al árabe y llegó a Medio Oriente. Ahí detonó el enojo y con él, la muerte del embajador de Estados Unidos en Libia, Chris Stevens, así como la pronta intervención de los Estados Unidos en territorio libio.

El Islam es más que una religión, es una forma de vida

Cerca del 20 por ciento de la población mundial es musulmana, mientras que el Islam es la segunda religión más grande del mundo, después del cristianismo.

“Los musulmanes dicen que el Islam, más que una religión, es una forma de vida de suma importancia”. Sin embargo, hay países como Jordania donde los musulmanes “son más moderados”, explica Alejandra del Palacio.

Los actos de violencia están prohibidos por el Corán, “hablando del Islam bien entendido. Hay un desconocimiento de la religión”, afirma la periodista. De acuerdo con el Corán, uno de los pecados más grandes que el ser humano puede cometer es matar a una persona inocente.

Mahoma

La representación de Mahoma no es algo nuevo. A finales de 2005, el diario danés Jyllands Posten publicó unas caricaturas donde se veía a Mahoma con una bomba en lugar del turbante. Aquella caricatura provocó la reacción de grupos islámicos, “y después, esas protestas decantaron en el boicot a las compañías danesas; es más, lograron que una farmacia danesa quebrara. Así canalizaron su enojo”, recuerda Alejandra.

“En el Islam, el profeta Mahoma es muy importante y se prohíbe su representación. Sin embargo, en corrientes más ortodoxas se niega incluso la representación de cualquier animal, porque piensan que si lo haces estás imitando a Dios. Las representaciones son un tema muy sensible”, explica la periodista musulmana.

La película

Sobre la personalidad de Mahoma en la película, “todo eso ya está dicho por historiadores y académicos. Es un estereotipo de Mahoma que ya existe, el autor no se lo inventó”, aclara Alejandra. “Las declaraciones de Sam Bacile respecto a la finalidad del film son el detonante, incluso más allá de la película”. Agrega que los musulmanes vieron que se juntaban los aliados de toda la vida: Israel y Estados Unidos.

La periodista concluye que si hubieran hecho esta película tres años antes, la protesta no hubiera sido de la magnitud de la que hoy existe, debido al proceso que vive Medio Oriente desde hace un poco más de un año con la Primavera Árabe.

Medio Oriente hoy

Para Del Palacio, la efusividad intrínseca de la gente de Medio Oriente, combinada con los sucesos recientes en la Primavera Árabe, deja como saldo toda esa explosión de fuerza a la hora de manifestarse, lo que a veces se convierte en actos violentos, como ocurrió en Bengasi, Libia, con la muerte del embajador de Estados Unidos, Chris Stevens.

Alejandra menciona que el mundo de Occidente y el mundo árabe son diferentes, con conceptos diferentes de todo, pero que no es la religión lo determinante en la diferencia, sino “la cultura, los usos y costumbres, nuestra cotidianidad”.

La periodista explica que Medio Oriente siempre ha sido una zona de conflicto; sin embargo, “de unos 15 años para acá resulta que los árabes -y en específico los musulmanes- son los rusos de la Guerra Fría, es decir, los malos de la película, los enemigos a vencer y eso los ha afectado directamente. Se sienten atacados por Occidente”.

Alejandra es musulmana conversa desde hace 11 años y vivió en Egipto por un tiempo. Recuerda que “después de muchos años de dictadura y de prohibiciones, que más que religiosas eran de un régimen militar, la población se da cuenta de que tiene el poder y logra hacer una revolución que pensaba que no podría hacer, derroca al líder, recupera su dignidad y empieza a sentirse libre”. Agrega que debemos entender que era una sociedad que no había experimentado estos procesos, y por esa efusividad sus manifestaciones llegan a convertirse en violentas, pues estuvieron muchos años sometidos.

Agrega que en Libia pasó casi lo mismo: en muy poco tiempo, aprendieron la lección; se dieron cuenta que podían hacer un cambio y que tenían poder. Hoy en día, Medio Oriente es una zona que está aprendiendo a despertar, a protestar, a levantar la voz, y los países vecinos ven que funciona, resume Del Palacio.

La nueva etapa del intervencionismo estadounidense

Tras el asesinato en Libia del embajador de Estados Unidos, el 11 de septiembre de este año, se anunció que un Equipo de Seguridad Antiterrorista de la Flota del Cuerpo de Marines de Estados Unidos (FAST), que consiste en aproximadamente 50 marines especialmente entrenados, sería desplegado en Trípoli, capital de Libia, para aumentar la seguridad en la embajada de Estados Unidos. Los marines se desplegaron desde la estación naval de Estados Unidos en Rota, España (a sólo un par de horas de Trípoli en vuelo directo).

Alberto Betancourt, historiador y experto en la política exterior de Estados Unidos, explica que la llegada de los marines estadounidenses a tierras libias podría implicar una etapa más en el nuevo modelo de intervencionismo militar de Estados Unidos en Medio Oriente. El historiador contextualiza el presente libio con lo ocurrido en la Primavera Árabe y la caída del régimen de Muamar el Gadafi, que gobernó Libia del 1 de septiembre de 1969 al 20 de octubre de 2011.

El 11 de septiembre de 2001, con la caída de la Torres Gemelas en Nueva York, marcó el inicio de una nueva era de Estados Unidos con Medio Oriente, “en la cual la administración de Bush se propuso abrir un amplio frente de guerra, que iba desde Somalia y el Cuerno de África, pasaba por Etiopía, Egipto, el estrangulamiento de los territorios de Gaza y Cisjordania en Palestina, y continuaba con Irak, Siria, Pakistán e India”, expone el experto, y agrega que se creó un frente gigantesco de lucha en el que algunos geoestrategas plantearon que se libraban los últimos resquicios de la Guerra Fría, con el principal objetivo de despojar a Rusia de sus antiguas zonas de influencia.

Betancourt señala que Libia se convirtió en el modelo de prueba del nuevo esquema de intervención militar que aplican los Estados Unidos, “cuestión que cambió a partir del aprendizaje que les dejó la guerra perdida en Vietnam”. La guerra en Vietnam –considera la milicia estadounidense- se perdió porque no se logró convencer a la gente y se generó una opinión pública anti intervención. “Ahora, los ejércitos saben que es de suma importancia ganar las mentes y corazones de la opinión pública”, expone el historiador, y añade que el presidente estadounidense Barack Obama es la cara amable del imperialismo norteamericano.

La OTAN y Estados Unidos en Libia

“Paz y seguridad es nuestra misión”, dice la página web de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). La OTAN tiene como proyecto fundamental garantizar la seguridad de sus miembros, que son básicamente los países europeos y Estados Unidos. “En la práctica es un instrumento de intervención militar para garantizar el neocolonialismo en Asia y África”, define Betancourt.

El historiador señala que la OTAN promovió la creación de grupos mercenarios en Libia, que empezaron a socavar al gobierno cuando Libia era el país con más alto índice de desarrollo humano de África. La OTAN “promueve una oposición armada en Libia, y comienza a implementar un modelo de intervención militar muy diferente al que utilizó Bush, quien se lanzó a destruir todo lo que encontró”.

Con Barack Obama viene un nuevo modelo que intervención militar que “se podría considerar exitoso porque no costó tantas vidas ni dinero, además de que no sufrió muchos costos políticos, a diferencia de Irak, que casi costó la quiebra del imperio norteamericano”, indica Alberto, y agrega que esto tuvo un alto nivel de eficacia militar.

“En marzo de 2011, la OTAN desplegó aviones con radar para monitorear todos los movimientos de barcos y aviones; simultáneamente, las tropas de la OTAN empezaron a brindar armas y entrenamiento militar a grupos de opositores al gobierno libio, grupos mercenarios que son entrenados desde afuera, pero que opera adentro con la bandera de oposición interna”, explica Betancourt.

Menciona también que cuando Estados Unidos y la OTAN intervienen en Libia “es prácticamente una guerra invisible, que se presenta en los medios de información como si fuera un movimiento de liberación popular contra un dictador”.

La visión del experto se sustenta en datos que se encuentran en el mismo portal de la OTAN. La organización realizó alrededor de 23 mil misiones aéreas en Libia en el periodo de abril a octubre de 2011, de las cuales “alrededor de una tercera parte fueron bombardeos donde la propia OTAN informa que se destruyeron 6 mil objetivos militares; eso lo hacen para abrir corredores para que el ejército mercenario avance. Otro tercio de los vuelos fueron para limpiar los cielos y los otros, en gran parte para abastecimiento de las tropas en el lugar”, analiza Alberto.

El analista destaca que “el nuevo modelo de intervención de los Estados Unidos tiene una gran influencia del consejero de seguridad de Estados Unidos, John Brennan, que plantea, por ejemplo, que no hay que pelearse con el mundo musulmán, sino que hay que focalizar al enemigo con el que estás combatiendo”.

Dentro de ese modelo, una de las características que deben tener las nuevas fuerzas de intervención militar es que deben estar más dotadas culturalmente. Por ejemplo, que las tropas sepan árabe “podría reducir la barbarie en las zonas de conflicto; es mucho más eficaz para la tortura y para poder generar aliados dentro de esos territorios”, concluye Alberto Betancourt.

Publicado el 08 de Octubre de 2012

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