Media docena de estudiantes conformaron hace 13 años el movimiento que desnudó a Brasil

Gabriela Moncau. Traducción: Waldo Lao Foto: Mídia Ninja

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São Paulo, Brasil. ¿Qué es y cómo se organiza el movimiento social brasileño que estuvo al frente de la chispa que sacudió, desde junio, al mayor país de América Latina?

“Confundidos, los críticos dicen que se trata de un  movimiento comunista, anarquista, trotskista, punk, sindical, que son alborotadores…”,  señala el historiador Lincoln Secco, en su articulo ‘Anatomía del Movimiento Pase Libre’. “Pero sabemos que la finalidad del MPL no se define previamente.  A pesar de la evidencia del motivo inmediato (la libre locomoción urbana de todas las personas) y de ideas necesariamente vagas sobre otra sociedad, apenas se define como un grupo de lucha. Lucha por nosotros”

El Movimiento Pase Libre (MPL) surge en 2005 y tiene como principios la autonomía, el apartidismo (no anti-partidismo), la independencia y la horizontalidad. Luchan por lo que ellos llaman “transporte público de verdad”, es decir, que sea gratuito para el conjunto de la población y que esté fuera de la iniciativa privada. Defienden que el valor del transporte sea pagado por medio de impuestos progresivos: paga más quien tiene más dinero, menos quien tiene menos y quien no tiene no paga.

“Servicio público es aquel que no tiene exclusión, que permite el acceso de todas las personas. La educación y la salud sólo van a ser publicas de verdad si el transporte fuera público de verdad”, defienden en un texto publicado en la pagina de la Campaña tarifa Cero.

El movimiento es nacional y se organiza por medio de un pacto federativo, que consiste en el respeto a los principios, así como en la autonomía que tiene cada colectivo local para organizarse como quieran, priorizando la acción directa. “El trabajo de base esta enfocado principalmente en escuelas públicas y comunidades de la periferia, en el contacto con otros movimientos sociales y asociaciones de pobladores” cuenta Lucas Monteiro, miembro del MPL en Sao Paulo.

“Los colectivos deben establecer una red de contactos entre si, intentando aproximarse al máximo unos de los otros, volviendo real el apoyo mutuo”, define la carta de principios del movimiento, que resalta, todavía, la importancia de la construcción de reivindicaciones, “que ultrapasen los límites del capitalismo,  sumando a movimientos revolucionarios  que constatan la orden vigente”.

“Nuestros principios surgen de un proceso”, destaca Mayara Vivian, integrante del MPL paulista desde su inicio. En 2003 y 2004, sucedieron revueltas de Catraca y de los camiones en Florianópolis y Salvador respectivamente, en un contexto en el que había la actuación del Centro de Medios Independientes (CMI) y de la Acción Global de los Pueblos (AGP).

“La personas estaban cansadas porque las perspectivas de militancia organizada para la juventud eran: ser parte de las grandes entidades estudiantiles como la  Unión Nacional de Estudiantes (UNE), o de espacios de partidos de izquierda, ambos altamente burocratizados y verticales” describe Mayara. “Entonces se juntó la insatisfacción con los aparatos de las luchas con la necesidad económica impuesta por el hecho de la movilidad, ser fuente de lucro y no de ciudadanía”, resume. “En Sao Paulo, al comienzo, éramos media docena de estudiantes de escuelas públicas”, se acuerda.

Los Comités por el Pase libre se empezaron a formar en diferentes ciudades, en su mayoría por estudiantes de escuelas públicas, la articulación entre ellos partió del grupo que se organizó en Florianópolis. En 2005, en el marco del Foro Social Mundial en Porto Alegre – FSM, el MPL se fundó. En 2006 el movimiento realizaría su tercer Encuentro Nacional en la Escuela Florestan Fernandes, del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra – MST, con la participación de más de diez ciudades brasileñas.

“En la plenaria de fundación del MPL había varios partidos políticos intentando disputar el espacio, defendiendo, por ejemplo, que el movimiento fuera una oposición a la UNE. Y creamos una serie de mecanismo democráticos para impedir que eso sucediera”, cuenta Mayara, ejemplificando con el hecho de que  las tomas de decisiones fueran hechas por consenso, “para driblar prácticas como las de la Unión de la Juventud Socialista  – UJS, que llevaba tres camiones de personas para levantar el brazo en las votaciones. Entonces son principios que no fueron resultado de una reunión y repasados para el resto. Fueron construidos al calor de la batalla”, resume.

Son principios que se traducen no sólo en la organización interna del movimiento, sino también en las manifestaciones en las calles.   El no usar un carro de sonido es un ejemplo. “Ese carro simboliza varias cosas: que una cúpula dirige el acto, impone un discurso en nombre de quien se está manifestando, condiciona la participación de las personas del acto a lo que está siendo dicho por el micrófono, y los dirigentes se manotean para ver quien da el ton mas alto”, analiza Mayara, acrecentando que “si uno no esta organizado en ninguna corriente o grupo,  no está siendo representando en ese carro.  Y queremos construir, no queremos disputar”.

“El carro de sonido trae una verticalización que para nosotros que somos horizontales, no existe” sintetiza Mayara. De esa concepción surge la Fanfarra del Mal (Movimiento Autónomo Libertario), batería que nace compuesta en gran parte por integrantes del MPL pero que es independiente del movimiento y se organiza para potencializar y agitar manifestaciones en las calles de Sao Paulo. “También, ¿la lucha de izquierda tradicional es muy aburrida, no?  La Fanfarra pauta el ritmo y la batucada como resistencia. No paran ni de tocar  ni en la hora de las confrontaciones”, dice Mayela. Recordando, con una sonrisa, la famosa frase de la anarquista estadounidense Emma Goldman: “si yo no puedo bailar, no es mi revolución”.

En cuanto a la relación con el poder institucional – relación casi nula hasta poco tiempo atrás –   se establece sin cualquier confianza o ilusión. “Aceptamos ir a las reuniones a las cuales fuimos llamados, con la presidenta Dilma, con Haddad, porque somos abiertos al dialogo”, evalúa Mayara Vivian, pero resalta la convicción de que las conquistas se dan en la lucha, en las calles.

“El espacio institucional está construido para no funcionar para el pueblo. No tenemos ninguna esperanza de conquistar nuestras reivindicaciones a no ser por la presión”, dice Mayela. “Tampoco negociamos en nombre del pueblo. Comparecemos para explicar lo que reivindicamos, pero de ninguna forma vamos a negociar si va a ser menos o más, eso o aquello. No colocamos medias palabras entre los gritos de la calles y lo que es dicho a los gobernantes”.

Publicado el 22 de julio de 2013.

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