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Los refugiados no quieren irse de Idomeni, esperan apertura de fronteras

Redacción Desinformémonos

Mientras Grecia modifica leyes e intenta reubicar a los refugiados que se encuentran en Idomeni para instrumentar el acuerdo UE-Turquía,  la mayoría de ellos no quiere abandonar el lugar, tienen la esperanza de que la frontera con Macedonia se abra.

Más de mil posibles refugiados están ya en calidad de migrantes irregulares en Grecia en espera de iniciar el trámite de sus casos.  En la isla de Lesbos, unas mil cien personas se encuentran recluidos en el campamento de Moria, que desde que entró en vigor el acuerdo Unión Europea-Turquía, se convirtió en centro de detención.

En su mayoría adultos con escasas posibilidades de lograr asilo, pero también 130 menores no acompañados y algunas familias con niños pequeños, adquirieron la calidad de “migrantes irregulares” por haber llegado a las costas de Grecia después de que entró en vigor el acuerdo migratorio entre la UE y Turquía.  Diez días después, la “letra pequeña” del mismo deja ver muchas zonas de sombra que dejan más dudas que certezas.  Para su instrumentación, la creación de una estructura que se haga cargo con la capacidad necesaria aún no se concreta.

Las adecuaciones legales para que Grecia reconozca a Turquía como país seguro, se vota en el congreso heleno a todo vapor el día de hoy con el fin de “facilitar” las expulsiones.   Según el acuerdo firmado, las deportaciones inician el próximo domingo. Se estima que se necesitan 2 mil trescientos funcionarios expertos para analizar las solicitudes, mismos que no han llegado, a la fecha son muchos los obstáculos en el proceso, entre ellos legislativos y de capacidad.

En el limbo, casi cincuenta mil personas

Antes del 20 de marzo, fecha en que entró en vigor el tratado UE-Turquía, en Grecia ya había 50 mil personas en campos abiertos para refugiados. Acnur, la agencia para refugiados de Naciones Unidas intervino en algunos de ellos dotándolos de infraestructura o inclusive diseñaron los campos mismos.  Ahora, éstos pasaran a ser centros cerrados, por lo que Acnur ha empezado a retirar su presencia en ellos y aunque se especuló lo contrario en cuanto a que estarían dispuestos a colaborar en la deportación de los migrantes, los representantes de Acnur niegan cualquier posible participación en el proceso de expulsión. Giovanni Lepri, representante de la agencia en Grecia, en entrevista para el diario.es, hace referencia al proceso de expulsiones y es tajante: no van a participar y, tras el anuncio de la transformación de los centros de identificación de las islas griegas en centros de detención, la agencia de la ONU ha comenzado a «retirar su presencia de forma progresiva».

Los miles de migrantes que estaban en las islas griegas están siendo trasladados al noreste del país, a Kavala.  Respecto a los centros donde los están ubicando, el portavoz de Acnur comenta que las condiciones entre uno y otro centro son muy variables pero que en general son aceptables, “los únicos que son inaceptables, porque ni siquiera son centros, son los de Idomeni y el puerto de Pireo. Nosotros pretendemos que estas personas sean trasladadas hacia otros campos situados en diferentes zonas del país”.

Según el acuerdo UE-Turquía, los sirios e iraquíes que llegaron antes de la entrada en vigor del mismo tienen derecho a pedir ser relocalizados en Europa por el plan europeo que acordó la reubicación de 160 mil personas en varios países miembros de la UE en octubre pasado.  Quienes son de otras nacionalidades la tienen muy complicada. Acnur está solicitando que se incluya  también a los afganos en el grupo de personas que tienen el derecho a ser relocalizados. La petición no ha tenido éxito, así que sus posibilidades al día de hoy es pedir asilo en Grecia o el retorno voluntario.

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Idomeni no debería de existir

Idomeni no debería existir. Es un atasco que se produjo cuando Macedonia, siguiendo el ejemplo de otros países de Europa del Este y de los Balcanes, decidió abruptamente cerrar sus fronteras. En los peores momentos el campamento de refugiados ha llegado a albergar a más de 14 mil  personas, la mayoría de Siria e Irak pero también de Afganistán, Irán, Marruecos, Argel y Túnez.  Todos con el anhelo de poder continuar su viaje hacia el centro de Europa reporta el periódico The Guardian.

Hasta hace muy poco tiempo Idomeni era una parada de tren en Grecia, cercana a la frontera con Macedonia. En pocas semanas, Idomeni se convirtió en la principal contradicción de los valores europeos. 

Miles de personas en tiendas de campaña, centros de atención médica y casetas se levantan en el lodo, en medio de torrenciales lluvias. Niños que corretean, cansados, hambrientos y sucios, mujeres y hombres que de manera infructuosa intentan hacer fuego con trozos de madera mojada. La humedad se siente hasta en el aire y el terreno, que alguna vez fue campo de cultivo, ahora es un vertedero tóxico. El olor amargo enrarece el ambiente.

Las enfermedades se incrementaron notablemente cuando más de dos mil personas intentaron cruzar la frontera a través de un río helado. Las fiebres, las neumonías y septicemias, las crisis nerviosas y los brotes psicóticos están a la orden del día.

“Hay colas por todas partes; colas de refugiados desaliñados que piden comida, colas de  adolescentes taciturnos que necesitan atención médica, colas de chicas adolescentes con sus bebés, colas de ancianos que observan con desconfianza desde la lejos. Y en todas partes hay pilas; de ropa mojada, de mantas empapadas, de zapatos llenos de barro, de tiendas de campaña, de madera y de basura. Son los restos de la desesperación de muchas personas que nunca pensaron que este sería su destino final” reporta The Guardian.

«Se trata de la mayor vergüenza de Europa», indica Matthias Keller, un médico suizo que atiende a los jóvenes sirios en su coche: «En mi vida había visto algo remotamente parecido”.  Integrantes de organismos no gubernamentales  que han trabajado en todo el mundo, indican que nunca habían trabajado en condiciones tan lamentables”.

«No nos importa que la frontera esté cerrada», indica Masru Hamdi, joven afgano, mientras camina en dirección a la frontera con una mochila en la mano: «Esperaremos lo que haga falta”.

Ayham Hakni, un joven sirio comenta: “mi madre y yo tenemos casi un mes aquí, dormimos con otras tres familias en una tienda de campaña. La situación es horrible, hace mucho frío, pero sigue siendo mejor que los bombardeos. Mi padre y mis hermanos ya están en Francia, por lo que haremos todo lo posible para reunirnos con ellos”.

Algunos grupos de refugiados han iniciado huelgas de hambre o se han plantado en las vías del tren y en las carreteras colindantes para ejercer presión a la apertura de fronteras.

Desde días pasados, el gobierno griego envió autobuses para el traslado voluntario desde Idomeni hacia los centros de acogida que se localizan en el norte del país, pero a pesar de las condiciones, la inmensa mayoría de personas ha preferido quedarse con la expectativa de que en algún momento la frontera con Macedonia se abra.  Unas 600 personas, principalmente familias con niños son las que se han ido. El frío, la lluvia, el viento y la falta de higiene, así como la creciente tensión en Idomeni, los ha hecho decidirse.

foto: FotoMovimiento M15

Foto: FotoMovimiento

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