El 15 de julio, Samah Abdel Salam, periodista de 36 años del diario público al-Ahram, clavó sus ojos llenos de determinación e inquietud en el juez del tribunal de familia en Nuevo Cairo, al tiempo que relató cómo permaneció encerrada durante más de un año en su casa para escapar de las miradas de los demás. Con su brazo izquierdo aguantaba a su hija, Diala, fruto de su relación fuera del matrimonio con un famoso artista egipcio.
Con el rostro escondido detrás del hombro de su madre, Diala miraba asustada a las cámaras que la enfocaban. A los tres años, esta niña carece de acta de nacimiento y aún no conoce a su padre biológico. Hace ya más de 15 meses que Samah Abdel Salam lucha para que el juez obligue a su excónyuge a reconocer a su hija o, por lo menos, a realizar una prueba de ADN.
Tras múltiples intentos para establecer la paternidad de su hija, Samah Abdel Salam sumó una decepción más. El juez decidió posponer el veredicto hasta el 19 de noviembre y remitir el caso a la fiscalía para ser investigado.
“El código de estatuto personal en Egipto se rige por una rígida ley religiosa que no reconoce las relaciones sexuales fuera del marco oficial del matrimonio”, comenta Taha Aboul Nasser, abogada de asuntos matrimoniales. Ni siquiera obliga al hombre a hacer pruebas de ADN para los casos de filiación.
El niño nacido de tales relaciones carece de estado civil y se le deniegan los servicios básicos, ya que la madre no puede transmitir su apellido. En cuanto a la mujer, asume la responsabilidad exclusiva del niño, y a menudo es tratada como una marginada en una sociedad conocida por su conservadurismo.
Todo comenzó en mayo de 2017, cuando Abdel Salam publicó en su página de Facebook, una fotografía de su hija con el comentario “Diala en la exposición de su padre”. Su antiguo compañero, Adel Al-Siwi, un pintor muy famoso, negó cualquier relación con ella. Samah Abdel Salam acudió a los tribunales para establecer el reconocimiento de la paternidad de su hija, pero su primera denuncia fue desestimada por el tribunal de la familia. La periodista presentó un recurso contra el fallo. El caso comenzó a provocar un acalorado debate en Egipto.
Los casos de filiación paterna llaman la atención de los medios egipcios solamente cuando se trata de una personalidad pública. El año pasado, un caso similar también tuvo una gran repercusión, cuando una actriz llevó su caso a los tribunales para que sus gemelos fueran reconocidos por su padre, un famoso actor.
75.000 casos de filiación paterna en los tribunales
Los tribunales de la familia en Egipto fueron creados en 2004 para encargarse de casos civiles en virtud del “código del estatuto personal” egipcio. Aunque diferentes de los tribunales islámicos que existen en otros países musulmanes, también se remiten a la ley islámica, igualmente conocida como ley de la sharía. Estos tribunales se ocupan de la filiación paterna, el reconocimiento del matrimonio y los casos de custodia de los hijos.
El caso de Abdel Salam es solo uno de entre miles de denuncias actualmente examinadas por los tribunales. En un informe publicado en 2016, la agencia pública de movilización y estadísticas, CAPMAS, registró 75.000 casos relacionados con la filiación paterna. El informe justifica estas cifras particularmente por los prolongados procedimientos judiciales, así como por el aumento de casos de “matrimonios secretos”, es decir, uniones a menudo desaprobadas por las familias que, aunque se celebren en presencia de testigos y con un documento firmado, carecen de valor para el Registro civil.
Según el informe, los matrimonios secretos sumaron 88.000 casos en 2014, es decir, el 9% de las uniones en Egipto durante ese año. Desde la revolución de 2011, se observa un importante aumento en los casos de filiación paterna, de acuerdo con Moataz al-Dakar, abogado de asuntos familiares, lo que se explica por una cierta liberación de parte de la generación más joven.
La ley de filiación se basa en un principio islámico según el cual “el niño (reconocido) es el nacido del matrimonio”. Desde la reforma del código del estatuto personal en 2008, una mujer tiene derecho a registrar a su hijo siempre que tenga un certificado de matrimonio oficial. Hasta entonces, la ley ni siquiera permitía a las mujeres casadas el derecho de registrar a su hijo.
Para los casos de niños nacidos fuera del matrimonio, al interponer una denuncia, la ley concede a la mujer el derecho de registrar a su hijo con un nombre temporal, elegido por el funcionario responsable de emitir los certificados de nacimiento. Para presentar esta denuncia, la mujer debe probar primero la existencia de una relación sexual con el hombre en cuestión. El juez debe decidir sobre la base de documentos reales (un documento escrito por la pareja, la correspondencia entre ellos…) y testimonios que dan fe de la existencia de esta relación. En estos casos, el hombre no está obligado a realizar una prueba de ADN. “El litigio por filiación suele durar más de tres años. La mujer se encuentra en un laberinto judicial doloroso y complicado”, afirma el abogado al-Dakar.
“Más allá de esta obstrucción jurídica, la esencia de esta ley es obvia: castigar y humillar a las mujeres”, señala Intsar al-Saeid, presidenta del Centro para el desarrollo y la ley en El Cairo. “El Estado recela de esta mujer que tiene relaciones sexuales fuera del matrimonio. Esta ley está claramente destinada a controlar y regular el comportamiento de las mujeres”, asegura.
Este año, el centro de al-Saeid defiende a cinco mujeres que han acudido a los tribunales para resolver un problema de filiación. Entre estos, dos tienen registros oficiales de matrimonio, pero sus maridos se niegan a reconocer al infante, ya que es de sexo femenino. El año pasado, el centro se ocupó de cuatro casos similares.
Sin embargo, la mayoría de las mujeres que presentan demandas en lo relativo a la filiación siempre salen perdiendo, ya que los jueces ven a estas mujeres como culpables y no como víctimas, según la abogada Taha Aboul Nasser. “Estas mujeres no pueden aportar fácilmente pruebas de la relación, ya que la mayoría de estas relaciones se llevaron a cabo sin documentación, pensando que se casarían con estos hombres en el futuro. A esta situación se suma la ausencia de compasión de parte de los jueces y de la sociedad”. Taha Aboul Nasser recuerda a una clienta que perdió su caso en 2016, tras cinco años de procedimientos, por falta de pruebas.
En septiembre de 2016, un tribunal egipcio emitió un veredicto que desmentía la paternidad de Gamal Maraouan, un empresario egipcio, de un hijo nacido fuera del matrimonio con una cantante libanesa al cabo de más de cuatro años de disputas en los pasillos de los tribunales.
Estas mujeres, que carecen del apoyo de la sociedad y de los jueces, tampoco cuentan con el de los legisladores. Para Amena Nosseir, diputada y miembro de la comisión religiosa en el parlamento, son ellas, las mujeres, las que se ponen en esta situación embarazosa. “Aceptaron tener relaciones sexuales fuera del matrimonio y renunciaron a su pudor”, afirma.
Sin embargo, la diputada considera que la ley de filiación debe actualizarse. “También debemos poner fin a la tentativa de los hombres de negarse a reconocer a sus hijos inocentes explotando las lagunas jurídicas. La prueba de ADN podría demostrar fácilmente la filiación”, añade. La diputada explica que está trabajando con otros representantes políticos en un proyecto de ley sobre estos temas, cuyo examen está previsto para la próxima sesión de octubre.
No obstante, ¿será fácil promover una enmienda a esta ley? “No”, contesta Intsar al-Saeid, señalando que las autoridades religiosas de Egipto han combatido todos los intentos recientes. “Las autoridades religiosas creen que modificar la ley y otorgar fácilmente la paternidad a un niño nacido fuera del matrimonio podría ‘liberalizar’ aún más la moral de las mujeres y, por lo tanto, incrementar esas relaciones fuera del matrimonio”, opina. En 2010, al-Azhar, la máxima autoridad religiosa, se opuso a la aplicación de una enmienda que permitiera a los niños nacidos fuera del matrimonio llevar el nombre de su abuelo materno.
Vivir con el rechazo y el estigma
Esta misma obstrucción jurídica se observa en varios países de la región. Así, en Túnez, a menudo citado como la “excepción árabe” en el ámbito de los derechos de las mujeres, se aplica una ley islámica similar, que no exige que los hombres realicen pruebas de ADN. En Marruecos, un caso de filiación dio mucho que hablar en 2017. El tribunal de apelación anuló en octubre un veredicto que reconocía por primera vez la paternidad de un niño nacido fuera del matrimonio. Como en Egipto, estas “ovejas negras», mujeres y niños, deben permanecer en la sombra.
A la par de una larga y dolorosa batalla jurídica, las mujeres que buscan establecer la filiación paterna de sus hijos han de hacer frente al rechazo de su familia y a la estigmatización de la sociedad.
“Mira mis mensajes en Facebook. Mucha gente me envía mensajes de insultos o intenta hacerme proposiciones indecorosas”, cuenta Samah Abdel Salam. Hasta el día de hoy, ha presentado tres denuncias de acoso contra personas que la describen como una mujer de “mala fama”, y que mantiene múltiples relaciones sexuales.
En enero de 2017, la historia de Hadeer Mekawy causó un escándalo en Egipto. Conocida como la “madre soltera”, contó su historia en Facebook sobre su relación secreta con su antiguo compañero, de la que nació un niño. Dos meses después, reveló que la echaron de su trabajo y que su familia la rechazó. “Ni siquiera puedo caminar por la calle”, comentó en una entrevista al sitio independiente Masr al-Arabia.