Ventanas

Alicia Alonso Merino

Libertad para Katty Hurtado

“Libertad para Katty Hurtado” es el lema de una de las campañas que la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en Chile inició hace algunos años. El objetivo es visibilizar y pedir la libertad para Katty Hurtado Caamaño, condenada a 20 años de prisión y en la cárcel desde el 2018 por defender su vida de un inminente ataque sexual por parte de su exmarido.

Katty nació en Calama, una ciudad del altiplano andino, de entrada al desierto de Atacama, el 22 de noviembre de 1982. Estuvo casada con Richard Aravena, un trabajador de la mina, de quien se separó en el 2015 y con el que tuvo un hijo en común. Los casi 19 años de relación con su pareja estuvieron marcados por un continuum de violencia. Desde el embarazo sufrió un proceso de violencia permanente, con momentos de explosión y otras fases en las que su compañero se arrepentía y todo parecía que se arreglaba. El proceso de violencia vivido se caracterizaba por maltrato físico, psicológico y por sufrir restricciones. Unas veces eran humillaciones, denigración, insultos y gritos. Otras veces la agarraba con fuerza de los brazos, la zarandeaba o le arrojaba zapatos, según los testimonios. La posesión también se manifestaba en que no la dejaba estudiar ni trabajar porque no le gustaba que tuviera trato con otros hombres. Según otros relatos, su pareja era celoso y cuando bebía era agresivo y violento con ella. Tuvo que soportar relaciones sexuales no consentidas por miedo a sufrir otras violencias.

Era una relación de tiranía,  violencia y amenazas, donde la violencia sexual se configuraba como el culmen del dominio, control y poder. Katty, frente a un inminente ataque sexual de su expareja, el 14 de mayo del 2018 no vio otra salida que agredirlo físicamente como último y extremo recurso para salvar su vida. Ella se entregó después de estos hechos de forma voluntaria y fue enviada a la cárcel en prisión preventiva, colaborando en todo momento durante el proceso.

Pero el sistema patriarcal no perdona a una mujer que se defiende y se atreve a rebelarse contra su maltratador. Tiene que demostrar su poder. Una de las formas de hacerlo es a través del ejercicio de la violencia sexual, un castigo al que se somete habitualmente a muchas de las mujeres encarceladas. Es una realidad en muchas prisiones, de la que no se habla. La agresión sexual es un dispositivo de control que sirven para reafirmar el poder de la administración, ya que además de un acto de fuerza, supone también un acto simbólico que muestra la presencia del poder. Katty no fue tampoco ajena a esta forma de violencia y según denunció, el 25 de octubre del 2018, dos hombres con uniforme de Gendarmería de Chile, entraron en su celda, la golpearon y violaron, dejándola inconsciente. Esta denuncia se encuentra archivada y sin sanciones.

La violencia contra las mujeres es una manifestación de las relaciones de poder históricamente desiguales, situación que se reproduce igualmente en el medio carcelario. Para Ángela Davis, esto significa que las reclusas viven un continuum del trato violento que reciben en el mundo libre en el universo penitenciario, “ya que se enfrentan a formas de violencia en las prisiones a las que se han tenido que enfrentar en sus hogares y en sus relaciones íntimas” (Davis, 2016, 87).

Después de varios años en prisión preventiva, el 31 de agosto de 2021 Katty es condenada a una pena de 20 años de prisión por parricidio y se rechazan los recursos posteriores. En el juicio no se tuvo en cuenta su situación de víctima de violencia durante años, ni se consideró su autodefensa con legítima. Toda la investigación y el juicio estuvieron condicionados por los sesgos de una justicia patriarcal y clasista, que no realizó las pruebas que acreditaran su situación. Tampoco se tuvieron en cuenta testimonios claves y no se valoraron peritajes importantes. Ni se apreciaron atenuantes, eximentes o justificantes de la responsabilidad penal, vulnerando así el derecho a un juicio justo. Todas las instituciones fallaron: fiscalía, policías, tribunales, gendarmería y la propia Corte Suprema.

A día de hoy Katty se encuentra en la cárcel de Tocopilla. Los años de encierro, empiezan a dejar mella en su ya mermada salud física y mental. Su caso se encuentra admitido ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, por discriminación arbitraria y vulneración del debido proceso, en espera de nuevos avances. Pero sabemos que la de los tribunales internacionales es una justicia que cuando llega, llega tarde…

Como medida reparatoria ante las diferentes vulneraciones relatadas, la Red Chilena contra la Violencia hacia las Mujeres en Chile está pidiendo un indulto presidencial para ella. Por justicia nos sumamos a sus voces para pedir la libertad de Katty Hurtado con un indulto presidencial ¡Ya!. 

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