María Teresa Rivera, mujer salvadoreña que fue condenada en 2012 a 40 años de cárcel por abortar, quedó en libertad tras un proceso de apelación en el que el juez admitió que “hubo debilidades en la autopsia realizada al cadáver” y que se carecían de “elementos probatorios que determinaran que fuera ella la que le quitara la vida a su hijo”.
La sentencia es prueba de la ley salvadoreña que no permite el aborto en el país, y Rivera fue víctima de esta al ser denunciada por los médicos que la atendieron luego de que sufriera un problema obstétrico.
Rivera perdió al feto, de 21 semanas, por un problema durante el embarazo que le provocó hemorragia y la dejó tirada en el cuarto de baño, donde su suegra la encontró y la llevó al hospital. Los médicos, a los que también pone en la diana la ley salvadoreña, dieron parte a la policía.
Por tratarse de un hecho extrahospitalario, la fiscalía excluyó la imputación por aborto y directamente la acusó de asesinato, con un castigo de 40 años de cárcel. Pese a la oleada de protestas internacionales, el 27 de julio de 2012 el tribunal dictó sentencia.
“La liberación de Rivera es un paso adelante en un país donde las mujeres son tratadas como ciudadanas de segunda clase”, señaló Amnistía Internacional.
En El Salvador, donde el aborto está prohibido sin importar la circunstancia, las mujeres que lo practiquen tendrán un pena mínima de 8 años y de hasta 50 años.
Con información de El País