La policía militar de Brasil, como en la época de la dictadura

Márcio Zonta/Brasil de Fato Foto: Marcelo Camargo Traducción: Brisa Araujo

Brasil. El hombre tiene 34 años, mide aproximadamente un metro y 85 centímetros, tiene brazos anchos y musculosos y algunas cicatrices en la cara. “Son las marcas de las batallas”, dice. Con la piel morena, facciones serias, la voz ronca, cabello con corte militar y la barba bien afeitada, tiene un aire de guerrillero combatiente. Hijo de un albañil y de una costurera, es el séptimo de ocho hermanos. El constante compás de sus pies en el piso demuestra la impaciencia y algo de nerviosismo. “No, no existe esto de ir a la calle para ver al ciudadano en la manifestación, menos todavía en las favelas. Todos son vagabundos o, como a algunos coroneles más antiguos les gusta decir, son subversivos. Nosotros tenemos que ir al ataque”, relata.

La descripción del hombre y el relato pertenecen a Robson*, un soldado de la policía militar (PM) del estado de São Paulo que aceptó hablar con el periódico Brasil de Fato, bajo la condición de la manutención del sigilo de su identidad. El PM trabaja en la institución desde hace diez años y actúa en una de las periferias de la metrópolis, en el extremo sur.

La claridad con que Robson explicita la violencia, característica actual de las acciones de la PM brasileña, ilustra las escenas de truculencia desmedida de la corporación en contra de los manifestantes de las distintas protestas que explotaron por el país en el mes de junio, episodios que trajeron el tema de la desmilitarización de la Policía Militar al centro de la discusión en las últimas semanas.

La violencia reservada habitualmente a los espacios periféricos de las grandes ciudades, lugares donde muchas veces es letal, llegó a manifestantes de distintas clases sociales, hirió tanto a periodistas que cubrían las marchas, como a personas que transitaban por las avenidas en los momentos de movilización.

En Belém, estado de Pará, la barrendera Cleonice Vieira de Moraes, de 51 años, se sintió mal después de la explosión de una bomba de efecto mortal a su lado. Hipertensa, falleció. En São Paulo, uno de los casos que más generó repercusión mediática fue el de la reportera de periódico Folha de S. Paulo, Giuliana Vallone, herida por una bala de goma en el ojo mientras trabajaba en uno de los días de manifestaciones contra el aumento de la tarifa del transporte público.

Para expertos en el asunto, si antes la brutal represión policiaca contra los pobres no molestaba a gran parte de la sociedad, en el momento actual de expansión de la violencia, el modo de actuar de la PM ganó nuevos críticos.

“Ahora es el gran momento de reivindicar la desmilitarización de la policía. La PM siempre fue violenta contra los pobres y nunca nadie se preocupó por esto. Si aparece una periodista de un gran periódico con su ojo completamente deformado, esto espanta mucho más que 20 personas que mueren en las favelas”, enfatiza el profesor de derecho penal de la Universidad Federal de Minas Gerais (UFMG), Túlio Viana.

¿Por qué la desmilitarización?

La desmilitarización, sin embargo, sugiere una serie de cuestiones generalmente ocultas a los ojos de la población. Además, la “falta de preparación” policiaca, siempre mencionada cuando la policía actúa de manera violenta, es otro mito por derrumbar.

“Cuando hablamos de desmilitarización de la policía, muchos no comprenden qué queremos decir. Piensan que queremos que la policía no cargue armas. Otros piensan que el problema es el uniforme. No tiene nada que ver. El problema del militarismo es que su lógica es la de entrenar soldados para la guerra”, elucida Viana.

El testimonio del policía militar Robson y las afirmaciones de Viana se refuerzan con el ejemplo del más reciente episodio ocurrido en la favela de la Maré, en Río de Janeiro, el día 24 de junio, cuando 13 vecinos de la comunidad fueron muertos en una acción de los hombres del Batallón de Operaciones Especiales (BOPE).

“Ellos entraron exactamente en la hora en que todos llegaban de sus trabajos y fue un gran alboroto. Yo pude llegar a mi casa y me encerré ahí, porque no existen las balas perdidas, sólo las balas encontradas”, dice un vecino de la Maré que pide no ser identificado.

Marinalva, empleada del hogar, también vivió momentos de terror esa noche en la Maré. Ella describe las eternas horas de tensión, cuando los hombres del BOPE invadieron su casa: “rompieron mi puerta y entraron en mi residencia, agredieron por varias horas a mi marido y mi hijo, y en todo momento nos amenazaban de muerte, nos decían bandidos y vagabundos y gritaban mientras preguntaban sobre armas, drogas y con qué trabajamos”.

Línea de acción

Con una forma de actuación delineada en los tiempos de la dictadura civil-militar brasileña, la PM tiene un entrenamiento específico para combatir a los “enemigos” en las calles.

“El problema de la Policía Militar es que una estructura de la dictadura es su filosofía de acción. Mientras otras policías por el mundo son entrenadas para abordar a la gente, revisar y liberar – o, si tiene algún delito, llevarlo a otras instancias para juicio -, en Brasil es distinto: la orden es aniquilar el enemigo que, en este caso, es el pueblo”, aclara Viana.

Para esto, el factor preponderante de la violencia policiaca pasa por la formación de los soldados – que los pone contra sus intereses de clase y los subordina totalmente a sus comandantes para efectuar cualquier orden solicitada.

“Son pobres que combaten a pobres. El soldado, el cabo, está en la punta de todos los intereses del Estado y también privados. Por esto, la muerte y la lesión del enemigo es una herramienta más de coerción para ser utilizada por el militarismo”, observa el profesor de derecho penal de la UFMG.

Ante esto, el PM Robson revela las humillaciones y las prácticas violentas sufridas por los soldados en los cursos de formación y, posteriormente, en los batallones, además del direccionamiento ideológico recetado en la institución.

“El soldado es tratado como un bicho, un animal, a veces como basura, antes y después de su formación; siempre tiene que bajar la cabeza y hacer todo bien. Cuando sale a la calle, no puede vacilar”, dice el soldado.

Es bajo un clima de presión que el “resultado” tiene que aparecer. “Cuando vamos para una misión de sacar a las familias que invadieron un terreno en la ciudad de São Paulo, por ejemplo, es muy estresante, porque tenemos que cumplir la tarea, sea como sea”, expone.

¿Por dónde empezar?

El experto en seguridad pública Guaracy Mingardi subraya que la desmilitarización de la PM en Brasil llevaría años, por causa de los cambios jurídicos e ideológicos que implican este proceso. Para cambiar una política del status militar para civil, sería necesaria la elaboración de una Propuesta de Emenda Constitucional (PEC), posteriormente sometida a votación en distintas esferas del gobierno.

Sin embargo, acciones de carácter inmediato podrían cambiar el panorama de las corporaciones militares actuales, especialmente en lo que se refiere a los viejos lazos adquiridos en la dictadura civil-militar brasileña, y que perduran hasta los días actuales.

“El primer paso sería extinguir la inspectoría general de la policía militar (IGPM), subordinada a las fuerzas armadas, que puede mandar en las acciones de la PM cuando quiera. Para acabar con esta conexión, basta una ley ordinaria, no necesitaríamos cambiar la Constitución”, explica Guaracy.

La IGPM fue instaurada por un decreto de ley en los años de plomo de Brasil, a finales de la década de 1960, para inspeccionar la policía militar. El órgano no es mencionado por la nueva Constitución Brasileña, de 1988, pero, como no fue prohibido, sigue en actuación en la actualidad.

Guaracy señala otro punto importante para ser modificado: el regimiento interno de la PM. “Con el fin de la influencia de la IGPM, tendríamos que también poner fin a las pesadas y humillantes reglas militares que influencian el ímpetu violento de los soldados en las calles. Pero, claro, con la existencia de una jerarquía como todo órgano público. Para esto, tampoco necesitaríamos mutaciones constitucionales”, dice.

Por fin, otro cambio en la PM, que transformaría profundamente su modo de actuar, corresponde al fin del tribunal militar. “Igualar los derechos de un policía en el mismo renglón que los de un civil, sin que sea juzgado por sus pares, pero como cualquier otro ciudadano. Esto trae muchos efectos benéficos”, expone el experto en seguridad pública.

De este modo, para Guaracy, algo es seguro: “No podemos empezar a ver el cambio de la PM solamente a partir de la Constitución, podemos empezar inmediatamente”, convoca.

*nombre ficticio

Publicado el 26 de agosto de 2013

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