Por lo que luchamos…
La interrupción del embarazo, el aborto en general, no debe de ser visto como un método anticonceptivo, lo fundamental es privilegiar la educación sexual, por ejemplo en los adolescentes. Nicaragua es el país que tiene el más alto índice de embarazos en adolescentes en toda América latina. Dentro de esos embarazos hablamos de niñas menores de doce años, embarazos que vienen de relaciones no consentidas por la niñas.
La penalización en Nicaragua
En el año 2006, tres semanas antes de las elecciones presidenciales, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) promovió la reforma del Código penal que penalizaba la interrupción del embarazo por razones de carácter médico. La argumentación de la jefa de campaña, esposa de Daniel (Candidato presidencial del FSLN) fue: no al aborto, sí a la vida. El FSLN respalda la posición de la iglesia católica y de la iglesia en general contra el aborto en cualquier de sus formas porque es un atentado contra la ley y contra la vida.
Ante los cuestionamientos surgidos al interior del mismo FSLN, la jefa de campaña en ese momento argumentó que como estaba en debate el nuevo Código penal que iba a sustituir al de cien años atrás, entonces en ese momento se iba restituir el derecho al aborto por razones médicas. O sea que en el 2006 se penalizaba porque necesitaban conseguir votos, pero que en el 2008 ellos iban a buscar que se restituyese la despenalización. Lo cual no sucedió, porque ya estando Daniel Ortega en el poder, se fortaleció el pacto y las alianzas con la jerarquía católica. Hasta la fecha, el aborto bajo cualquier causal es ilegal y conlleva condenas de dos a tres años de cárcel.
[…] de Amaranta Cornejo Hernández Ver la entrevista completa Comparte Imprimir Sin […]
«O sea, quien lo practica es visto como delincuente, y criminalizado porque son acusados prácticamente de matar…» Bueno es matar al fin de cuentas (¿o no?), aun y cuando busquemos miles de justificaciones y razones, la cuestión se reduce a eso: matamos a un ser humano, quizá uno malo quizá uno bueno, pero muere.