Segú, Mali. Para justificar la intervención precipitada de Francia en Mali, el presidente François Hollande habló, el viernes 11 de enero, de una situación catastrófica debida a la pérdida de Konna, situación que amenazaba al ejército maliense, y abrió el camino de la capital Bamako a los muyahidines.
La intervención francesa alivió al Estado maliense pero al confrontar hechos, cifras y otros datos, está claro que persigue un objetivo oculto a juzgar por las informaciones procedentes de Mali.
La situación en Bamako
Los días anteriores al ataque de los muyahidines contra Konna un ambiente pre-insurreccional se instaló en Bamako, la capital, y en Kati, ciudad de guarnición a quince kilómetros de Bamako y feudo de los militares golpistas. Las escuelas secundarias y superiores vieron sus estudiantes boicotear las clases y salir a las calles para exigir la renuncia del presidente interino y el envío de tropas al norte.
Al mismo tiempo, en la ciudad de Koutialla, los opositores a una intervención extranjera en Mali organizaron un mitin en el que se anunció la presencia del capitán Sanogo, jefe de los militares golpistas del 22 de marzo. Esta concentración formaba parte de una campaña para llevar al mismo Amadou Haya Sanogo a la presidencia. A pesar del anuncio, no estuvo presente en el acto.
Estudiantes y policías se enfrentaron violentamente durante dos días en Bamako y Kati, mientras un intento aislado de saqueo fracasó en Bamako. Un vehículo con hombres armados circuló por la ciudad y extorsionó a comerciantes antes de asaltar una gasolinería. Fueron rápidamente arrestados por la policía, pero se puede preguntar cuáles eran sus intenciones. El caos está cerca.
El ambiente pre-insurreccional llevó al gobierno maliense a suspender las clases en las escuelas de Bamako y Kati y a denunciar, en varios comunicados, las acciones de alborotadores, quienes manipularían a la juventud.
La instabilidad que se estableció desde el golpe de estado del 22 de marzo de 2012 en Bamako, donde el poder efectivo está compartido entre diversas facciones, empeoraba de manera peligrosa, y una facción contraria a la intervención extranjera podía llegar a tomar el control, una perspectiva que seguramente preocupó a los aliados de la transición dirigida por la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO).
Las negociaciones de Uagadugú
Los muyahidines también tenían su propia agenda. En Uagadugú (Burkina Faso) comenzaron negociaciones entre el gobierno maliense y dos grupos rebeldes tuaregs, Ansar Dine (muyahidin) y el Movimiento Nacional por la Liberación del Azawad (independentista) con base en un alto al fuego obtenido en Argel.
Para denunciar el rechazo del gobierno maliense a la instauración de una república islámica en todo el país, los muyahidines de Ansar Dine rompieron el alto al fuego. Aatacaron hacia el sur, sin duda con el objetivo de conquistar las ciudades de Mopti, en el centro del país, o Nionno, al oeste, y la neutralización del aeropuerto de Sévaré, crucial para el despliegue de las tropas y material para la reconquista del norte.
Es posible pero indemostrable que están -una vez- más aprovechando la situación en Bamako para regresar a las mesas de negociaciones de Uagadugú con un nuevo éxito militar.
Los combates en el norte de Mali
Los primeros combates ocurrieron en Konna, puesto avanzado del ejército maliense antes de Mopti, y el destacamento tuvo que parar el combate ante la potencia de fuego de los muyahidines. Francia habló de un fracaso mayor del ejército maliense para justificar su intervención, pero las cifras mencionaron 11 soldados malienses muertos en Konna, lo que no parece una gran derrota.
Lo cierto es que el camino está abierto para que los muyahidines avancen más al sur, pero la escasez de sus efectivos ( 3 o 4 mil hombres?) y la falta total de apoyo de la población maliense les plantean graves problemas. Controlar un territorio dos veces más grande que Francia con una población de un millón y medio (de los cuales 400 mil se refugiaron fuera de la zona) y con un apoyo popular significativo es algo. Imponerse a 12 o 13 millones de personas hostiles y mantener el control sobre varias ciudades de más de cien mil habitantes (Mopti, Ségou, Nionno) es otra cosa.
La toma inevitable de la ciudad de Bamako por los muyahidines y el fracaso mayor del ejército maliense en Konna aparecen entonces como una tapadera bajo la cual Francia se esconde para controlar la transición maliense e imponer su solución.
La hoja de ruta de la transición
Francia y la CEDEAO pueden ahora consolidar la transición en el sur de Mali, ayudados por la media vuelta del capitán Sanogo, figura principal de la oposición. Gozan del apoyo de la mayor parte de la población, cuando hacía poco tiempo estaba muy presente la oposición a un despliegue de tropas extranjeras y se amenazaba con una guerra civil en caso de que ocurriera.
La decisión de poner a Mali en estado de emergencia permite ahora que su gobierno declare que no tolerará cualquier acción o manifestación en su contra. Las tropas extranjeras se desplegarán en el sur para contener el riesgo de una explosión de violencia y protesta.
El proyecto de organizar una asamblea nacional de las fuerzas vivas de Mali para dar más contenido y consenso a la hoja de ruta, asamblea exigida por todas las fuerzas políticas malienses, está por desaparecer. Asistimos a cierta forma de golpe de Estado, pero esta vez con la aprobación de la comunidad internacional y dirigido por Francia. Seguramente veremos la exclusión de uno u otro ministro en desacuerdo pero la clase política de Mali no es conocida por su sentido de Estado.
El después
La lucha en el Norte se anuncia larga y difícil. Los primeros éxitos aéreos franceses ocurrieron contra muyahidines que se comportaban como un ejército regular. El ataque contra el importante convoy muyahidín que se dirigía a Sévaré después de la toma de Konna y la destrucción de los centros logísticos en las afueras de las ciudades del norte permitieron marcar puntos importantes en contra de los muyahidines. Lo más probable es que comiencen una estrategia de guerrilla, se atrincheren en las zonas desérticas del norte y ataquen las líneas de abastecimiento y las vías de comunicación.
La ocupación de la ciudad de Diabali por unos cientos de muyahidines y los combates que tienen lugar allí desde hace varios días eran parte del plan de conquista elaborado antes de la intervención francesa, y es ahora un punto fijo para la mayor parte de la intervención en el norte.
La liberación de la ciudad está en buen camino, pero es difícil medir el alcance verdadero del acontecimiento porque permite a los demás soldados ponerse a cubierto y desplegarse de nuevo, así como reconstituir las fuerzas muyahidines para una lucha de largo aliento. Se puede anunciar que la reconquista de las principales ciudades del Norte (Gao, Tombuctú, Kidal) no significará el fin del conflicto, y aún si Mali logra recuperar su integridad territorial, seguirá siendo uno de los países más pobres y corruptos del planeta.