Por: Gladys Martínez López
Jesse Roberts, director creativo de Rise Up International —una organización que se dedica a construir comunidad y tender puentes culturales a través del arte y la música—, acaba de presentar en Madrid, invitado por la campaña BDS Madrid, su documental Radiance of Resistance (2016), en el que refleja, en una mezcla de lenguaje documental y arte, la resistencia a la ocupación israelí a través de los ojos, las palabras y las acciones de dos niñas: Janna Ayad y Ahed Tamimi, del pueblo palestino de Nabi Saleh.
Tamimi, que ahora tiene 16 años, se encuentra desde hace más de un mes detenida en una prisión israelí y se enfrenta a un juicio el 6 de febrero por el que puede ser condenada a penas de hasta 15 años de prisión por abofetear a un soldado.
¿Cómo surgió la idea de rodar el documental Radiance of Resistance?
He estado viajando a Palestina desde hace unos seis años, y estaba trabajando cada vez más en torno al periodismo, a rodar películas. La situación que vi es tremenda y no sabía qué historia contar, y entonces conocí a Janna y Ahed, y quedé muy impresionado, primero por la implicación de las mujeres en la resistencia no violenta, y por esas niñas que son tan potentes, que arman tanto ruido y a quienes la gente escucha. Y me encantó la idea, especialmente con Janna, que es la periodista más joven de Palestina.
Cuando decidiste rodar el documental todavía no eras documentalista. ¿Cómo llegaste a este punto?
Cogí una cámara y entré en un programa de voluntariado del Movimiento de Solidaridad Internacional (ISM, por sus siglas en inglés), que tiene una gran red en Palestina para documentar lo que hacen los soldados, que entran a los pueblos, los colonos que atacan a los agricultores… Nos decían que grabáramos y tomáramos fotos…
Tú descubriste allí la realidad de la ocupación. ¿Son los estadounidenses conscientes de esa situación?
Esa fue parte de mi motivación para rodar el documental, porque los medios son muy proisraelíes en los Estados Unidos. Yo mismo crecí en una familia cristiana sionista, así es que este trabajo es también parte de mi viaje. Estuve trabajando con refugiados palestinos en Jordania y conocí a gente que perdió sus viviendas, que todavía guardaban las llaves de sus casas. Y entonces fui a Cisjordania y sentí el golpe de la ocupación, de la discriminación institucional, de la situación del apartheid. En Estados Unidos este tema es controvertido, y creo que algunos festivales no han aceptado el documental porque compartimos la voz de los palestinos. Pero eso es parte de mi intención al hacer la película: mostrar otras palabras, las palabras palestinas.
Dos niñas, de nueve y doce años, aparecen como símbolo de la resistencia en Palestina. Seguro que hay gente que te habrá dicho que las están utilizando, que un niño no puede ser sujeto de resistencia. ¿Qué les diría?
Creo que aunque los niños no participen en las manifestaciones, el Ejército israelí entra a sus pueblos, lanza gases lacrimógenos contra sus casas, detiene a los adultos y a los niños… La ocupación es ineludible. Creo que en este tipo de situación no están forzados a participar, quieren participar. Ellos sufren la ocupación, los soldados disparan… Es difícil crecer en esa situación: por un lado van a la escuela, les gusta jugar al fútbol, ver películas; y en el otro lado está la ocupación.
¿Se ven la resistencia y la ocupación de otra manera a través de los ojos de los niños?
Creo que su voz es muy poderosa porque tienen esa inocencia, no tienen esa amargura de la vida, ese dolor que te da la experiencia de la vida, tienen una mirada poderosa y que genera fuerza. Janna haciendo reportajes es apasionada y eso la hace poderosa, empezó a hacerlo cuando tenía seis años, graba lo que ocurre, la primera vez que la conocí filmaba con el móvil y a veces lo hace con una cámara.
Ahed Tamimi va a ser juzgada por abofetear a un soldado y puede pasar mucho tiempo en prisión. La represión israelí, las cárceles, también las sufren los niños palestinos…
Ella está detenida desde hace un mes y en este tiempo han creado un caso en su contra y la acusan de 12 cargos diferentes, y hablan de lo que ha hecho a lo largo de los años, desde que tenía seis o siete años. Los cargos podrían comportar 15 años de cárcel. A menudo los niños son acusados de terrorismo y se les encierra durante cinco o diez años. En Nabi Saleh, prácticamente todos los jóvenes, sobre todo los chicos, han sido detenidos alguna vez. Hay cientos de niños que son como Ahed Tamimi, y cientos de niños que, como ella, están encarcelados. Es un abuso psicológico. Puedes imaginar a esta chica, no sabes cuándo van a venir los soldados a tu casa, las acusaciones… No va a ser un juicio justo bajo ningún punto de vista. La va a juzgar un tribunal militar.
Radiance of Resistance es un documental que toma partido. ¿Se trata de un documental activista? ¿Debe el documentalista tomar parte cuando se enfrenta a una situación de injusticia?
Para mí personalmente, cuando fui a Palestina la situación me afectó profundamente porque en Estados Unidos pago mis impuestos y sé que parte de mi dinero va a apoyar la ocupación, a matar niños en Gaza. Como estadounidense siento que tengo una responsabilidad. Es parte de la frustración, que mi gobierno está promoviendo este sistema. Alguna gente dice que teníamos que hacer una historia equilibrada, con la visión israelí, pero nuestra opinión es que el panorama está dominado por Israel y que esto es como una contrabalanza, porque está dando voz a los palestinos, cuando los palestinos no suelen tener esa oportunidad. Es por eso que hicimos la película en colaboración con el pueblo de Nabi Saleh.
¿Cómo se recibió el documental en Nabi Saleh?
Muy bien. Antes de sacar la película se la enviamos para que pudieran participar con comentarios en el proceso de edición. Después volvimos con la película y organizamos proyecciones en diferentes ciudades en Palestina. Y lo siguiente fue llevarlo a Sudáfrica con las dos familias.
Eres el director creativo de Rise Up International. ¿Cuál es el objetivo de esa organización?
Trabajamos en diferentes áreas el arte para construir puentes entre culturas. Con el arte y la música, que son lenguajes universales y una manera para unir a la gente. Empezamos en 2005 en Bend, Oregón, empezamos con la comunidad haciendo educación musical, y después hicimos proyectos de música y escenas de arte en diferentes países.
Estuviste en Túnez en 2011 trabajando en la realización de un documental. ¿Cuál fue el papel de la música y el arte en ese proceso de resistencia?
En Túnez, al final de la revolución, estuvimos trabajando con artistas callejeros, que eran otra voz de la revolución. Fue un momento emocionante, y está claro que han surgido otros problemas, pero lo que más me inspiró fue que lo que ocurrió en Túnez fue no violento y que los músicos y artistas tuvieron un papel importante en ello. En Times Magazine cada año hay un personaje del año, como Bill Gates o Barack Obama, pero ese año era “el revolucionario”, y había un rapero, El General, del que hablaron como “el rapero que inició la revolución”, y eso también fue parte del movimiento.
¿Cómo construir comunidad a través del arte, el vídeo y la música?
Me sentí muy inspirado por lo que estaba pasando en Estados Unidos en los 60 y 70 a través de la música. Hay mucho activismo social que se acercó a la música, al spoken word, a la poesía. El arte es como un desafío, no siempre es político pero sí es algo en lo que la gente puede participar. Me he dado cuenta en los últimos seis años, en los que he viajado al mundo árabe y yo no hablo árabe, de que podemos conectar a través de la música y del arte.
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