Foto: Destrucción en Yarmuk tras otra noche de implacables y masivos bombardeos por parte de las fuerzas coloniales israelíes en la Franja de Gaza. 29 de octubre de 2023. (Mohammed Zaanoun / Activestills)
En 24 horas transcurridas entre el pasado miércoles y ayer jueves, 210 palestinos fueron asesinados y 325 heridos por las bombas israelíes contra Gaza. Mientras, decenas de miles de personas desplazadas llegaban a Rafah huyendo de los bombardeos en el centro de la Franja. La situación ha sido calificada por Naciones Unidas como de “gran peligro”, para la sociedad civil.
A la ONU se le agotan las descripciones para una masacre que ha dejado ya 21.320 palestinos y palestinas muertas en Gaza, mientras 7.000 personas permanecen desaparecidas bajo las ruinas. Durante la noche del jueves, 35 personas fueron asesinadas en los campos de refugiados de Nuseirat y Maghazi. “La gran mayoría son mujeres y niños. Las personas heridas probablemente mueran debido a la inapropiada e insuficiente asistencia médica, dada la carencia de suministros médicos”, explicaba un reportero de Al Jazeera desde el terreno.
En Gaza nadie escapa al fuego israelí, el director de la UNRWA, Thomas White, denunciaba la mañana del viernes que el ejército sionista había atacado un convoy de ayuda de la Agencia cuando este volvía del norte de la franja, por la ruta indicada por los mandos militares. White señalaba que no había heridos, pero que el ataque había dañado uno de sus vehículos. “Los trabajadores humanitarios nunca deberían ser un objetivo”.
Mientras el gobierno israelí expande la narrativa que relaciona a UNRWA con Hamás, en su estrategia de deslegitimar a las Naciones Unidas e impedir su acceso a la zona, obstaculiza de múltiples formas el acceso de ayuda para una población expuesta a la hambruna y aquejada de una profunda crisis sanitaria. Martin Griffiths, Secretario General Adjunto de Asuntos Humanitarios y Coordinador del Socorro de Emergencia de la ONU, enumeraba en las redes las barreras que encuentran en su labor: bombardeos constantes que afectan también a los convoys de ayuda, tres capas de inspección por cada vehículo de ayuda, un paso diseñado para peatones y otro paso bloqueado a menudo por personas desesperadas, y el asesinato y desplazamiento de los trabajadores. La situación, concluye Griffiths, es imposible para la ayuda humanitaria.
La ofensiva de Israel se ensaña también contra la Media Luna Roja en Palestina. Desde el organismo informaban de la detención de varios de sus integrantes tras el asalto israelí de su centro de ambulancias en Jabalia. En su arresto, los trabajadores humanitarios habrían sido golpeados y humillados, según denunciaban en la mañana del viernes en la red social X. Ocho de ellos permanecían en ese momento detenidos.
En Cisjordania, donde los palestinos muertos ya son 316, 76 de ellos niños, Israel ha intensificado su ofensiva con incursiones diarias en ciudades y campos de refugiados. Junto a los ataques del ejército, la violencia de los colonos se ha extendido contra la población ocupada, matando al menos a ocho palestinos. Según denunciaba Naciones Unidas ayer, en un informe, al menos un tercio de las muertes podrían atribuirse a ataques aéreos y asaltos militares en campos de refugiados y zonas densamente pobladas. En el documento, se señalaba así el “rápido deterioro” de los derechos humanos en Cisjordania y urgía a las autoridades israelíes a poner fin a la violencia contra la población palestina. La respuesta del gobierno israelí, a través de su portavoz de la oficina del Primer Ministro, Tal Heinrich, ha sido calificar el informe como “bastante ridículo”.
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