foto: Ricardo Ruiz Cruz
En Guatemala, el día 4 de abril fue la primera audiencia del proceso judicial por la tragedia sucedida en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción donde murieron quemadas 43 niñas y adolescentes que ahí vivían. Los fiscales del Ministerio Público presentaron toda clase de pruebas recabadas al día siguiente de los hechos ocurridos el 8 de marzo, paradójicamente cuando en el mundo las mujeres alzaban la voz para gritar “Ni una muerta más”.
La revista Nómada, hace una crónica de la primera audiencia. Aquí parte del relato: “Las madres y familiares de las niñas que estaban internas en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción ya no están afuera de morgues y hospitales buscando información. A casi un mes de la tragedia que acabó con la vida de 41 niñas y adolescentes, después de enterrar a sus hijas y pasar el duelo, están frente a un juez, en el inició del largo proceso para pedir justicia”.
Después del primer día de audiencias y de escuchar los resultados preliminares de la investigación de la Fiscalía, los familiares de las niñas, le gritaron “asesinos” a los funcionarios cuando fueron trasladados en un automóvil del Sistema Penitenciario. Por ser de escasos recursos, la mayoría de familiares no podrán acudir a todas las audiencias. Algunos son de Escuintla, o de Chimaltenango, como Irma Yolanda Kat Hernández, madre de Mirely Eloisa Hernández, la adolescente que una noche antes de morir habló con la prensa para denunciar lo que pasaba en el hogar. O como Mariano Meléndez, que viajó con su sobrino desde Moyuta, Jutiapa, para estar en la audiencia.
Estela Chután, hermana Mayra Chután, una adolescente víctima del hogar, sale del juzgado durante un receso. Es el primer día de luchar por justicia. Piensa que la muerte de su hermana y 40 niñas más no fue un accidente y que se tienen que investigar los abusos que las jóvenes denunciaron. Estela fue la designada en su familia para reconocer a su hermanita en la morgue. Fue a quien le tocó recordar a Mayra completa y encontrarla en pedazos. Así describe lo que sintió cuando la identificó. “Aunque me duela y me coma el alma por dentro recordar cómo la vi, quiero tener esas imágenes en mi cabeza porque así lucharé con el corazón en la mano para que se haga justicia”.
Crónica de un crimen de Estado: seis horas de desesperación
El martes 7 de marzo, entre la 1:40 y 3:30 de la tarde, las adolescentes del módulo Mi Hogar y los adolescentes del módulo San Gabriel empezaron a protestar por las malas condiciones en las que vivían y los malos tratos que sufrían. Estas condiciones son desde golpes y comida con gusanos hasta violaciones sexuales. En las evidencias presentadas por el MP, se observan las imágenes del centro tomadas desde un dron y las cámaras de seguridad. Puede verse a las niñas reuniéndose en el taller y, caminando o corriendo entre los módulos que separan el área de hombres y de mujeres. Las niñas buscaban el apoyo de sus compañeros.
El director del Hogar Seguro advirtió la situación cuando inició la crisis pero no tomó ninguna decisión para mantener el control, solo llamó a la policía, la cual se presentó a las 2 de la tarde.
A esa hora, los jóvenes del área de San Gabriel caminaban sobre el techo de las oficinas para llegar a donde se encontraban las mujeres. “Casi al mismo tiempo personal del lugar sacó en camilla a una niña que se cayó del muro mientras intentaba llegar hasta el módulo de los hombres” informa la revista Nómada de Guatemala.
A las 3:30 de la tarde, según la fiscalía, se van para la entrada del centro y seis minutos después, el personal les abrió las puertas. 108 adolescentes huyeron hacia el centro de San José Pinula. La policía fue tras ellos y a los que atrapó los llevó para la puerta principal de Hogar Seguro.
Ese martes 7 de marzo, a las 6 de la tarde llegaron al lugar Carlos Rodas y Anahí Keller, entonces secretario y subsecretaria de Bienestar Social. También llegaron representantes de la Procuraduría General de la Nación, la Procuraduría de Derechos Humanos y la Policía Nacional Civil. De esa reunión saldrían las ‘soluciones’ para atender la crisis con los adolescentes. Según la Fiscalía, eran casi las 11 de la noche y los jóvenes que escaparon y fueron detenidos seguían afuera del ‘hogar seguro’. No llevaban suéter ni otro tipo de abrigo.
La Secretaría le delegó el control de la situación a la Policía Nacional Civil porque el personal del hogar se oponía a que los jóvenes, a los que maltrataban, les abrieron las puertas y huyeron, volvieran a ingresar al centro. Para ‘protegerse legalmente’ y lavarse las manos, firmaron un acta deslindándose de cualquier responsabilidad. El secretario Carlos Rodas y el director Santos Torres firman el documento.
Entre la media noche y las dos de la mañana, los jóvenes ingresaron custodiados por agentes de la policía. 46 adolescentes hombres fueron llevados al área de auditorio, un lugar amplio y espacioso. Las 56 adolescentes mujeres, en cambio, fueron trasladadas al área de Pedagogía, a un aula de 47 metros cuadrados, de 6.8 por 7. Un espacio con capacidad para 26 personas de pie y 11 personas si es que el lugar se usa como dormitorio. 56 adolescentes en donde cabían 11. Sin baño y sin acceso a agua. Para que durmieran les llevaron 22 esponjas tipo colchonetas.
Después de ver que se les encerraba, poco antes de las tres de la madrugada del miércoles 8 de marzo, el secretario Rodas, la subsecretaria Keller y el director Torres se retiraron del complejo. La Policía Nacional Civil se quedó a cargo de la custodia a las 56 niñas y adolescentes, que fueron encerradas bajo llave.
Eran las 8 de la mañana del miércoles 8 de marzo cuando el personal del comedor empezó a serviles el desayuno. Las adolescentes seguían encerradas, hacinadas, desesperadas. Llevaban seis horas ahí adentro sin posibilidades de salir ni para ir al baño. Desesperada, una de las jóvenes le prendió fuego a uno de los colchones para que las dejaran salir.
Una de las cámaras del hogar apuntaba al techo del aula en la que fueron encerradas. Allí se grabó como un hilo blanco de humo empezó a salir por una de las esquinas superiores. Son las 9:01 de la mañana y según el perito de incendios que presentó el MP, el fuego inició entre dos y tres minutos antes de que el humo comenzara a salir. Minuto a minuto en las imágenes se observa cómo el humo crece y se expande, como de columnas blancas y pálidas pasa a ser una densa nube oscura que cubre el techo del lugar.
En la parte más dura de la presentación de la Fiscalía, lo primero que se observa es la puerta del aula donde las jóvenes estuvieron encerradas; la puerta que estuvo bajo llave. La puerta está despintada y quemada. Desde afuera se ve la marca por donde las llamas salieron, el rastro que el fuego dejó. La siguiente imagen es del interior del aula. Hay cuerpos de adolescentes el suelo, sobre pedazos de colchonetas, heridas, con los brazos abiertos, sangrando, con la ropa quemada y la piel reventada. El fiscal hace énfasis en que no encontraron sábanas en la escena del crimen, lo que ilustra que el personal del centro ni siquiera se preocupó de proporcionarles abrigos, a pesar del frío en un albergue situado a 1,775 metros sobre el nivel del mar en el marzo con menos temperaturas de los últimos tiempos.
Otra de las imágenes que presenta el MP es del cuerpo de una adolescente que murió en la camilla del hospital. Su cuerpo y cara están completamente quemados. Una de las víctimas está envuelta en vendas blancas, una más tiene una mascarilla sobre su rostro desfigurado. Esos son casos de adolescentes que murieron en los hospitales nacionales.
El peritaje de incendios que presentó la Fiscalía detalla que el fuego se originó dentro del salón, que el incendio duró alrededor de 9.5 minutos y que alcanzó una temperatura superior a los 300 grados centígrados, exponiendo a las niñas a gases letales y con menos del 21 por ciento del oxígeno necesario para respirar.
“Las probabilidades de sobrevivir en esas condiciones eran mínimas”, dijo el fiscal.
De las 56 que estaban en el aula, 41 murieron, 15 más resultaron heridas: dos de ellas sufrieron amputaciones para sobrevivir.