Foto: David F. Sabadell
Para finales de este año, 860 millones de personas en todo el mundo vivirán con menos de 1,90 dólares al día, 1,74 euros a cambio del 11 de abril, 260 millones de personas más que las que se cuentan en la actualidad. Es la cifra que calcula Intermón Oxfam a partir de las reuniones de primavera del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional y las causas, según explica la organización internacional en su informe Tras la crisis, la catástrofe, hecho público hoy, son la pandemia de coronavirus, el aumento de la desigualdad a nivel global, el aumento de los precios y, por último, la guerra en Ucrania. En cuanto al número de personas que padecen desnutrición, la organización calcula que se alcanzarán los 827 millones.
“Si no se toman medidas radicales e inmediatas, podríamos estar ante el mayor aumento de los niveles de pobreza extrema y sufrimiento de la humanidad del que se tiene constancia”, advierte el director de Oxfam Intermón Franc Cortada. “Este panorama es aún más desolador si tenemos en cuenta los billones de dólares acaparados por un puñado de hombres poderosos sin ningún interés por frenar esta escalada”, añade.
“Si no se toman medidas radicales e inmediatas, podríamos estar ante el mayor aumento de los niveles de pobreza extrema y sufrimiento de la humanidad del que se tiene constancia”, advierte el director de Oxfam Intermón
Según explican desde Intermón Oxfam, solo el aumento del precio de los alimentos a nivel mundial sumirá en la pobreza extrema a 65 millones de personas más hasta alcanzar una cifra de 263 millones, una cifra que equivale a la población de Reino Unido, Francia, Alemania y España juntas.
“Mientras muchas personas tienen dificultades para hacer frente al drástico incremento del coste de vida —teniendo que elegir entre comer o pagar facturas médicas o de gas—, la amenaza de una hambruna masiva se cierne sobre millones de personas que ya de por sí sufren graves niveles de hambre y pobreza en la región de África Oriental, el Sahel, Yemen y Siria”, advierten desde esta organización.
El informe también alerta de que muchos gobiernos están en riesgo de impago de su deuda, lo que les obligará a reducir de forma drástica las inversiones públicas para poder pagar a los acreedores e importar alimentos y combustible. “En 2022, los países más pobres del mundo deberán reembolsar 43.000 millones de dólares de deuda, cantidad que podría sufragar el coste de todas sus importaciones de alimentos”, señala el informe.
Y es que la compra de alimentos ya supone el 40% del gasto de los consumidores en el África subsahariana, y hasta en países como Estados Unidos, donde la inflación está exacerbando la desigualdad, el 20% más pobre de la población destina el 27% de sus ingresos a la compra de alimentos, un porcentaje que se reduce al 7% para el 20% más rico de la población.
En el caso de España, según denuncia Oxfam, la histórica subida del IPC del pasado mes de marzo —un 9,8%, la mayor subida desde mayo de 1985— ha supuesto una pérdida de poder adquisitivo equivalente a 16.700 millones de euros, según estimaciones del centro de análisis Funcas recogidas por Intermón Oxfam. Una pérdida adquisitiva que afecta especialmente a los hogares con rentas más bajas y coloca al país en una crisis de inflación severa que agrava la crisis social que ha supuesto el coronavirus, que durante el primer año de pandemia llevó a más de un millón de personas a una situación de carencia material severa y que supuso que más de 600.000 hogares pasaran a vivir sin ningún tipo de ingreso.
En el caso de España, la histórica subida del IPC del pasado mes de marzo ha supuesto una pérdida de poder adquisitivo equivalente a 16.700 millones de euros
Desde Intermón Oxfam también advierten de las desigualdades de género acentuadas a partir de la pandemia. “En 2021, había 13 millones mujeres empleadas menos en comparación con 2019, mientras que, en el caso de los hombres, estos ya habían recuperado los niveles de 2019”, señala la organización.
La receta para evitar una situación que tachan de catastrófica es clara: aumentar los impuestos a los ricos. “Un impuesto anual sobre el patrimonio —comenzando en tan solo un 2% para las fortunas millonarias y llegando al 5% en el caso de las mil millonarias— podría generar 2,52 billones de dólares cada año, suficiente para sacar de la pobreza a 2 300 millones de personas, fabricar vacunas para todo el mundo y proporcionar servicios de salud y protección social universales a la población de los países de renta media y baja”, explican desde la organización.
Es una medida que, como aplauden desde Oxfam, ya se ha puesto en práctica en Argentina, donde se aprobó un aporte extraordinario a las grandes fortunas con el que el país recaudó 2.400 millones de dólares con los que financiar políticas sociales de respuesta a la pandemia. En España, el impuesto sobre el patrimonio se aplica a las fortunas a partir de 700.000 euros —con una excepción también para los 300.000 euros en vivienda habitual—, pero en la Comunidad de Madrid está bonificada a 100%, por lo que, en la práctica, no existe. También reclaman imponer impuestos a los beneficios extraordinarios derivados de la crisis de las grandes corporaciones y cancelar los pagos de deuda de los países en desarrollo. servicios en tiempos de crisis.
En el caso de España, desde la organización reclaman, entre otras medidas, poner en marcha un impuesto temporal a los beneficios extraordinarios de las empresas energéticas, como ya ha hecho Italia y recomienda hasta la OCDE.
“Rechazamos la idea de que los gobiernos no tienen fondos o medios suficientes para sacar a todas las personas del hambre y la pobreza y garantizar su salud y bienestar. Por el contrario, lo que sí vemos es una total falta de creatividad económica y voluntad política para hacerlo”, subraya Cortada. “Ahora más que nunca, ante la magnitud de las desigualdades y el sufrimiento humano, agravados por las múltiples crisis globales, esta falta de voluntad es inexcusable y la rechazamos. El G20, el Banco Mundial y el FMI deben incrementar la ayuda a los países pobres y condonar su deuda de forma inmediata y, juntos, proteger a las personas de a pie de una catástrofe evitable. El mundo entero está pendiente de ello”, concluye.
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