Escribo estas líneas a 24 horas de la proclamación de Felipe VI “El Zángano”, tras la cual se convertirá en el nuevo Jefe de Estado de nuestro país , y lo hará sin la más mínima legitimidad moral y democrática, y de la forma más vergonzosa con la que se puede acceder a la Jefatura de un Estado:  contra la voluntad de un pueblo entero.  Felipe nació para ser rey, un niño pijo que en su vida ha hecho otra cosa que prepararse para un cargo ya de por sí inmoral y antidemocrático, rodeado de lujos, privilegios, champán, caviar y yates, y vendiendo a sus futuros súbditos una imagen de estar “preparao” para la real empresa.

Cuán querido será Felipe que en los días previos a su proclamación miles de policías y cientos de francotiradores se preparan para su baño de multitudes. Cuán amado será Felipe  que la policía entra casa por casa identificando a todos los vecinos y trabajadores de Madrid como en los años más oscuros del franquismo. Cuán deseado será el nuevo Borbón que desde la abdicación de su padre España se ha llenado de cientos (por no decir miles) de actos protestando contra el nuevo rey y reivindicando la Tercera República, mientras que las manifestaciones de apoyo a la Monarquía y a Felipe VI han sido de una casposa y espantosa ridiculez.

Para disimular esa falta de afecto, de cariño de un pueblo, y para poner a un país republicano el ridículo disfraz monárquico, ni grandes empresarios ni grandes medios de comunicación han escatimado en gastos. 50.000 banderas y carteles  distribuidas por la patronal (la única a la que representa la Monarquía), posters de Felipe regalados en todo el país por la prensa más rancia, y una delegación del gobierno prohibiendo cualquier tipo de manifestación republicana en la capital.

Mal empieza el Zángano su reinado; con un PP y PSOE haciendo efectivo su pacto de sangre para protegerlo de su propio pueblo que no lo quiere. Mal favor le hacen a España quienes se saltan cualquier tipo de moralidad para que reine “el Preparao”, mientras permiten que millones de jóvenes, que realmente sí están preparados para asumir las más importantes tareas, incluso la de la Jefatura del Estado,  tengan que abandonar su país para que los de siempre puedan seguir viviendo como siempre, mientras lanzan sus vergonzantes “vivas” al rey.

Poco va a durar el zángano en su colmena si algo no lo evita, como podría ser un nuevo montaje como el 23F. Aunque ni así duraría.  Felipe VI seguirá intentando convencernos de que  quiere ser “el rey de todos los españoles” mientras la mayor parte de los españoles le seguirán diciendo que no quieren reyes, que no tienen reyes, que ese zángano no es su rey.