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En Brasil no hay un Golpe de Estado, pero sí un ataque a la democracia: Raúl Zibechi

Eliana Gilet

“No comparto la tesis de que en Brasil se dará un Golpe de Estado, ese concepto hay que dejarlo para cuando realmente se da. Sí es un proceso de destitución ilegítima y probablemente ilegal de Dilma Rousseff. No es un golpe de Estado pero sí un ataque a la democracia porque no tienen motivos para sacar a Dilma del gobierno”

En medio de un Brasil conmocionado, el uruguayo Raúl Zibechi, estudioso del proceso social y político brasileño de las últimas décadas (sobre el que ha publicado el libro Brasil, potencia) desenreda algunas de las hilos que entrañan esa maraña revuelta en que la derecha está en las calles, los movimientos se pliegan al poder y el modelo extractivo permanece intacto.

Sostiene también que este momento histórico no guarda mucha relación con el vivido en ese país en 1964. Brasil fue el primero de los países sudamericanos en caer en la hilera de dictaduras cívico-militares que se demoró hasta 1973 para llegar a Uruguay y Chile; y hasta 1976 para llegar a Argentina. Hace poquitos días, el 24 de Marzo, sendas manifestaciones tuvieron lugar en ese país, recordando la fecha del golpe militar.

“El Golpe del 64 fue militar y contó con el apoyo de la Iglesia, como una parte importante de la clase dominante. Lo que sucede hoy es que hay un desgaste muy fuerte del gobierno. Lo que caracteriza a este momento de Brasil es que hay una crisis de hegemonía.”

¿Qué es una crisis de hegemonía?

“Las fuerzas políticas y sociales tuvieron su hegemonía en el Lulismo, a través de la figura de Lula Da Silva, quien salió de la presidencia con un 70 por ciento de aprobación de la gente. El problema es eso se perdió. Dilma gobierna, en este momento, con apenas un 10 por ciento de aprobación popular.

Ya no hay una hegemonía alternativa a la que en un momento representó el Partido de los Trabajadores (PT), entonces hay un vacío, llevando a una situación caótica.”

Y en medio de esa crisis, se embarró la cancha: “El impeachment que promueven contra Dilma es un proceso de destitución parlamentario para el que no hay una acusación jurídica sólida. Se la acusa de haber “maquillado” las cuentas fiscales de Brasil, que es algo que hacen todos los gobiernos, pero no hay un delito en esa acción. Simplemente como la oposición tiene mayorías en el parlamento puede encarar ese proceso”

¿Cómo perdió el PT la hegemonía? ¿fue producto de sus políticas en el gobierno o consecuencia del mero ejercicio del mismo?

Para Raúl Zibechi, las razones de la crisis de hegemonía del PT en su relación con las fuerzas vivas, políticas y sociales de Brasil, tiene 3 grandes motivos:

Uno. El PT llegó al gobierno con apenas 20 o 18 por ciento de los diputados propios en la cámara. Para gobernar, necesitó establecer alianzas con el amplio espectro de partidos existente en Brasil: son 27. “Entonces, para lograr que los otros partidos le permitieran gobernar, les fue entregando ministerios. Por cada ministerio son más de 100 cargos de confianza a la que los partidos aliados del gobierno accedían. El PT llegó al gobierno juramentando que iba a cambiar la vida pública, pero hizo lo mismo, sólo que cambiaron los beneficiarios.”

Entonces, el primer motivo de la crisis de hegemonía en la que cayó el PT es que no hubo cambios en el sistema político.

“También decían que sin alianzas no gobernaba, pero también es el precio de haber estado desde el 1 de enero de 2003 en el gobierno, durante 4 mandatos.”

Dos. La corrupción recorre todo el sistema político e incluye al PT. Ya en 2005, José Dirceu, el entonces jefe de gabinete de Lula, fue uno de los principales señalados en el escándalo conocido como el Mensalao, que implica la desviación de dineros públicos para comprar votos de los parlamentarios. “Las empresas públicas en Brasil son muchas y muy poderosas. El jefe del senado, también del PT, Delcídio do Amaral delató, para salvarse de la cárcel, todos los esquemas de corrupción en los que estaban envueltos todos los partidos. Sobre Dilma no hay ninguna acusación, pero sobre Lula pesa la recepción de una casa de parte de la constructora Oderbrecht”

Lula operaba el gobierno negociando obras públicas a grandes empresas. Obras públicas tamaño Brasil. Megaproyectos, no sólo en el país sino en el resto de América y Asia. Y ahí se llega al tercer punto del desgaste de la hegemonía del PT.

Tres. “La política económica del PT es una continuidad del extractivismo y en esto quiero detenerme. Hay que entender, que así como el capitalismo, el extractivismo no es sólo un modelo económico, es un modelo de vida, de sociedad. El extractivismo reactualiza el colonialismo, es el mismo modo de ocupar los territorios, es la acumulación originaria que revive o refuerza el colonialismo y el patriarcado. Y eso, en un Brasil donde la mayoría de la población no es blanca, tiene otro peso”

Zibechi apunta que el los primeros 10 años del gobierno del PT, las muertes violentas de blancos descendieron un 25 por ciento, pero las muertes violentas de negros crecieron en un 40. “Es el modelo extractivo que permite ese crecimiento de la violencia hacia los sectores más pobres”

Frente a esa coyuntura crítica, a esa crisis, los movimientos sociales brasileros buscan asidero y también toman las calles. Este jueves 31 están convocadas masivas manifestaciones en múltiples ciudades brasileras en “apoyo a la democracia”

“El PT desactivó a los movimientos sociales, los neutralizó y los hizo dependientes de las arcas del gobierno. Cuando un movimiento financiado por el gobierno se alinea para denunciar un golpe, a mi se me prenden todas las luces rojas, de alerta”

Esa es la característica del Brasil actual. El intelectual destaca la integridad del Movimiento Passe Livre, que copó las calles en los primeros días del año nuevamente, manifestándose contra el aumento del costo del pasaje del transporte público. Así como el de los Secundaristas: una vez más los más jóvenes son los que mantienen frescos a los movimientos.

Sin embargo, la coyuntura es aciaga, porque hay una nueva visagra en las calles. El 64 también es otra visagra: antes del golpe, la mayoría en las calles la tenía la derecha, pero después del golpe ese terreno es conquistado por la izquierda, que hace de las calles su terreno natural. Sin embargo, la situación de hoy es preocupante y en eso, tal vez, si pueda emparentarse con lo vivido en 1964: hay una nueva bisagra. La diferencia es que la derecha ha vuelto a copar las calles.

“Es una derecha de las más reaccionarias, además” explica Zibechi.

¿Cómo se percibe esa avanzada de la derecha en el gobierno y en las movilizaciones desde el llano de las calles de Brasil?

“Es difícil porque no conozco tanto, pero mi impresión es que la gente de a pie ve esta crisis como algo muy lejando, salvo los pequeños grupos politizados. Dimo, que vive en la Maré, me decía: “no te creas que esto va a traer algo mejor’. El problema es que la izquierda ya está pensando cuál va a ser el nuevo partido después del PT. No hay un cambio en la cultura política y ahí está el problema.”

Raúl Zibechi acaba de editar un nuevo trabajo, en conjunto con Decio Machado, en que revisan este proceso y otros del sur de América Latina, titulado Cambiar el mundo desde arriba, los límites del progresismo fue editado por Desde Abajo, para Colombia.

“No creo que vaya a ganar el Impeachment, pero si destituyeran a Dilma, la situación no va a mejorar. Para los sectores populares sería la frutilla de la torta de la derrota de Lula. Lula los defraudó, los traicionó”, concluyó.

Foto: Manifestación en Floresta, este jueves 31 de Marzo, en apoyo a Dilma Rouseff / Brasil de Fato

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