Atenas, Grecia. Los de debajo de abajo en una Grecia sumida en la peor de sus crisis económicas son los inmigrantes. Vienen de Afganistán, Irak, Bangladesh, Albania, Pakistán y un etcétera que abarca naciones en conflicto de África del norte y Medio Oriente. La crisis, es cierto, pega parejo, pero más a los que han llegado de lejos y además de sobrevivir en el desempleo, ahora son víctimas de la violencia feroz protagonizada por grupos fascistas que se han fortalecido en este periodo de crisis. No son nuevos los ataques, pero ésta es una embestida acompañada de un crecimiento histórico de Alba Dorada, partido que los representa, y que obtuvo un histórico 7 por ciento en el proceso electoral del domingo pasado.
Los integrantes de Alba Dorada salen en grupos a las calles, siguen a algún migrante, lo muelen a golpes y se van sin que intervenga la policía. En los barrios de Neos Kosmos, Kalithea, Agios Panteleimonas y Pérama, entre otros, casi todos los días se registran agresiones en un ambiente en el que el ultranacionalismo repitió los resultados que obtuvo en las elecciones de mayo, lo que legitima su discurso y los envalentona en las calles.
Este engreimiento los ha llevado a violentar a los migrantes incluso dentro de sus casas, fenómeno que no pasaba en meses anteriores. En Pérama, un barrio de astilleros en el que ahora se registra hasta 90 por ciento de desempleo (no es momento de construir barcos), los fascistas entraron a la casa de unos pescadores egipcios y les dieron una paliza que los envió al hospital. En otro caso, ingresaron a una tienda en Kipseli, barrio céntrico de Atenas, y arrasaron con todo. A otro migrante lo siguieron y lo atacaron en un pequeño establecimiento de sublaki (comida popular griega) en el barrio de Kalithea. A otros más, dentro de los vagones del Metro.
La crisis económica les infunde un discurso que puede explicar su fortalecimiento: hay muchos migrantes que ocupan las plazas de trabajo de los griegos, además están robando a la gente en las calles y, por tanto, hay que acabar con ellos. Los fascistas ahora ofrecen también protección a la población. Pueden acompañar, por ejemplo, a una viejita al banco para que no sea agredida en el camino o algo más complejo, si el dueño de un departamento no ha recibido la renta de parte de unos migrantes, llama a Alba Dorada y una semana después la ultraderecha le entrega las llaves de su departamento, el cual ha sido arreglado y, por supuesto, un sobre con el dinero que se les debía. La forma con la que lo consiguieron no importa.
Es alarmante y es verdad: un sector de la sociedad griega se corre a la ultraderecha como una de las tantas consecuencias de la crisis.
*Con información publicada en el periódico La Jornada
Publicado el 25 de junio 2012