Educando con espíritu de abajo

Manuel Alejandro Jacobo Contreras

 “Mis abuelitos no querían que yo estudiara, pero me salí a estudiar… Mi ropita eran dos pantalones, unos huarachitos y una cobija en un costal”, así fue como se integró a una de las 17 escuelas sobrevivientes, mismas que fueron fundadas en el año de 1936 -fruto de la revolución- la Escuela Normal Rural Miguel Hidalgo de Atequiza. Sin saber que ahí conocería su lado humanista, cursó su preparatoria y su licenciatura en siete años.

Nunca olvidó su lugar de origen, Pozo de Ibarra, Nayarit; lugar donde estudió su primaria y secundaria, en el que ayudaba a sus abuelos desde las cinco de la mañana en el trabajo del campo sembrando  maíz y tabaco. Ya en Atequiza, él estudiaba por las mañanas y trabajaba por las tardes, pese a que quería estudiar medicina, y por cuestiones económicas no pudo, estaba decidido a superarse y fue en la Normal Rural donde encontró su labor.

“No había colchones, ni camas y dormíamos en el suelo, y fue por medio de la “lucha” que conseguimos mejoras en La Normal, es el aprendizaje más grande que he tenido, cuando el pueblo se organiza y se pone a luchar consigue lo que quiere”. Eladio López llegó en el año de 1986, año en que la Normal de Atequiza entró en huelga durante cincuenta días y fueron suspendidos los servicios, como las becas de manutención, mientras ellos tenían que salir a botear en la comunidad del municipio de Ixtlahuacán de los membrillos para conseguir sus alimentos. Mismo año en que se realizaron acciones para reducir el ingreso de personas del estado de Nayarit, imponiendo la preparatoria para poder ingresar.

Atequiza es una comunidad clavada entre el municipio de Ixtlahuacán, Chapala y Poncitlán, por su ubicación mantiene contacto directo con las zonas rurales de los municipios antes mencionados. En Atequiza existe una población de 6mil 400 habitantes según datos del INEGI, su principal actividad económica es la agricultura. Los ejidatarios fueron quienes proporcionaron los terrenos para que se construyera la escuela, después de haber estado en Colima y otras sedes de Jalisco.

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Hace doce años llegó al Barrio de Agua Caliente en la comunidad indígena de San Pedro Itzicán, municipio de Poncitlán, lugar que eligió para trabajar porque considera a sus habitantes como “mis hermanos, mi familia. Son de los primeros asentamientos humanos en Jalisco, es una satisfacción luchar con ellos, son nuestros orígenes, es una población con características especiales: es la sangre indígena y simplemente con ver, son unas hermosuras de pieles”.

San Pedro Itzicán y Mezcala, son los dos poblados de la región Ciénega del estado de Jalisco que son de ascendencia indígena y que lo reconocen como tal. Pertenecen al pueblo Coca en el reino de Coynan, y que preservan sus usos y costumbres que le hacen idénticos, en nuestro país son las únicas dos poblaciones que comparten el origen y las afecciones que sufren representan una amenaza a la diversidad cultural en la República mexicana.

El maestro “Layo” como es conocido por los pobladores y amigos realiza un trabajo íntegro: atiende asuntos de  carácter educativo, social, político y cultural; su trabajo participativo le ha permitido ganarse el respeto de las personas, en Agua Caliente no existe ningún servicio básico: cuentan con casa de salud pero no hay médico; su servicio de agua es carente porque la red abastece a tres localidades, dejando a Agua Caliente en último lugar; no existe red de drenaje; no hay servicio de recolección de basura, desencadenándose una serie de problemas de salud por la falta de servicios.

“La problemática más relevante es la enfermedad crónica del riñón, algunos niños han dejado de venir a la escuela porque tienen un hermano, primo, familiar o ellos están enfermos”. La enfermedad del riñón ha ganado auge en la última década, los habitantes comentan que es por el consumo del agua que se extrae de los veneros de agua caliente que se ubican a las orillas del lago, mientras que el especialista Guillermo García García comenta que la enfermedad se puede surgir por diversas causas entre las que sobre salen: uso de agroquímicos sin protección, -por tratarse de una comunidad con actividad agrícola-, endogamia en la población, contaminación del lago, consumo de pescado con metales pesados o incluso por secuelas a causa de enfermedades crónicas como la diabetes, hipertensión u otras. La situación alarma a los pobladores, sus fuentes de trabajo son la pesca y la agricultura, los cuales son mal remunerados y no tienen los recursos para mantener la salud de sus enfermos.

En la escuela Emiliano Zapata se atienden 90 niños en cuatro Aulas y son cuatro maestros los que hacen la labor. “Aquí llegan los maestros, duran una, dos semanas o a lo muchos dos meses y se van”. Según datos del INEGI del 2010, en el municipio existen 44 escuelas de educación primaria y 246 profesores que atienden a los más de 7 mil 500 alumnos de las 66 comunidades que integran el municipio, en promedio más de 30 alumnos por maestro. Sin embargo, la mayor parte de maestros están ubicados en las zonas urbanas, quedando las escuelas  rurales faltas de maestros.

En la primaria después de las cinco de la tarde reúne a todos los estudiantes en el patio para realizar una lectura colectiva -lugar donde los más grandes enseñan a los más pequeños- , él implementa este tipo de actividades porque está convencido que el sistema no piensa en las zonas rurales “El sistema educativo está implementado para tener personas obreras, para servir a la industria y no para responder a los intereses de los de abajo, en las comunidades”. Cumple con el programa establecido por la Secretaria de Educación Pública, sin embargo él le dedica tiempo para proporcionar una mejor educación y así mismo implementar la tradición oral de la localidad.

La lucha ha rendido frutos gracias a la organización de maestros y pobladores “las huellas ecológicas en la brecha que conduce al poblado fue uno de los logros entre los maestros. La obra que se está realizando para implementar la red de agua potable es gracias a la lucha en conjunto con el pueblo, es poco pero lo mejor es la conciencia de lucha en la comunidad”. A todo esto podemos sumar la integración de niños en la lucha social de la entidad.

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“A mí me importan los niños, me importa que se eduquen porque ellos son la parte medular, uno los va formando para que mejoren su comunidad. Cuando veo los niños se me hace chinita la piel, me hacen recordar mi infancia, las carencias que tenía cuando era niño y quedé huérfano a mis cuatro años”. Por tal motivo ha decidido educar a sus tres hijos combinando el trabajo y el estudio para que valoren las comodidades que tienen.

El respeto en la comunidad es inmenso, sin embargo, “mi familia dice que me he sumado mucho a la lucha y tenemos inconformidades mi pareja y yo. Ella también es maestra, pero tenemos una formación diferente.” Su sueldo apenas alcanza los 4 mil pesos por las dos plazas que tiene –debido a los descuentos que ascienden a más de mil pesos-, una en Poncitlán y la que más disfruta en Agua Caliente “Hay diferencias en ambas escuelas, yo siempre les comento las condiciones de la otra escuela para que los estudiantes de la zona urbana valoren sus comodidades”.

Eladio considera importante la prevalencia de las normales “de ella salen los mejores maestros, los que vienen del sufrimiento, por eso ellos valoran sus plazas”. “Layo” disfruta del deporte desde su juventud logrando premios en lanzamiento de bala y jabalina a nivel estatal, además del gusto inmenso por la lectura bajo la sombra de un árbol. “Todos podemos participar con la gente de abajo, no le inviertan todo su dinero, pero háganlo y no discriminen a nuestra gente originaria, todos somos iguales: blancos y morenos, todos somos los mismos”. Eladio es un ex normalista, actualmente La Normal Rural Miguel Hidalgo ha reducido su matrícula y por tal motivo sólo recibe 130 estudiantes.

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